miércoles, 27 de febrero de 2013

… Y TU MÁS


Cada día cuesta más escuchar la radio, escuchar la tele (la escucho más que la veo) porque siguen manejándonos como quieren. Personalmente me siento más avergonzada, te dan ganas de hacer las maletas coger el pasaporte y marcharte, porque aquí se hace cada vez más insostenible vivir.

Cada día un nuevo escándalo, cada día más y más corrupción, cada día más desilusiones, cada día más caras duras, cada día más y más mierda…

Yo, no puedo entender, como se nos ha ido esto de las manos, no puedo entender que en el Debate de la Nación nuestro Presidente (El Ente) no hable con claridad de la situación de país. No llego a entender que se le de más importancia a hechos acaecidos hace veinte años y que ya se tomaron las medidas pertinentes. No puedo entender por qué no se hablo DE LO QUE TODAVÍA NOS ESPERA Y COMO LO VAMOS AFRONTAR. No me cabe en la cabeza la penosa oposición que tenemos lo único que dijo con sentido es “los políticos estamos perdiendo credibilidad ante los ciudadanos” y como decía Mayra hasta aquí puedo leer, no dijo más. Y tampoco fueron capaces de aportar soluciones, tampoco fueron capaces de afrontar la situación, de dar por zanjadas sus rencillas y comunicarles que podrían tener alguna solución, que excepcionalmente y dada la situación actual del país por qué no aunar fuerzas.

Pero parece que les importa más quien dice la “gilipollez” más grande, parece que les importa más ganar la encuesta que por lo visto hacen para salir luego en los titulares de los periódicos y televisión, por lo visto les importa más ser trending topic, por los visto les importa más no decir ni hacer nada. 

Francamente, hoy me da igual lo que penséis. Sé que algunos no entendáis lo de “aunar fuerzas”, pero en mi opinión y llegados a este extremo, nos iría a todos un poco mejor. Vamos a dejarnos ya del Y TUS MAS y pensar cómo vamos a sacar de la chistera más de seis millones de puestos de trabajo, vamos a pensar cómo hacerles más fácil la vida al ciudadano de andar por casa, vamos a pensar cómo parar esa ley de desalojos que tantísimo daño ésta haciendo, vamos a pensar en que la Educación y la Sanidad sea igual de accesible para todos, tenemos muchas cosas en que pensar y lo peor en cómo solucionarlas.

Sé, que la tarea no es fácil, se también que no se arregla con un chasquido de dedos, pero lo que sí que tengo claro es que con él Y TU MAS no vamos a ninguna parte. Particularmente me aburrís muchísimo, y lo peor de todo, estoy decepcionada, no os creo, ni a los unos ni a los otros insisto, no sois capaces de transmitirme nada positivo, no sois capaces de transmitir ilusión, no sois VERDADEROS.

Sois corruptos, sois embusteros, insisto los unos y los otros, no hay “huevos” a dar ese puñetazo en la mesa que tanto estamos necesitando. Tampoco hay esa humildad para decir “Necesitamos vuestra ayuda, tenemos que sacar esto adelante”. Pero, no, somos soberbios, somos los mejores, somos los más corruptos y me interesa jugar más al Y TU MAS.

Me pregunto qué herencia van a recibir los más jóvenes, supongo que el señor Wert hará una nueva ley de Educación para que aprendan a ser corruptos, para que hablen y hablen sin decir nada, o se me ocurre que podría añadir como temas obligatorios el caso Filesa o la herencia recibida del Sr. Zapatero, parece ser temas de interés histórico, han pasado veinte años y todavía hoy en el Congreso es un tema candente.

Lo he dicho y no me canso de decirlo, nos seguimos hundiendo, el agua ya nos llega a la nariz y pronto moriremos. Vamos a crecer, vamos a dejarnos de jueguecitos y ponernos en serio a trabajar sin estupideces, sin Y TU MAS, vamos y repito aunque sea excepcionalmente a remar juntos en la misma dirección, de lo contrario vamos a morir antes que después (no sé si ésta expresión es correcta) pero tenemos que salir de esto sea como sea, de lo contrario se le vamos a poner muy pero que muy fácil a la ultraderecha y si no, sólo hay que ver cómo han crecido estos movimientos en toda Europa, es increíble, sólo de pensarlo me entran sudores fríos, ufffff!!!! 





domingo, 17 de febrero de 2013

ELLA


Presidiendo la mesa de comedor,  ELLA suelta una de sus preguntas  ¿quién vio el pasado sábado en la tele a Julio Anguita?, no espera demasiado a que alguien  conteste, dice sin más, a mi no me gusto. Mira que decir en televisión, que la gente lo que teníamos que hacer es sublevarnos y luchar. No,  dice con la cabeza, mientras mira  el plato de garbanzos, no se a vosotros pero a mí me dio MIEDO.

