viernes, 22 de marzo de 2013

DON RAMÓN Y CAJAL


Domingo la comida ha sido algo movidita (ha habido jaleo con las judías verdes y los filetes) pero al final la sangre no ha llegado al río.

En la sobremesa y tiradas en la alfombra Lucia ésta enseñándome las letras mayúsculas de la revista del dominical (EL PAIS), tiene una cara preciosa, abre mucho los ojos cuando la pregunto si ve alguna M o si ve alguna T, con su dedillo me va indicando las letras y pone cara de “qué paciencia tengo que tener, no sabe buscar mayúsculas “.

La tele como de costumbre ésta encendida y ELLA recién operada de una rodilla sentada en el sofá y con el mando a su cargo (como siempre), mi hermana (la Jefa) lee atentamente algún artículo del periódico, mirándonos de vez en cuando a Lucia y a mí, sonríe, cuando la oye hablar conmigo.  

Entonces es cuando ELLA hace un ruido y la jefa le pregunta qué pasa mamá, ELLA  tiene la boca torcida y cerrado un ojo hace una señal con el brazo izquierdo indicándonos que no puede mover el otro brazo. Nos ponemos todos muy nerviosos, no dejamos que los niños entren en el comedor, Lucia no se asusta mucho y su padre la saca casi en volandas de allí, ¿papá que la pasa a la abuela?, mientras la jefa  ya ésta llamando al SAMUR, la oímos como cuenta lo que nos está sucediendo en ese mismo momento y yo sólo la acaricio la cara, la pregunto ¿qué es lo que te pasa mamá?, ELLA no deja de guiñar el ojo y me dice con la boca torcida “no lo sé”.

Su hijo empieza a darle instrucciones para que le apreté la mano, le hace una serie de preguntas y poco a poco la boca vuelve a su ser, el ojo vuelve a su normalidad y cada vez le aprieta la mano con más fuerza.

Pasado no sé cuánto tiempo, pero no mucho, aunque a nosotros se nos hace eterno el SAMUR se presentan en casa (cuatro personas, ni más ni menos médico, enfermera, técnico y conductor)

Hay nervios en casa, se nota, el médico se pone manos a la obra junto con los técnicos y la enfermera trata de buscar los datos de ELLA en una especie de Tablet, que parece ser no entiende todavía demasiado bien. Después de hacerle algunas pruebas en casa (han traído cantidad de aparatos) él (médico) y tras mantener una pequeña lucha con la dichosa Tablet decide que hay que llamar a una Ambulancia y llevársela al Hospital que nos corresponde.

Me gustaría hacer un inciso y darles las GRACIAS por el trato recibido , sobre todo con ELLA y con todos nosotros. Tengo que reconocer que perdimos los nervios discutiendo si la llevábamos a la Sanidad Pública o Privada (La Clínica La Luz) y la enfermera nos dio algo de luz sobre el tema “Si fuera mi madre, no dijo, yo me la llevaba al Ramón y Cajal, allí tienen todos los medios suficientes para hacerle ahora mismo un estudio en profundidad, tener en cuenta que si la lleváis a las urgencias de la Luz hoy domingo, sólo os la van a ingresar y tendréis que esperar a el lunes para comenzar a hacerle las pruebas, nos mira a todos  y me repite yo me la llevaba al Público”

El 112 la ambulancia no tarda en llegar, gente muy campechana que la montan en una silla de ruedas y se la llevan y yo con ELLA, dentro ya de la ambulancia,  la técnico como si la conociera, la saca el tema favorito de ELLA  sus nietos y comienzan hablar, normalmente, por un momento me dan ganas de decirle al conductor (guapetón, muuu guapetón, por cierto) date la vuelta que nos vamos a casa, pero seguimos camino hacia el hospital y entre las tres entablamos una tertulia muy simpática, el camino se nos ha hecho realmente corto. La técnico y yo la miramos y nos miramos y ELLA habla y habla quizá por el susto (no es persona de muchas palabras) hasta que llegamos al destino.

