domingo, 26 de mayo de 2013

EL BARRIO


Mi barrio es el de la FP y reía, algunas personas no entendían demasiado bien a lo que se refería Marta, cuando la preguntaban donde vivía.

Mi barrio continuaba diciendo, es modesto, aunque no pasamos necesidades,  pero sí que teníamos prisa en  ponernos enseguida a trabajar, queríamos comprarnos esos vestidos de moda, zapatos, motos, sacarnos el carné de conducir y estudiando no era posible, en casa  había dinero para estudiar y salir algún fin de semana, el jornal de papá no daba para más y a la hora de elegir  ser médico, abogado o economista, lo teníamos claro 2  años de FP y a ganar dinero.

Marta, lo tuvo claro, los padres insistieron para que cursara estudios superiores, ella destacaba en el instituto, pero ella tenía prisa, tenía ganas de independencia económica y así fue como tras acabar sus estudios de FP como administrativo, consiguió entrar a trabajar por medio de la Escuela  en un famoso bufete de abogados en plena city madrileña.

Comenzó trabajando como “auxiliar de documentación” pero en realidad se pasaba el día haciendo fotocopias, poniendo cafés y aguas, a ella no le importaba estaba ilusionada, era  algo tímida, pero siempre con una sonrisa en la cara.

Marta llevaba ya seis meses trabajando en el bufete, cuando uno de los socios, le comunico a la responsable de Marta que iba a necesitar a una secretaria la suya iba a causar baja en pocos meses. Esta le comento que Marta con un poco de formación podría realizar el trabajo sin problemas, la había ido observando durante este tiempo y estaba segura que realizaría el trabajo sin problemas.

Marta, no podía creérselo, le habían ofrecido un puesto como secretaría de unos de los socios. A ella al principio le hizo ilusión, la iban ascender, ahora ella sería quién llamaría para que le preparan la sala para las reuniones de su jefe, pero a la vez le amenazaban los miedos ¿y si fallaba? ¿y si no alcanzaba las expectativas que había puesto su responsable? ¿tendría que volver a su antiguo trabajo de por vida? o peor ¿la despedirían?, pero enseguida los desecho, sabía que podía realizar el trabajo, habían confiado en ella y les demostraría que no se habían equivocado en su elección.

Efectivamente, después de un periodo de formación de cerca de tres meses junto con la antigua secretaria, así como el propio socio, Marta, funcionaba “ya solita” como decía Fermín (socio) incluso le  dio la enhorabuena a la antigua responsable de Marta, por su buen criterio.

Marta llevaba ya más de dos años trabajando con Fermín, trabajaban bien, hacían un “buen tandem”, Marta nunca tenía prisa en marcharse a casa, no le gustaba dejar las cosas a medias y en más de una ocasión Fermín tuvo que “enfadarse con ella”, debía irse a casa a descansar, te voy a pagar lo mismo le decía sonriendo, ¿que pensará de mi, tu novio? ¿me a tomar manía? ¡¡sal y diviértete!!, Marta le miraba y seguía a lo suyo.


Lo que Fermín no sabía era que Marta, en ese momento no tenía novio, ni amigo con derecho a roce ni nada de nada, con Carlos ya había tenido suficiente habían estado saliendo desde el instituto pero él se había metido en historias de drogas y Marta decidió apartarse lo más rápido posible.

Había visto en su barrio morir a demasiada gente, había visto como día a día  algunos de sus antiguos compañeros de clase se iban consumiendo, como esperaban a “ese coche” que les llevaba a ponerse esa dichosa dosis, los había visto como pegaban e insultaban entre ellos, había visto como lloraban como niños porque  no habían llegado a tiempo a coger ese dichoso vehículo que por 3 o 5 euros los llevaba al barrio de la Rosilla, no, definitivamente no quería saber nada de “drogas”.

