lunes, 25 de julio de 2016

COMUNIDAD INVISIBLE


Hace algún tiempo hablé de los INVISIBLES, una comunidad  de personas en los que me encuentro. No hace mucho tiempo pasé a ser VISIBLE de nuevo, pero sabía que tenía caducidad que poco a poco volvería a mi estado, a un estado que detesto pero que me persigue desde hace ya tiempo, para mi gusto, dura ya demasiado.

Los INVISIBLES somos una Comunidad bastante numerosa y de muy distinta índole, los hay, que les gusta estar en este estado porque se han amoldado a esta situación. Los hay que luchan contra viento y marea, no tiran la toalla siempre ven la botella medio llena y por último los que se dejan llevar, los que no les gusta su situación, a su manera también luchan, pero se ven incapaces de cambiarla.

Recuerdo a los veteranos de la empresa, eran como pequeños sabios. No entendían de “nuevas tecnologías” pero sabían cómo cerrar un buen contrato. No sabían de “nuevas tecnologías” pero sabían dónde se encontraba el descuadre de caja. No sabían de “nuevas tecnologías” y les pusieron en la calle. El problema no era el de las “nuevas tecnologías”, el verdadero problema eran sus salarios. El empresario se dio cuenta que con el salario del “pequeño sabio” podía permitirse el lujo de pagar a dos personas más jóvenes, sin experiencia alguna,  pero que controlaban las nuevas tecnologías, controlaban idiomas, poseían Máster y lo más importante de todo podía pagarles un miserable sueldo.

El pequeño sabio, piensa en que no tardará demasiado tiempo en encontrar un empleo, tiene experiencia suficiente, los puestos a los que puede acceder son los adecuados para él. 

Insiste una y otra vez pero poco a poco se da  cuenta que lo desestimaban en cada oferta, que no contestan sus correos, a las pocas entrevistas a las que acude  es todo amabilidad pero sólo eso. Así fue como sin darse cuenta accedió a la Comunidad de los INVISIBLES.

El pequeño sabio no tenía más que 53 años, recordaba todavía el homenaje que le hicieron a su padre cuando cumplió los 25 años en la empresa. Recordaba también cuando se jubilo, las lagrimas de las secretarias, los abrazos de los compañeros y el emotivo apretón de manos del dueño diciéndole “Estate tranquilo, el chico se queda en buenas manos”.

El chico se queda en buenas manos, pero igual que su padre, él también se jubilo y las cosas en la empresa  empezaron a cambiar, eran cambios pequeños, casi indetectables pero que se producían día a día, a los que él no les daba importancia.

No pasó demasiado tiempo cuando se dio cuenta que esos cambios al principio tan indetectables, eran ya grandes cambios y que  podrían poner en peligro su puesto de trabajo. Decidiendo  involucrarse en los nuevos proyectos que los actuales dueños de la empresa tenían para la misma. Tratando de entender qué es lo que querían hacer con ella. En varias ocasiones dio su opinión, como el trabajador con más experiencia y veterano haciendo incluso  de ratón de laboratorio para la Consultora que estaba asesorando a la Dirección de la Empresa.

Ellos le agradecían constantemente su colaboración y le motivaban hablándole de su nuevo puesto de trabajo, hablándole  también del despegue de su carrera profesional. Te lo debemos le llegó a decir uno de los dueños, dándole una palmadita en la espalda.

El pequeño sabio se reciclo, pero un día le llamaron de Dirección para presentarle a su nuevo jefe, un chaval se dijo, trajeado, con mucha palabrería, pero que no tenía ni idea del negocio, eso sí, con un Curriculum lleno de  Máster en distintas partes del mundo, pero sin experiencia laboral alguna.

Con su paciencia habitual, y por orden de la Dirección, formó a su nuevo JEFE en todo lo concerniente a la empresa. Por aquellos tiempos la empresa crecía como la espuma, por aquellos tiempos todo el mundo crecía. La cosa funcionaba su  JEFE con sus idiomas, con sus conocimientos de SAP, hojas de cálculo y otros menesteres aprendidos de sus Máster,  y el pequeño sabio siempre detrás de él. Hacían un buen tándem.

Pero llegó la tan temida crisis, la empresa seguía ganando dinero, pero no tanto a lo que estaban acostumbrados. Según la Consultora necesitaban largar lastre  y empezaron  a circular las tan temidas  listas negras. Dichas listas eran confeccionadas por cada responsable de departamento, tenían que ahorrar costes y los salarios más altos debían desaparecer.

Uno de los primeros en salir fue nuestro pequeño sabio, no hubo abrazos de sus compañeros, tampoco hubo lágrimas de las secretarías, ni apretón de mano de la Dirección. Solo, en una habitación junto con el responsable de RRHH y su pupilo (su JEFE) que para más inri fue el que se encargó de explicarle su liquidación. Fue él también que le explicó que la empresa le había dado una pequeña gratificación extra por sus servicios. Él fue también quien le dijo: Con esto podrás tirar un tiempo. No te será difícil encontrar algo. Fue él quien se permitió el lujo de darle su primera orden: El lunes sin falta vete a la Oficina de Desempleo para arreglar todo el papeleo.

En esta ocasión no hubo tampoco apretón de manos, sólo "Mañana recibirás por mensajero todas tus cosas personales”.