ELLA, vuelve a su silla de ruedas y nos llevan a la entrada de urgencias donde una jovencísima no sé si médica o técnico, la pregunta una vez más,  qué es lo que le ha pasado y cómo se encuentra, la médica o técnico me mira y dice yo la veo bien, y tras mirar a mi hermana (todavía no se como se coló) y a mi  decide enviarla a los “naranjas”. ELLA desaparece por un pasillo largísimo y un tanto siniestro, mientras otro celador nos indica donde debemos esperar.

Pasado un rato nos indican donde ésta  la Sala de los Naranjas, por lo que veo y escucho a los médicos, los “naranjas” son pacientes que dentro de la gravedad no lo son tanto, y eso me alivia un poco. Desgraciadamente no es la primera vez que nos encontramos en estas salas. Entre cortinas, con una luz fea muy fea, sin ningún tipo de intimidad, escuchando algunos quejidos, algunos pequeños llantos de personas que se encuentran solas, no las acompañan nadie y porqué no,  algunas risas, risas nerviosas. Se habla bajito, se habla alto,  algunas de ellos no escuchan bien, se oyen ronquidos, se escucha también  la tranquilad de saber que éstas en buenas manos.

Cuando veo que ELLA está más relajada, (le han hecho muchas pruebas en muy poco tiempo)  le digo que me salgo a la sala de espera para que entre alguno de mis hermanos (aunque eso para nosotros a decir verdad, no es problema no sé  cómo nos las ingeniamos que terminamos los cinco con ELLA) pero tengo ganas de tomarme un café y fumar, salgo al pasillo largo, lúgubre, me cruzo con “batas blancas” sin expresión en la cara, caras jóvenes pero con ese rictus que tanto detesto, miro a unos y a otros y pienso será el oficio, no les enseñan a sonreír.

Ya en la sala, saco  un café y me salgo a fumar, al lado hay un grupo de personas de etnia gitana, cuento como diez hombres más otras ocho mujeres y niños muchos niños, se encuentran en su salsa, dan buena cuenta de las maquinas de coca cola y de comida, hablan y hablan y yo no puedo dejar de poner la “parabólica”. Hablan, gastan bromas a los niños, discuten y comen, comen mucho, sus niños como todos los niños pequeños juegan, corren, chillan  y piden dinero para la máquina. Una vez de vuelta a la sala de espera me coloco a su lado, no hay más sitios o si ¿?, pero me apetece escuchar (cotillear)  lo que hablan. Y hablan del pequeñin que ha tenido que ingresar porque se ha tragado una pila de un reloj y parece ser que ésta ya fuera de peligro. Hablan  mucho y todos  la vez, y yo en mi salsa. De vez en cuando los observo y ellos siguen hablando me miran y alguno me hace partícipe de alguna cosa. Hablan de los meses de subsidio que les pagan después de salir de la cárcel. Me llama la atención,  cómo uno de los más mayores explicaba a los todos los demás cómo se había ganado dicho subsidio, pero lo más gracioso fue cuando el más joven de ellos, asentía con la cabeza y le dijo “exactamente eso es lo que yo estoy cobrando más o menos”. Todos o casi todos opinaban al respecto así que creo que han debido también estar encarcelados, dan bastantes detalles.

Cuando acabo el cafelito, me vuelvo a la Sala de los Naranjas, mi hermano ésta hablando con ELLA y justo en ese momento se la vuelve a llevar para realizarla por lo visto la última prueba un  Escáner, al poco tiempo llega el Neurólogo (casi un niño) y nos comunica que la van a dejar ingresada, que parece estar todo bien, pero quieren hacerla alguna prueba más (nos es la primera vez que sufre un Ictus, dichosa tensión, dichoso Adiro que tanto a ELLA como yo pensábamos que no se lo debía de tomar, asqueroso Adiro no sabes cuánto te odio…)