Nadie abrió la boca, únicamente nos mirábamos los unos a los otros pensando en lo que acababa de decir, y es aquí donde comienza su pequeña historia. Una historia que consta de varias conversaciones entre ELLA y yo, en diferentes tiempos pero siempre el mismo lugar “su hogar”.

Una historia como muchas otras,  pero es su historia. La historia de una mujer que siempre a luchado por lo que ha considerado justo. La historia de una mujer independiente pero a la vez muy celosa de lo suyo. La historia de una mujer que inculco e inculca aún, valores que hoy en día  y  que desgraciadamente  poco a poco se van perdiendo.

ELLA, nace en el Escorial (1936) se ríe cuando recuerda que su tía Balbina la decía “cómo vas a ser buena, si naciste en pleno bombardeo debajo de un tanque y nevando”.

Después de mucho peregrinar, llegan a  Camprodón (Gerona) donde nace  su hermano (el más pequeño de los chicos), pasando al poco tiempo a Francia (de donde, según ELLA, no tuvieron que salir), pero volvieron. Volvieron persiguiendo una quimera. Volvieron a su casa en busca de su marido, de su padre, de sus  cosas, volvieron en busca de la vida que habían dejado atrás.

Pero no encontraron ni marido, ni padre, ni sus cosas, apenas les quedaba algo de vida. Una mujer, su tía Sargenta hermana del padre, les engañó y ésta no sería  la última vez que lo hiciera.

Se apropio de todo, y el semblante se le va cambiando,  de tierras de cultivo (pocas), de vajillas, de sábanas, hasta de las enaguas de encaje que mi madre se bordo, a cambio dice,  nos regalo  un titulo. Un titulo que llevaríamos  siempre sobre nuestras  cabezas “LOS ROJOS”.

ELLA, cuenta que cuando vuelve su padre de la guerra medio muerto y gracias a no se sabe muy bien a quién (en mi humilde opinión, supongo que gracias a su mujer y a su propia  fuerza de voluntad para sacar a esos hijos adelante) se recupera y junto con sus hijos mayores salen en busca de trabajo a los pueblos de alrededor, pero siempre faltaba comida, y muchas, muchas noches se iban a dormir con un puñado de uvas en el tripa. Se ríe cuando recuerda como su madre junto con su tía Balbina,  chanchucheaban con los pocos víveres de las cartillas de racionamiento, éramos muchos y mi madre cambiaba el aceite y otras cosas que decía ser innecesarias  por artículos de primera necesidad.

Una noche, me cuenta, desapareció un saco de azúcar del almacén del pueblo. Inmediatamente se presento la Guardia Civil en mi casa,  llevándose a mi padre al cuartelillo (han sido ellos, LOS ROJOS). Cuando de amanecida se descubrió que el saco se había roto dejando un reguerillo hasta la casa de un vecino, que por cierto dice,  era de Falange.

 Recuerda también  como con 7 añitos,  ya le llevaba a una de las señoritas del pueblo un cántaro de agua diario y con un poco más de edad se subía a un pequeño taburete y le lavaba los platos, ríe de nuevo cuando, dice nunca vi un real, ya se pasaba madre a por ellos.

Me la quedo mirando y pienso madre mía que chiquitina!!! ELLA, casi instantáneamente contesta, no teníamos donde caernos muertos  la  posguerra fue  muy dura y toda ayuda era poca.  

ELLA odia el pueblo, no soporta tanta miseria, no aguanta tanto sufrimiento, no aguanta no llegar a nada y con diecisiete años decide venirse a Madrid.  A mis padres confiesa, no les gusto, pero ellos, continua diciendo,  con una mentalidad bastante avanzada para esos tiempos, me  dieron permiso  para que volase yo solita (aunque, y ahora se ríe,  mi hermana mayor estaba ya en Madrid). Ellos sabían de sobra que el pueblo no la tiraba, sabían que lo odiaba, sabían también que nunca volvería.