Llegando las navidades, Fermín le comunico a Marta que ese año deberían preparar ellos la famosa “Cena de Navidad” para todo el bufete, tenían que esforzarse e innovar. Tenemos que hacer dijo Fermín,  que la gente recuerde esta cena durante mucho tiempo, Marta enseguida se puso manos a la obra y contacto con varias empresas dedicadas a preparar estos eventos, pero ninguna  los convencía, así que le  dijo a Fermín que porque no encargarse ellos mismos de todo, a él la idea le gustó, ¿por qué no? pensó, tanto él como Marta se merecían cambiar el “chip” por unos días.

Pasaron unos días ajetreados (mirando locales, hoteles, restaurantes, diseñando ellos mismos las invitaciones, buscando animadores) si, ajetreados pero muy divertidos, se los veía ilusionados, reían, cada mañana tanto Fermín como Marta llegaban al bufete con una nueva idea, viable alguna de ellas, otras se quedaba en eso, sólo una idea. Estaban ilusionados, no les importaba después de haber estado todo el día de “ceca a la meca” volver a la oficina a  despachar algún asunto, revisar las llamadas, planificar agenda,  nada urgente.

Por fin llegó la “Cena de Navidad”, Marta y Fermín triunfaron, y triunfaron de verdad, la “cena” fue todo un éxito, las felicitaciones se fueron sucediendo durante toda la noche, Marta no pudo tomar bocado alguno, tenía como decía ella “un alien en el estomago” que no la dejaba comer, pero una vez que los “peces gordos” se fueron marchando, ella empezó a devorar todo lo que encontraba, Fermín y algunos compañeros de confianza le animan diciéndole que se lo merecía más que nadie, que era su fiesta y que había triunfado. Ella comía, bebía y reía, era su noche había recibido su primer “Oscar”.

Pasadas ya navidades, todo volvió a la normalidad,  Marta como siempre quedó en el comedor del bufete para comer con sus compañeras de siempre, pero hoy la iban a presentar a una nueva incorporación, decían que era una “enchufadilla de un pez gordo” y así fue como conoció a Xisca, ella era mallorquina y había decidido venirse a trabajar a Madrid. Palma se me ha quedado pequeño, les dijo, allí todo el mundo se conoce, allí todo el mundo sabe lo que haces, un rollo chicas. A Marta le gusto la manera de ver la vida de Xisca, era cierto que era una niña de papá, pero que no se lo habían puesto fácil, pensó Marta

Terminada la jornada laboral, y como todos los jueves salieron a tomar una cervecitas y pasarlo bien!!!, Xisca se apuntó y fueron recorriendo los bares de la zona, se hacía tarde y  Xisca había quedado con algunos amigos de la carrera que estaban trabajando en Madrid, ella animó a sus compañeras a que la acompañaran, todas declinaron la invitación menos Marta, había sido un día duro, Fermín y ella llevaban todo el día de reunión en reunión, con el agravante que Marta además tenía que terminar de documentar todas esas reuniones, definitivamente había sido un día agotador y decidió marchar con ella.

Llegando a la zona de Huertas, Marta se fijo en que Xisca tenía prisa en llegar incluso increpo al taxista de su lentitud, Marta la miraba haciéndole gestos con la cara ¿qué es lo que te pasa?, ¿por qué tanta prisa?. Xisca se removía en su asiento, no dejaba de dar golpecitos en la ventanilla, se tocaba compulsivamente el pelo y los ojos. Una vez en Huertas, Xisca abrió la puerta y salió corriendo, Marta se quedo dentro del taxi mirándola igual que el taxista e inmediatamente se giro sobre sí mismo y le dijo, ¿va a pagarme verdad?, Marta, sin hacerle demasiado caso y casi automáticamente saco de su bolso el monedero y pago, el taxista mientras buscaba las vueltas, sonreía comentando, vaya prisa que tiene su amiga, ha salido a la carrera jajajajaja, y  dándole el cambio y el ticket meneo la cabeza y dijo, mala cosa, mala cosa.