Esa noche  decidimos que “la jefa” pase la noche con ELLA y yo por la mañana voy a sustituirla. Aparezco en el Hospital al mediodía, voy andando hacia el edificio y pienso, vaya lavado de cara le hacía a todo el recinto, me llama la atención un edificio grande que está cerrado y abandonado “Consultas Externas B” y lo miro casi con miedo tiene una pinta siniestra. Cuando entro en el edificio principal y me meto en el ascensor cruzo los dedos para que las veinte personas que en ese momento estamos subiendo no nos quedemos entre dos pisos, la forma en la que suena no me da demasiada confianza, y cuando llego a la quinta planta, siento alivio. Cómo comenté anteriormente, no era la primera vez que estábamos en ese hospital, pero ésta vez sí que quise fijarme en todos los detalles.  Aparte de sentir como dije con anterioridad alivio al bajarme del rudimentario ascensor, me sentí en otra época, vamos que pensé que me había teletransportado. Olía, no sé muy bien a qué,   las instalaciones siguen igual de  antiquísimas,  llego a la habitación (final de pasillo) me encuentro que el baño no tiene un triste plato de ducha, huele mal, y apenas me puedo mover y  la habitación es igual  pequeña para que estén dos personas ingresadas juntas. La miro a  ELLA que como de costumbre  ésta enfadada (siempre lo  está cuando se encuentra en estas  situaciones, así que no me pilla de “nuevas”) yo me río y le comentó que no va estar mucho tiempo que la cama cuesta mucho dinero y que tal y cómo están las cosas le van a dar el alta ya mismo.

Esa noche duermo en el hospital, la vecina me indica como abrir el sillón y charlamos (que raro jejeje) ELLA me mira y empieza a menear la cabeza como diciendo ya ésta otra vez liando a la gente para que le cuente cosas y de reojo la miro y la sonrío poniendo cara de buena y recibo un ¡¡cotilla!! muy bajito.

Hemos bajado un par de veces a fumar, hemos hablado de trivialidades y decidimos que es hora de irnos al sillón a dormir. En alguna ocasión he comentado que duermo como los angelitos por muchos problemas que tenga yo duermo, no descansaré pero dormir duermo,  y el sillón al principio parecía cómodo (puede ser,  que estoy acostumbrada a dormir en los aviones (mi mejor sedante, es poner un pie en el avión y caer como una bendita o no?) y con esa idea me incline y busque acomodo en él. 

ELLA se porto como una campeona y no dio guerra ninguna sólo pidió hacer un pis y dormimos como cuatro benditas, a la mañana siguiente fue cuando al incorporarme sentí cierto mareo y un dolor en el cuello tremendo (parecían agujetas), baje a desayunar llovía a cantaros y no es una metáfora, caían cortinas de agua, así que decidí hacerme la loca y pasar a la cafetería de los "Batas Blancas" me estire la ropa y con paso firme como si fuera de la casa entre, pero no coló... Amablemente me dijeron que no podían atenderme que era una ENORME cafetería para el personal del Hospital y que si quería desayunar, debía cruzar a la estación de RENFE y que allí encontraría la  cafetería. Y así lo hice, cayendo chuzos de punta, sin un triste paraguas, salí corriendo hacia la estación y buscar la puta cafetería. Me dolía la cabeza, me dolía el cuello, y tenía una  especie de resaca rara, tenía ganas de desayunar así que cogí mi bandeja y espere a que me tocara, la cafetería es un autoservicio y a esas horas estaba hasta la bandera.


Termino de desayunar y me subo a la habitación, de nuevo en la quinta planta al final de pasillo le pregunto a ELLA si la han aseado y me dice que prefiere que la duche, así que dispongo todo para la ducha, pero no hay ducha!!!! Y mi compañera de noche (Pilar) me dice que hay que salir al pasillo, casi al principio y allí hay unas duchas. No pasa nada me digo, vamos allá, la pongo la bata a mi madre y nos disponemos a salir, cuando llegamos a la habitación de las duchas estamos solas y campamos a nuestras anchas, ELLA se desviste y cómo podemos nos metemos en el ducha, a decir verdad no ha sido difícil, y sin contratiempo alguno y lo mejor ELLA se ha relajado, despacito y con sus muletas volvemos a la habitación que huele a “caca” Emilia la pobre no puede moverse y se la ha hecho encima y enseguida han venido a cambiarla, no pasa nada pienso algún día me pasará a mí.

