miércoles, 16 de julio de 2014

UNA HISTORIA FELIZ


Carmen de ocho años de edad, no entiende porque esta noche, hay tanto ruido en casa, a esas horas piensa, mamá y papá están viendo la tele,  la puerta de mi habitación está cerrada y Pompas (su cachorro  yorkshire) sentado en el suelo, no deja de mover las orejas.

Tranquilo Pompas, dice Carmen, ven sube aquí conmigo.

Mientras acomoda al cachorro a su lado, le dice, a mamá y a papá no les gusta que duermas aquí, y de pronto escucha como las ruedas de una maleta pasan por su habitación, ella se pregunta si es que se van de de nuevo a la playa, mientras cierra sus grandes ojos verdes, quedándose dormida  al lado de su amigo.

A la mañana siguiente sigue siendo todo raro, la puerta de la habitación está abierta y Pompas no está a su lado, mamá tiene mala cara, parece no haber dormido en toda la noche. ¿mami, no vas a trabajar hoy? ¿a qué hora viene Laura?, ¿mamá?.

Ella no escucha a su hija, sentada enfrente de ella, mira su cuarta taza de café, no ha dormido en toda la noche, es incapaz de escuchar nada, en su cabeza solo resuena las últimas palabras de su hasta hoy marido “no podemos continuar así Merche, tenemos que hacer algo al respecto, tu no me quieres y yo tampoco a ti”  “tu no me quieres y yo tampoco a ti tampoco”, “tu no me quieres y yo tampoco a ti”.

No podía quitarse esas palabras de la cabeza, mamá, mamá el desayuno, ¿mamá, qué te pasa? ¿estás malita?, Merche sigue sin hacerle caso, sólo es capaz de acariciar al pequeño animal, que le hace cucamonas a dos patitas.

¡¡Mamá!! le vuelve a decir Carmen, el desayuno, y es cuando ella repara en Carmen, la sonríe, y como si acabara de llegar le dice con media sonrisa, ¿ya te has despertado? mientras se levanta de la silla y la abraza por detrás, haciéndole cosquillas, ¿bueno qué le apetece desayunar a la princesa?, Carmen mientras ríe, piensa, …mama no está bien, llevo aquí un rato largo, y ahora se da cuenta, a mamá la pasa algo, mientras se da la vuelta en la silla y  la abraza fuertemente, gritando ¡¡mamaaaaaaaa!!!

Merche, la prepara el desayuno, y sale al tendedero a fumarse un cigarro (prohibido fumar en la casa nueva, dijo Carmen en cuanto estuvieron instalados), ella mira a su madre mientras se come una de las tostadas. Sabe que la pasa algo, está fumando mucho, se dice, en cuanto venga papá se lo dirá para que la regañe, el tabaco es malo, la gente se muere y yo no quiero que se muera, se dice a sí misma, en cuanto venga papá le diré que la vuelva a regañar, a él le hace mas caso que a mí dándole otro mordico a la tostada
.
¿Mamá? ¿nos vamos a la playa otra vez?, pregunta Carmen, ¿qué cariño? pregunta Merche, mientras apaga apresuradamente  el cigarro, ¿qué si nos vamos otra vez a la playa? Esta vez habla más despacio, su madre está sentada a un lado de la mesa. No, le dice Merche. Si acabamos de venir hija, y entonces porque a noche volvisteis a sacar la maleta, ¿qué maleta Carmen?, Mamaaaaaaa, no me engañes ehhh, que oí anoche las ruedas de la maleta grande.

Merche envía a Carmen a vestirse, van a bajar juntas a “Pompas”, y mientras ella corre por el pasillo, Merche vuelve al tendedero, vuelve a encenderse otro cigarro y vuelve a la noche anterior, ella acababa de acostar a Carmen  y Juan había subido de la calle con el perro, como de costumbre ella se sentó en uno de los taburetes que había en el tendedero y para su sorpresa, Juan se sentó a su lado. A él, no le gustaba el olor a tabaco, no le gustaba que Merche fumase e intentaba por lo menos dos veces a la semana que ella lo dejara.

En cuanto Merche, le vio acercarse, le dijo, tienes razón, tengo que dejarlo, prometo pensar en ello, mostrándole una bonita sonrisa, pero Juan hoy no quería hablar de tabaco, no quería hacerle reflexionar sobre su salud. Juan quería hablar de ellos, de su relación, de lo que estaban haciendo con sus vidas, de cómo todo giraba alrededor de Carmen, de cómo hacía ya algún tiempo no se entendían, no hacían nada juntos, ya no compartían nada, excepto a la niña y a su “amigo Pompas”.

¡¡Mamá!!, grito Carmen desde su habitación, no encuentro las sandalias, Merche apaga el cigarrillo y va  en busca de ellas, sabe  que están en el zapatero y que Carmen como de costumbre no las ha buscado.