Marta, bajo del taxi y pensó en lo último que lo había dicho el taxista “mala cosa” a que se referiría, si ella pensaba pagar. Se colgó el bolso de bandolera y empezó a buscar a Xisca con la mirada, de pronto escucho su nombre Martaaaaa!!! aquí!!! y ella la vio como saltaba y agitaba sus manos, marchado a su encuentro. En cuanto estuvieron cara a cara, Marta la pregunto ¿por qué había salido disparada del taxi?, Xisca, ahora más tranquila, pero con una mirada algo vidriosa, la cogió por los hombros e  inicio las presentaciones.

¿No estuvo mal  lo de anoche? Le pregunto Xisca a Marta la mañana siguiente, Marta dando un sorbo a su café,  no, no estuvo mal, ¿esta noche podíamos repetir? ¿es viernes y mañana no trabajamos?, sin saber muy bien porque Marta acepto la invitación y volvieron a verse en el mismo sitio. Ven le dijo Xisca a Marta te voy a presentar a Jaume,  un buen amigo.

Jaume, era un poco mayor para andar con ellos, de agradable aspecto, buena conversación, simpático pero  lo que más le llamo la atención a Marta fue la enorme cantidad de dinero que llevaba encima. Él se intereso por Marta inmediatamente, la invito a tomar una copa y le busco sitio en su mesa para que se sentara en su grupo, Marta acepto su invitación y se pusieron hablar de tema triviales,  se lo pasaban bien juntos, coincidían en muchas cosas y en otras no y a Marta eso le gusto.

Pero la realidad era otra, el tal Jaume era el “camello” de la zona, e intentaba con toda su palabrería y exquisitez de modales, captar “nuevos clientes” y así fue como Marta fue cayendo poco a poco en sus redes, al principio Jaume le hizo ver el interés que él tenía en Marta,  le gustaba tal y como era,  pero sutilmente le dejaba caer algún que otro comentario sobre lo mejor que podría estar si se quitara un par de kilos, yo le dijo Jaume, te podría ayudar, es fácil y lo mejor te va salir gratis. Marta se sentía  atraída por Jaume y realmente llego a creerse que tenía que perder peso.

Habían pasado cerca de cuatro meses, desde que Marta conoció a Jaume, y ella ya no era la misma había perdido mucho peso “demasiado” según sus compañeros, su familia y Fermín. Marta llegaba todos los días tarde a trabajar, al principio Fermín la excusaba, pero empezó a desatender su trabajo, apenas comía, apenas se arreglaba, apenas hablaba, siempre con cara somnolienta buscaba excusas para desaparecer de su puesto de trabajo.

La situación, se hizo insostenible, Fermín y su antigua responsable, trataron de taparla en muchas ocasiones, hasta que un día y preparando la reunión mensual con el Consejo de Dirección (Fermín que había tratado de hablar con Marta, que la había insinuado que pidiera una pequeña baja, para recuperarse) hizo el más espantoso de los ridículos de su carrera profesional, incluso se hablo de la conveniencia de prescindir de sus servicios.

Fermín, llegando al pequeño despacho de Marta la miro por detrás de su espalda, la toco el hombro derecho y sin más contemplaciones, le dijo estas despidida, te están esperando en Recursos Humanos, lo siento Marta, pero lo de hoy, ha sido la gota que ha hecho rebosar el vaso.

Marta, salió con su bolso y sin mirarle a la cara, no recogió nada, llamo al ascensor y subió a la sexta planta, allí Pilar y su antigua responsable la estaban esperando, formalmente le dieron su finiquito y una pequeña gratificación los  servicios prestados , le dieron también los papeles para el Inem y a cambio le pidieron que les entregará su ficha de identificación. Así fue como Marta salió del bufete, por la puerta pequeña, tras más de seis años trabajando con ellos.