Salgo del hospital y a eso de las 17 horas vuelvo a pasar la noche con ELLA de nuevo, pero según voy bajando del coche me digo en cuánto veas a una auxiliar le pides una almohada  para dormir, el dolor me digo es del puto respaldo. Llega la hora de dormir y me toca el hijo de Emilia (persona maja donde las haya) y resulta que hemos estudiado en el mismo colegio, hablamos y hablamos de aquella época y nos reímos y ELLA también entra al trapo, la pobre Emilia escucha pero apenas puede hablar pero también sonríe.  Llega la hora de irse al sillón y nos empezamos acomodar ésta vez soy yo la instructora de los sillones, además de indicarle que se ponga una almohada en la cabeza, sino lo va a pasar mal. Alberto me mira y me hace el gesto de y ¿tú? Yo le contesto ingenua de mi, voy a salir a pedirle una a la auxiliar. Y así lo hago me cruzo con una de ellas y le pido por favor que me deje una almohada, me mira con la  cara ¿lo qué? Le repito una almohada, chica el sillón es incomodísimo,  sólo contesta,  no hay y sigue su camino, la persigo y ahora soy yo la que la digo ¿qué no me puedes dar una almohada? se para y me dice, no hay, y una manta, vuelve a pararse y me dice tampoco, la miro y la pregunto ¿dónde ésta la cámara? ¿es una broma no?, no, contesta algo alterada, no es broma y se marcha, se pierde por el pasillo.

No me gusta lo que me ha dicho y algunas habitaciones están abiertas y me digo de nuevo como veas una cama vacía,  coges la almohada y la manta y te las llevas. Y hay camas vacías pero curiosamente sin almohada y sin mantas, y vuelvo a la habitación y lo cuento porque estoy algo indignada y ELLA y la pobre Emilia me dicen que coja las suyas ELLA tiene una en la cabeza y otra en la pierna y Emilia  4 la pobre las necesita.  Así que la quito la manta y la bata a ELLA y así pasamos las noches que nos quedan allí.


REFLEXIÓN.-

El miércoles pasado escuchaba en la Cadena Ser (19,20 horas) a un responsable médico (no me quedé con su nombre) hablando sobre las agresiones que recibían los médicos, hablaba que las recibían sobre todo drogodependientes, de personas adictas a los tranquis, ansiolíticos y lo que más gracia me hizo (ya, ya sé que no la tiene) donde se "recibía" más eran en los ambulatorios por parte de los  acompañantes de los pacientes, hablaba de un porcentaje alto.

Y bueno todos, nos hemos “revolucionado” con la noticia, hemos hecho la noticia nuestra. Y yo me solidarizo con ellos, claro que sí. Pero los maestros, policías, bomberos, dependientes, etc. también la sufren, que no se nos olvide y por lo que tengo entendido los porcentajes son demasiado altos.

Quiero terminar dejando algunas preguntas al aire ¿por qué no es noticia en las condiciones tan nefastas que se encuentran ciertos hospitales?, ¿por qué no es noticia del tiempo de espera para la realización de una prueba médica?, ¿por qué no es noticia  la grandísima falta de todo tipo de personal...? ¿por que?

Recordar que la Sanidad Pública no es gratuita que la pagamos todos, olvidémonos del tema de los recortes, esto lleva sucediendo desde hace mucho tiempo, demasiado. Vamos a preocuparnos por este tipo de cosas, vamos a luchar por mejorarlas, desgraciadamente las vamos a necesitar ojala que sea más tarde que temprano, pero las necesitaremos. En nuestras manos ésta....