Y así fue, se marcho para no volver (desde que conozco a ELLA, no ha hecho la menor intención de volver allí, es cierto que volvió en algunas ocasiones, pero estaba decidida a volver a nacer pero ésta vez en Madrid).

En otro momento de nuestras conversaciones, le pregunto  ¿Madrid? Saca pecho y dice: me monté en la rubia (autocar del pueblo) y me vine yo solita, con mucha emoción, deseaba llegar. Llegue con una caja de cartón atada con una cuerda donde llevaba una batita y el vestido de los domingos (heredado de mi hermana) ¿Qué sentiste? Me imagino que emoción, pero ya no me acuerdo, y mirándola, pongo la cara de,  no te creo. ¿Y miedo?, la pregunto,  me mira como si le hubiera preguntado alguna tontería (conozco esa mirada) pero yo seguía con curiosidad y la insisto ¿miedo? ¿tenías miedo?, ELLA se levanta y sale hacia la cocina, sigue preparando el cocido de los sábados. Y mientras abre la olla, dice. Me vine a Madrid a trabajar en lo único que sabíamos hacer  “servir a las señoritas”. ¿Miedo a qué?. Yo venía de pasar hambre, de pasar por todo tipo de calamidades. Miedo, en el pueblo, cuando la benemérita con esos capotes y tricornios, te paraban a cualquier hora, en cualquier lugar, ehh tu roja!!! ¿donde vas?. ¿Miedo?  y empieza amasar con rabia una base para una tarta de melocotón, tu sabes lo que es,  ir a la escuela, porque a mi me gustaba ir, y el maestro toooodas la mañanas, la misma cantinela “las nacionales delante, las rojas atrás”, miedo, no hija, sentí libre, algo asustada claro,  pero libre, aún en los tiempos en los que estábamos.

Otro día,  y en el sofá del comedor, sin venir a cuento, empieza hablarme de la Isa (la señorita Isabel). A mi me llama mucho la atención porque habla de ella con mucha familiaridad, la señorita Isabel tenía o tiene, 5 años más que ELLA , viuda de militar y con dos hijos a su cargo uno de ellos Gumito (Gumersindo) nació mal y en aquella época se los escondía. ELLA siempre, siempre habla de Gumito con un cariño especial, me cuenta que le conocía hasta por su manera de andar, muchas noches la señorita Isabel se le pasaba a su habitación porque no era capaz de hacerle callar y de nuevo se le vuelve a iluminar la cara y dice, oye era meterle conmigo en la cama y dormir hasta el día siguiente. No quería ponerme demasiado pesada o si (creo que si) y la pregunté ¿por qué te fuiste de esa casa? y dice sujetándose las gafas, porque quise mandar más que ella y al final me tuve que marchar. Pero la realidad fue otra, la realidad fue que ellas, se hicieron amigas con alguna distancia pero inseparables, se contaban todo,  la señorita Isabel aunque siempre vestía de luto, se probaba alguno de los vestidos de ELLA, pensaron  y finalmente alquilaron  alguna habitación a las norteamericanas que venían a estudiar, y muchas cosas más, pero apareció Vicente, el novio de ELLA y parece ser que la señorita Isabel se enamorisco de él. Ahí se acaba la relación entre ellas. Cogió su maleta y se marcho, no hubo discusiones, no hubo nada,  se marcho sin más.

Después de más de cinco años de noviazgo en 1962 se casa con su novio, se casa con Vicente, fue una boda triste hacía tres meses que la madre de su futuro marido había  fallecido, así que fueron a la iglesia,  un pequeño desayuno para los más íntimos y a casa. A una casita baja en el barrio de Tetuán con su recién estrenado marido y sus dos cuñados.

ELLA, cambio el trabajo de atender a señoritas, por el de atender a su marido y a sus dos cuñados, al poco tiempo queda embarazada y les conceden a través de la empresa de Vicente un piso en el Gran San Blas en el extrarradio de Madrid. Me mira, y  dice, todavía me acuerdo cuando fuimos a ver el piso,  yo con mi barriga en la moto y con una cuarta de nieve (…otra vez la nieve)

Es un piso de apenas 60 metros, pero para ellos era su autentico hogar, allí nacerían sus cinco hijos (cuatro chicas y el chico). Fueron unos años duros, aunque ELLA no llega a reconocerlo, en cuatro años se junto con cuatro hijas, fueron años de mocos, pañales, enfermedades, fueron muchos años de educar (ELLA siempre ha dicho que la educación es una parte que le corresponde a los padres), fueron años de mucha paciencia, fueron años de muchos sacrificios. Pero la vida le deparaba un nuevo reto.