Cuando salía de aquella habitación donde él había pasado tanto tiempo enseñando a unos y a otros escucho a su pupilo (JEFE)  decir:  ….Ya te dije que no me temblaría el pulso.

El pequeño sabio salió por la puerta principal, pensando en las últimas palabras de su JEFE, y la manera que las había dicho, él estaba a muy pocos metros de ellos y los escucho perfectamente. No se han dado cuenta que estaba cerca de ellos, se dijo. ¿Será esto a lo que llaman pasar a ser INVISIBLE?

martes, 19 de julio de 2016

EL DIABLO ANDA SUELTO



Hay quien dice que el “diablo está suelto” y aunque no creo demasiado en su existencia, últimamente me da por pensar que va a ser verdad.

Pero realmente es el diablo o es ese ENTE del que sabemos que existe y de los  que nadie habla …no vaya a ser

Hace algún tiempo, una persona me dijo, que gracias a ellos yo vivía confortablemente, que gracias a la desgracias de otros yo podría estar tranquila. No hay recursos para todos, volvió a decirme. ¿Qué te parecería que tu familia empezará a carecer de alimentos básicos?. No hay recursos para todos, repitió de nuevo.

Quedé desconcertada, no me lo creí, estamos en el siglo XXI ¿cómo podía ser?. Me negaba a reconocer que para tener una vida más o menos acomodada, había gente que durante toda su vida carecería de todo.

Volví a buscarle y volvimos a hablar. No te creo le dije, es imposible. Algo descolocado me miró con esos ojos negros, profundos y fríos. ¿No sé de qué hablas?. Escucha, no me molestes más, terminó diciendo mientras no dejaba de mirar su gran pantalla con gráficos inteligibles para mí.

Me disponía a marcharme, cuando él me ordenó que cerrara la puerta y me sentara. No tuve valor para decirle que ahora, a la que no le interesaba hablar era a mí.

Con su pose de padre conciliador me dijo. Vamos a ver alma de cántaro ¿tú sabes quién somos nosotros?, lo mire y negué con la cabeza.

Bueno, a ver cómo te lo explico, volvió a decirme, mientras se acomodaba en su confortable sillón de cuero y miraba  de nuevo a su gran pantalla. Creo que puedo perder diez minutos en explicártelo.

No era capaz de relajarme, no quería estar allí, quizá fuera ese perfume tan carísimo que se gastaba, quizá esa postura tan paternal, no  lo sé, pero sabía que era yo la que no aguantaría diez minutos más con él.

Veras, para que te hagas una idea general  somos los que movemos el cotarro. El cotarro repetí sin darme cuenta. Si, y abriendo mucho sus ojos dijo de nuevo, el cotarro mientras se levantaba de su lujoso sillón, quizá para enseñarme sus zapatos hechos a mano, o porque necesitaba estirar las piernas.

Ay,ay, ay, veo que no te enteras y no es un reproche, continuo diciendo con su eterna cara paternal, es normal,  y volvió a su sillón.

Somos los que movemos los hilos, somos los que decidimos quien gobernara o a quien derrocamos. Lo entiendes ahora.

No, le dije alzando un poco la voz. Aquí no, decidimos nosotros, vivimos en un país democrático, deciden los ciudadanos, vosotros no pintáis nada aquí.

El tono que emplee no le gusto,  la cara  paternal desapareció, sus ojos negros empezaron a empequeñecer y dándome la espalda y con cierta sorna dijo: Nosotros somos los llamados grupo de presión, nuestra misión es defender los intereses de nuestras empresas, sabemos en qué momento del proceso legislativo tenemos que intervenir. Es cierto que para  vosotros, no existimos y la verdad que tampoco nos importa. Nuestro objetivo es seguir acumulando poder.

Ilusa le pregunte ¿ Hablas de Lobbies?

Buena pregunta me dijo, ¿Qué sabes tú de eso?, y saltó de nuevo de su sillón poniéndose detrás de mí.

Nerviosa le conté que había oído hablar de los lobbies financieros, energéticos, farmacéuticos. ¿Y qué más? preguntó de nuevo. Que no son un grupo únicamente que son muchos grupos distintos pero con intereses similares.

Exactamente. Somos muchos y cambiamos algunas leyes en nuestro interés. Hay veces que tenemos que recurrir al “recuerdas cómo ganaste las pasadas elecciones”.

Chantajeáis. No, y lanzó una risotada. Les recordamos quien lo ha puesto ahí, nada más. Pero ¿algún día se puede dar la vuelta a la tortilla, lo has pensado?. Es muy difícil que un político reconozca que sufre presiones por nuestra parte,  además,  mientras el ser humano siga siendo egoísta, quiera llegar a lo más arriba y crea que es él quien dirige y a nosotros nos convenga, no habrá problemas.

Tus diez minutos se han acabado. Pulsó un botón y apareció Carmen, impecablemente vestida, que me acompañó a la salida, ofreciéndome 50 euros para que tomase un taxi atención de la casa, dijo.

Cogí el dinero, pero no tomé el taxi, había una boca de metro al lado, y cuando bajaba las escaleras, pensé en esas sandalias tan bonitas, y al mismo tiempo trataba de justificarme diciéndome, si no los hubieras cogido tú, habría venido otro que lo habría hecho.