D. Ramón y Cajal excelente médico y científico, pero su hospital se cae a cachos….”

domingo, 17 de marzo de 2013

.....AY PENA PENITA PENA


Hace poco un artículo donde el columnista  o como se llame,  decía algo muy parecido o idéntico a lo que me sucede a mí. “El señor Morfeo me visita cada noche, no me resisto y me voy con él en cuanto siento su presencia, con problemas o sin ellos no me resisto a su dulzura y sus cálidos brazos. Pero anoche me hice la “dura” y decidí no ir, reconozco que había comido y bebido algo más de lo normal y que el estomago me daba de vez en cuando avisos de “te has pasaoooo” o quizá fuera la indignación, el asco o la PENA la que me hizo no poder conciliar el sueño.

Ahora, con dos cafés y un poco adormilada no estoy segura si era la rabia, no sé si eran ideas un tanto maquiavélicas las que no me dejaban irme con mi amado Morfeo, o era la PENA, una pena desgarradora,  profunda la que no me dejaba dormir.

Ay pena penita pena como dice la copla, que mala compañera de viaje eres, ay pena penita pena quiero dejarte, quiero abandonarte y tu no me dejas, ay pena penita pena sigues ahí, siempre amenazando, siempre en la puerta, con tus ojos fijos en los míos, con tus dedos acariciándome, ay pena penita pena tienes que marcharte.

Y  tienes que marcharte porque decido que tu enemiga la alegría tiene que volver a casa, hace un tiempo  que discutimos, hace tiempo que se marcho, hace tiempo que no sé nada de ella. Pero estoy decidida a hacerle de nuevo un hueco, estoy decidida a no discutir más con ella,  y seguir cada una de sus instrucciones sin hacer preguntas, estoy decidida hacerme de nuevo su “mejor amiga”, su “mejor compañera”.

Y le haré junto con su  amiga LA LUCHA, voy a ser una de sus mejores discípulas, no me voy amilanar, ya no!! voy a luchar por lo que considero justo, por lo que es de extrema necesidad, no quiero ver más llantos, no quiero oír tantas palabras de decepción, hirientes, basta ya de tanta maldad, de tanta mentira, de tanto dolor.

Basta ya de tanta basura que no nos lleva a ningún lugar, basta ya de tantos daños colaterales que tanto nos afectan, basta ya de tantas personas egoístas que en nombre de (XXXXXX) solo buscan su bienestar, sólo buscan su comodidad, sólo buscan su maldad, actuando a base de mentiras y más mentiras, actuando sólo con despropósitos uno tras otro, no hacen prisioneros, ellos aniquilan, aniquilan  toda clase de  ilusión tanto en  mayores como en los más  pequeños.

Habrás ganado una batalla y va por ti… pero te queda mucha guerra y muchas batallas por pelear, piensa bien tu estrategia, yo, ya la tengo, juego con ventaja (demasiado tiempo libre quizá?), juega bien tus cartas, piensa bien lo que haces, mira siempre a tu alrededor yo te  estoy observando y calibrando al milímetro tus actos, no son amenazas, no es haber pasado alguna noche en “blanco” tampoco, voy a presentar batalla y  vas a sufrir, y te voy a hundir, y serás, ay pena penita pena la que ésta vez llore, y serás ay pena penita pena la que no duermas, y serás ay pena penita pena la que quede como un mal recuerdo, como una mala pesadilla, ay pena penita pena…

lunes, 4 de marzo de 2013

CARMINA

1ª PARTE

Llega pronto a su cita, han quedado en la terraza que está enfrente del Palacio Real, decide sentarse y pedir una copa de vino blanco, Carmina no bebe, es más no le gusta el vino, pero cree que le dará un aspecto más interesante. 