Después de tener encauzadas sus vidas y poder respirar un poco, de hacer algunos planes a futuro (su viaje a Canarias), llega por sorpresa una maldita enfermedad, que tarda en marcharse más de cinco años. Esa maldita enfermedad que va minando poco a poco a Vicente y colateralmente a ELLA.

Sus hijas demasiado jóvenes, ayudan en lo que pueden, pero el grueso de toda  la enfermedad la asume ELLA, vuelve a luchar, vuelve a armarse de paciencia (el carácter de él cambia radicalmente), tiene que estar a su lado comenta, no, no se va a morir. Pero un 25 de Mayo fallece y ELLA con sus apenas 50 kg.  es capaz de  sacar fuerzas de flaqueza y de enfrentarse de nuevo ella sola a la vida, junto con sus cinco hijos.

Algunos familiares  de Vicente, se ofrecen para ayudarla, pero ELLA, es testaruda y tira sola. Hace de padre y  madre, se hace cargo de todo, no la hacen falta cuñados, que la acompañen al banco o algún sitio arreglar papeles (refunfuña) ya me las apañaba yo, con mis dos  hijas  mayores.

Pasados unos años, ELLA, confiesa que se siente orgullosa de su labor, a criado y educado a cinco hijos y ríe cuando dice “y creo que no lo he hecho nada mal”, les insistí en que estudiaran, unos lo hicieron y otros decidieron ponerse a trabajar  y no me quejo. Están bien, y es un ¡¡bien!! de satisfacción,  de una madre orgullosa, de una labor bien realizada… 

ELLA se hace mayor, se toma la vida de otra manera, pero siempre atenta… prepara comidas y por supuesto el cocido de los sábados. Sale a pasear y adora a sus seis nietos. Cada día demanda más atención y mimos, pero sabes que si necesitas hablar, si necesitas ayuda, si necesitas consejos, no hace falta que llames a su puerta, siempre ésta abierta, porque su “hogar” es nuestro “hogar”.


… ELLA es mi madre.


martes, 5 de febrero de 2013

EL FLECHAZO



El viernes pasado tuve uno de esos flechazos que no sabes muy bien porque pasan, pero pasan. Se llama Miguel y vive en la calle.

Con sus dos edredones y su saco de dormir, con cara de haber pasado mucho frío la noche anterior, me mira con unos ojos azules casi  transparentes y me pide un cigarro (yo por norma no doy tabaco) y él no iba a ser la excepción, le miro y le digo no tengo, me sonríe, una sonrisa triste una sonrisa donde no hay dientes y me dice “no pasa nada rubia”.

Me detengo en seco, vuelvo sobre mis pasos, abro el bolso y le doy ese cigarro que tanto necesita, me vuelve a sonreír. Mientras busco el mechero le pregunto su nombre, se sorprende, se enciende el cigarro y  me dice Miguel, me llamo Miguel.

Por su aspecto parece drogodependiente, pero  nada más decirme su nombre y a modo de apellido me dice,  no soy drogadicto. Le sonrió y  contesto,  eso se lo dirás a todas,  nos carcajeamos (risas sanas) mira el cigarro y me dice no, no lo soy. Bebo algo, pero para calentarme el cuerpo sabes!!!, no mucho,  me dice  “la calle es peligrosa” y tienes que estar al loro,  rubia,  si estas bebido estas jodido, volvemos a reír.

Cada vez me encuentro más a gusto hablando con él, tengo prisa en arreglar unos papeles pero decido quedarme un cigarrito más,  ¿por qué no? él  tiene ganas de hablar y yo de escuchar, así que me apoyo en la tapia donde él tiene su cuartel general y le pregunto ¿qué hace Miguel viviendo en la calle?, ya no me mira, yo tampoco  a él,  quiero que se sienta libre de contestar y mirando de nuevo a lo que le queda del cigarro, me contesta la vida, rubia, la vida, no le entiendo o mejor dicho no lo quiero entender  ¿la vida?.