Han llamado a la puerta, Carmen sabe que es papá, nadie más, toca la puerta como él, sale corriendo con una sandalia en la mano, ¡¡papaaaaa!! es ¡¡papaaaaa!! le dice a Pompas mientras corren por el pasillo, cuando abre la puerta, Juan como de costumbre tiene los brazos abiertos esperando a que Carmen salte a su cuello, está vez Juan aprieta a su hija más de lo acostumbrado y ella, mientras ríe, le dice papá me haces daño, de inmediato la deja en el suelo y saluda a Pompas, acariciándole su cabecita, buen perro, eres muy bueno, Merche ha salido de la habitación y saluda a Juan, sin demasiado entusiasmo, que prontito has venido de trabajar papá, le dice Carmen, mientras termina de abrocharse la sandalia, Juan mira a Merche y sabe por su cara que ella no le ha dicho nada todavía,  Merche sigue con el plan que trazaron la noche pasada.

Queda algo de café, le dice Merche a Juan, vale le contesta, mientras se dirige a la cocina, tengo hambre, Merche se le queda mirando y vuelve a decir, te preparo una tostada, no, le dice Juan, ya lo hago yo. Carmen no ha notado nada, sólo que papá se ha ido a trabajar y ha vuelto a desayunar, Carmen no sabe nada, ella, está en el comedor con la tele encendida y sus papas en la cocina desayunando juntos.

Han salido a pasear a Pompas, han preparado la bolsa para bajar a la piscina, han jugado en el agua los tres como de costumbre, mamá ha bajado un pequeño aperitivo que entre aguadillas y risas se toman, Carmen está contenta juega, chilla, y papá sigue haciéndole aguadillas a mamá y está a su vez ríe e intenta perseguir a papá por toda la piscina, Carmen no ha notado nada. Carmen sigue jugando con sus amigas mirando de vez en cuando a sus padres como siguen jugando en la piscina.

Han pasado casi dos años desde la separación de Merche y Juan, de mutuo acuerdo alquilaron el domicilio conyugal y  Carmen ahora dispone de dos casas nuevas, más pequeñas  como cuenta, a sus amiguitas, Carmen sabe que papá vive muy cerca de mamá, sabe que ella se va con él cuando quiere, no hay problemas, no hay un “te toca a ti, me toca a mí”, ella elige con quien quiere pasar la noche ,  nadie trata de convencerla para que cambie de opinión, ella decide con quien quiere pasar el fin de semana,  nadie trata de convencerla para que cambie de opinión, ella elige.

Carmen, sólo es una niña, y actúa como tal. Pero  sabe que papá y mamá son buenos amigos, sabe que papá y mamá no están enamorados, que no volverán a estar juntos, sabe que quizá papá o mamá vuelvan a  rehacer sus vidas. Pero de lo que está segura es que nunca será una moneda de cambio, que nunca chantajeará a sus padres, que nunca tendrá que elegir, que nunca se preguntará,  si ella es la causa de la separación. No llorará a escondidas preguntándose si ha tenido la culpa de la última bronca, Está segura que  papá y mamá estarán ahí, siempre con ella, porque es su princesa, porque no les mueve ningún interés económico, porque  ante todo SON PADRES.

domingo, 6 de julio de 2014

LA ENTREVISTA

Como  todos los días Juan Carlos se ha levantado a la misma hora, pero hoy un poco más contento,  su rutina  ha sido la misma, ducha, afeitado, desayuno y esperar  a  Lucía,  su mujer,  a la que lleva a trabajar al Ministerio de Fomento  todos los días.

En el coche, Lucia está especialmente más risueña, aunque en el fondo también se encuentra algo más preocupada, después de año y medio Juan Carlos va hacer su primera entrevista después de su despido. Después de año y medio observando cómo su marido se marchitaba día a día, por fin, hoy, le ha vuelto a ver ese brillo en los ojos, por fin, hoy, le ha vuelto algo de esperanza, por fin, hoy, Juan Carlos se ha atrevido hablar de futuro.

Mientras termina de pintarse en el coche, recuerda la voz de su marido cuando la llamo al despacho “Luci, me han llamado para hacer una  entrevista (le dijo con voz temblorosa) tengo que estar el miércoles a las diez y media de la mañana y preguntar por José María de las Arenas”. Lucía no se le ocurrió preguntarle qué empresa le había llamado, que tipo de trabajo le habían ofrecido, no se le ocurrió nada de nada, sólo se le saltaron las lagrimas, sólo fue capaz de decirle, “te invito a comer”, colgando inmediatamente el teléfono y marchándose al baño a llorar.