Se mira una vez más y sonríe pensando que se ha vestido como la Penélope de Serrat (con su bolso de piel marrón, sus zapatos de tacón y su vestido de domingo) pero le gusta, SE GUSTA, y vuelve acomodarse en su silla, una vez más mira el reloj y empieza ese nerviosismo tan característico en ella. Decide probar el vino, no ésta mal, piensa, fresquito, afrutado, no, no ésta mal. 

No puede evitar volver a mirar el reloj, debía haber salido más tarde de casa se dice así misma, pero mientras espera decide seguir bebiendo y contemplar el escenario. 

Es domingo a comienzos de la primavera y la gente ha salido a tomar el vermut, tienen las caras algo pálidas, y todos buscan alguna terracita donde sentarse con sus gafas de sol, algunos solos con sus periódicos, otros en compañía y otros como ella esperando…

Le llama la atención una pareja joven mucho más joven que ella. Sentados justo enfrente de ella, han pedido cada uno sus respectivas consumiciones y él se ha puesto a leer el periódico, ella mientras tanto ha buscado la posición idónea para que el sol le dé de cara. Ella le comenta algo y él sólo asiente con la cabeza, y ahí acaba toda la conversación entre ellos. No puede dejar de mirarlos, no puede dejar de acordarse de que no hace mucho tiempo era ella la que hablaba y Javier (su ex) asentía con la cabeza.

Carmina, le da otro sorbo a su vinito y sigue mirando pero ésta vez ya no observa sólo empieza a recordar. Este año cumplirá los 50 y ya tiene un hijo con 25 años (Javier) una hija con 24 (Inés) y el más pequeño de 22 (Pablo), y aquí cómo una quinceañera, piensa, con el estomago encogido y las palmas de las manos sudorosas, mira nuevamente el reloj y se pregunta si será este el sitio convenido, parece que se retrasa, no mucho pero se retrasa y le parece de mal gusto llamarle al móvil, así que decide volver acomodarse en su silla y 
seguir mirando el maravilloso escaparate que tiene enfrente de ella El Palacio Real.


Pero no es capaz de relajarse, no puede concentrase, no deja de pensar que en cualquier momento alguien le tocará el hombro suavemente y se dará la vuelta y allí estará él. Se lo ha imaginado de tantas maneras, las fotos que ha visto no han sido de demasiado ayuda así que ella se ha hecho su propia composición. No deja de mover los hombros, no deja de mirar hacia los lados y de vez en cuando mirar hacia atrás, no puede evitarlo. Busca su teléfono no vaya a ser que me haya llamado y lo tenga en silencio, pero no, no ha llamado nadie, tiene un mensaje pero es de Pablo “llego a Madrid el martes por la tarde”, se ha marchado con el padre a Galicia 

Ellos, Javier y Carmina son de allí de Costa da Morte, zona costera de A Coruña y su ex después de la separación, decidió marcharse a la aldea, decidió volver a sus orígenes, a su casa de toda la vida. Casa que por otro lado, habían comprado a sus hermanos, la habían rehabilitado invirtiendo allí parte de sus ahorros, porque Javier decía que sería su refugio, que sería su verdadera casa, sólo para los dos y ella le creyó. Recuerda lo bien que se lo pasaban los chicos y ella durante las vacaciones tanto de Navidad, como de Semana Santa, verano y cualquier puente que pudieran aprovechar, no hacían pereza, se marchaban con la casa a medio hacer, con los críos bien chiquitines, siempre encontraban algún pariente que les socorría, siempre encontraban donde dormir y comer.

Y vuelve a mirar el reloj, y vuelve a mirar el teléfono y vuelve a mirar El Palacio Real. La copa de vino empieza a dar sus últimos coletazos y se ha calentado, ya no tiene ese sabor que al principio tanto le gusto, su sabor se ha convertido en algo amargo, no le gusta y vuelve a llamar al camarero indicándole que por favor le vuelva a traer otra copa de vino.

Delante de esa segunda copa de vino se dice moviendo la cabeza "a ti las cosas a la primera nunca te salen" y sigue bebiendo, sigue esperando….