Se termina de desperezar y se pone en pie, es alto, delgado y ésta algo demacrado,  no tiene más de treinta años, quizá menos. Y busca algo en una bolsa de deporte, yo miro de reojo, pero él se da cuenta, sonríe y dice tranquila,  te iba a invitar a un zumo de uva, pero no lo encuentro, agacho la cabeza y su altura le pregunto ¿y tú has desayunado?, claro que he desayunado, me faltaba el cigarrito y tú me lo has dado, volvemos a reír (ésta vez,  no lo creo, pero, tampoco insisto)

Sigo apoyada sobre la tapia, y él sigue revolviendo entre sus cosas, le insisto que no quiero el zumo, no me gusta le digo, pero él sigue rebuscando algo entre su bolsa. Cuando se incorpora de nuevo,  lleva en la mano  una cartera negra,  algo rota,  la abre, y de ella saca  una foto de carné y me pregunta ¿a qué es guapa?, se llama Alma.  Le cojo la fotografía y le pregunto ¿tu chica?, se arrasca la cabeza, baja los ojos y dice si, era mi chica.

Nos damos un tiempo, y me pide otro cigarrito, y es aquí donde comienza su historia. La historia de un chaval que no quiso estudiar, pero que desde muy joven empezó a trabajar en una cadena de automóviles de chapista (le enchufo su padre), la historia de cómo se compró su primer coche, un Seat Ibiza rojo, de cómo conoció a Alma en una quedada, de sus vacaciones con ella  en Alicante y al siguiente año ahorraron y se marcharon a  Canarias, de la primera vez que  fueron a la Cooperativa (se ríe y dice era todo campo y nos daba miedo)  en el Pau de Vallecas,   de cómo abrieron su cartilla para el pisito.

Pero la cara de felicidad se va apangando por momentos, apoyado a la tapia, con el cigarro en una mano y con lo otra se restriega los ojos, sólo es capaz de decir, la vida es una puta mierda, no deja de repetir, es una puta mierda, rubia.

No soy capaz de mirarle, no sé qué decirle. Me habla del ERE en la cadena de producción, donde salen su padre y él, me habla del despido de Alma y de cómo se marcho a Londres de enfermera por un año, me habla de cuando se acabó los subsidios el de él y el de padre y como estos,  tuvieron que irse junto con su hermana a casa de sus abuelos al Tiemblo (Ávila) y yo rubia,  me dice, me quedé en casa de un colega, echándole cojones a la vida,  haciendo chapuzas, pero había pocas o ninguna, los talleres aunque estaban hasta arriba de trabajo no contrataban más gente y   al final  me rendí. Fue poco a poco me cuenta, sin darme cuenta   me fui metiendo en una espiral demasiado grande para mi, y acabe en la calle.

A mí no me cuadra demasiado y le pregunto de nuevo ¿ te has rendido de verdad?, ésta vez me mira y afirma con la cabeza, y si te dan una nueva oportunidad? le insisto, ¿oportunidad? ¿pero tú de qué planeta eres rubia? ¿oportunidad?, quiero quedarme cómo estoy,  ésta es mi oportunidad, lo entiendes (me sorprende su tono de voz, por momentos se va poniendo algo tenso y lo dejo estar)

Cuando nos despedimos, nos estrechamos las manos  y nos deseamos suerte. Sigo mi camino, no dejo de darle vueltas a lo que acabo de vivir (y os aseguro que algo he vivido). Cómo una persona tan joven no cree en una nueva oportunidad, que le debe de pasar por la cabeza para esa rendición incondicional hacia la vida.

En mi cabeza, resonaba una y otra vez una estrofa de una canción de Enrique Bunbury: Otra vez perdiste tu oportunidad, siempre enfrentándote y al final, vencido por el miedo, caes al suelo y te dejas pisar…(El viento a favor)

En mi opinión, creo que no es bueno quedarnos con los brazos cruzados, ante tales historias. Modestamente he recogido la historia de Miguel, pero cuánta  gente debe vivir así, no sé en otras ciudades, pero aquí en la mía, Madrid, viven muchos, gentes anónimas, gentes sin ningún tipo de ilusión, sin ninguna meta, sin creer en las oportunidades. Victimas de  acontecimientos de los que ellos no tienen ninguna culpa (en algunos de los casos). No me cabe en la cabeza que a vivir entre edredones en la calle se le llame oportunidad.

Desde luego hay temas graves que nos están aconteciendo en estos momentos, pero os aseguro que éste es uno de ellos.