Lucia, este año cumplirá los cincuenta años, y de un tiempo para acá, la vida no ha sido fácil para ella, ha tenido que trabajar mucho y más duro, ya que en el Ministerio donde lleva  trabajando casi treinta años, las cosas se han ido poniendo cada vez más difíciles, cada día se enfrenta a más recortes sus apoyos han ido saliendo uno a uno del mismo, tras trabajar con ella cerca de diez años, ha visto como su departamento ha ido mermando poco a poco y los papeles amontonándose.

A ella,  nunca le asusto el trabajo, de hecho su puesto nunca peligro, después de los  distintos cambios de gobiernos. De ella se dice que es una persona responsable, que sabe dirigir bien a su equipo, que sabe encontrar soluciones donde muchos no creían que existían.

Pero desde hace más o menos año y medio, la vida de ella cambio radicalmente, todavía recuerda cuando llego a casa tras un día agotador en el Ministerio y encontró a Juan Carlos en la cocina, sentando ante la mesa, con una cerveza en la mano, y un taco de papeles en la otra.

¿Qué ha pasado Juan Carlos? ¿Qué son todos esos papeles? Le pregunto Lucía, mientras se quitaba los zapatos y buscaba algo en la nevera.

Me han despedido, le dijo Juan Carlos de sopetón, me han echado, le volvió de decir dando un trago largo a su cerveza, Lucía se paralizo, tardo algunos segundos más en sacar la cabeza de la nevera, ¿cómo es posible?, pensó Lucía, ¿qué vamos hacer? se dijo de nuevo y cogiendo otro bote de cerveza, cerro la nevera, sentándose enfrente de Juan Carlos. ¿por lo menos te habrán arreglado los papeles del paro? pregunto algo ofendida.  Claro mujer, aquí lo tengo todo, supongo, volvió a decir Lucía ¿qué has  revisado la liquidación?. Claro mujer, Juanjo no se ha separado de mi, y la hemos revisado juntos. Tranquilízate por favor Lucía,  todo está bien, todo es legal.

Ella quería desaparecer, ella quería meterse en la cama y hacer como si hubiera sido un mal sueño, ella no quería estar enfrente de Juan Carlos, no porque no le quisiera, no porque no le apeteciera estar con él, no, nada de eso. No sabía que decirle, Juan Carlos siempre había sido el optimista, Juan Carlos en todas las situaciones a las que se habían enfrentado desde hacía ya veinticinco años, siempre veía la botella medio llena, jamás de los jamases se permitió el lujo de verla medio vacía, para eso estaba ella, pesimista desde siempre, recibiendo apoyo  de su marido, escuchando sus consejos y llevándolos a cabo, con muy buenos resultados. Que le iba a decir ahora, que consejos le iba a dar ella ahora a él. Tenía todo su apoyo, siempre lo tuvo, pero ahora ¿qué iba a ser de ellos?, ¿ la botella seguiría medio llena?.

Los días fueron pasando, los meses también, y Juan Carlos no dejaba de mirar ofertas de trabajo de rehacer una y otra vez su CV y enviarlo a distintas empresas, Juan Carlos no dejaba de llamar a “amigos” ahora casi desaparecidos (estaban reunidos, no se encontraban en el despacho, no contestaban al móvil) definitivamente se habían esfumado. Mientras Lucía, no dejaba de hablar con compañeros, con superiores, tratando de buscar para Juan Carlos una nueva oportunidad laboral, pero siempre recibía la misma contestación, “es una persona muy cualificada, tiene un buen CV, pero tiene cincuenta y tres años, demasiado mayor”.

Ella siempre le contaba sus avances en relación a su CV, siempre optimista, le contaba que había hablado con fulanito que a su vez tenía un amigo que podría echarle una mano, jamás le contó que era demasiado mayor, que quizá tenía demasiada experiencia,  que buscaban otro perfil, que habría que formarle y una vez formado enseguida le llegaría la edad de jubilarse, ella siempre entraba en casa con una sonrisa, con algún enlace de alguna empresa para que insertarse el CV, pero Juan Carlos empezó a ver “la botella medio vacía ” , su mirada lo delataba, se marchitaba por días. Aunque con  una actitud positiva  (madrugaba, la lleva al trabajo, realizaba las tareas de casa, hace planes para el día), sus ojos no la engañaban sabía que de un momento a otro, Juan Carlos podría hacer explotar la botella.


Esa noche, Juan Carlos, una vez más se levanta de madrugada, como muchas más,  no es capaz de conciliar el sueño, Lucía, como de costumbre le escucha, levantándose en muchas ocasiones, en otras le deja a solas, sabe que lo necesita, pero hoy decide levantarse, mañana tiene la entrevista, mañana tiene que estar descansado, mañana va a ser su gran día, mañana por fin, será él quien la invite a comer. Sabe que está en el comedor con la televisión puesta, sabe que no la hace caso, sabe que la necesita, se acerca a él, se acurra a su lado susurrándole  “mañana la botella empezara a llenarse de nuevo”.