No hubo despedidas, salió con su bolso en bandolera y se fue a buscar a Jaume, este como de costumbre estaba por la zona y al verla se acerco a ella preguntándola ¿qué es lo que había sucedido?. Me han despedido y rió a carcajadas, son unos cabrones, me han chupado toda la sangre y me han echado a la calle. Jaume le pregunto cuánto dinero le habían dado, ella enseñándole los papeles, no dejaba de decirle me tienes que ayudar, necesito algo un poco más fuerte, estos tíos me han arruinado el día, Jaume la miro y cogiéndola por los hombros, le dijo, Marta, sabes que quiero ayudarte, pero lo que me pides vale mucho dinero, si quieres estar “bien” y que nadie te arruine el día, vas a tener que pagar mientras la acariciaba la cara.

Marta, algo nerviosa, le chillo, ¡¡no me jodas!! Jaume, tengo dinero, me ¿ayudaras o no?, él la llevo dentro del local y saco de su bolsillo de pantalón una bolsita con un “mágico polvo blanco”, pero antes le dijo ¡¡págame!! Marta impaciente le dio el monedero a Jaume, cóbrate tu mismo.

Los meses fueron pasando, Marta se levantaba y se marchaba a Huertas a buscar a Jaume, día tras día, la familia de Marta sabía ya  de sus andanzas, sin ella saberlo su madre y su hermano pequeño (que fue el que dio la voz de alerta) la seguían, veían como Jaume le pasaba la droga y Marta le entregaba el dinero. Carmen (su madre) estaba desconsolada, no sabía qué hacer, trataba de hablar con su hija y esta siempre le decía que podía dejarlo cuando ella quisiera, que no era como Carlos su ex, que no estaba enganchada, te prometo mamá, le decía Marta que “no estoy enganchada”.

Pero la realidad era otra Marta vivía para y por la “droga”, no paraba en casa y si lo hacía era para pelearse con sus padres y hermanos. Ellos trataron de ayudarla, pusieron todos los medios de los que disponían trataron de llevarla a una granja en Santander, trataron de llevarla a través de una Asociación a Suiza, pero no dio resultado, ella realmente estaba enganchada y no quería o no podía salir de todo aquello.

En casa empezaron a desaparecer “cosas” Carmen fue la primera en darse cuenta y ella en vez de enfadarse con Marta, la acurrucaba entre sus brazos intentando darle todo el cariño y amor que era capaz, pero Marta sólo quería dinero, sólo quería meterse y vagabundear por la calle. Por las noches abraza a su marido lloraba amargamente preguntándose ¿Por qué su niña había decidido morir?  ¿Habían fallado como padres?. Lo habían visto demasiadas veces en el barrio hijos de vecinos, de amigos estaban metidos en esa “mierda” como decía Carmen, pobres míos, que desesperación tan grande tienen que tener esos padres. Y ahora le había tocado a ella, si, definitivamente estaba desesperada, no sabía qué hacer para ayudar a su niña.

Marta, olía mal, apenas pasaba por casa, se pasaba el día por el parque del barrio, corría desesperadamente a coger el coche que la llevaría al barrio de la Rosilla. Tenía los ojos cada vez más amarillos, la tez negruzca y cada vez más delgada, costaba reconocerla, con su bolso en bandolera, y siempre con una cerveza en la mano y en la otra el bollo más grande que encontraba, dando tumbos por el barrio.

Una mañana, Carmen termino de trabajar temprano, a raíz de la adicción de su hija, decidió que trabajaría para que Marta no delinquiese, ni se prostituyera y  así fue  como se puso a trabajar como ayudante de cocina en un bar. Salió decidida a buscar a Jaume, sabía dónde podía encontrarle y con su paga semanal en el bolsillo, le pregunto ¿Cuánto polvo blanco podía darle? Este se sorprendió al ver a la mujer, e intento deshacerse de ella, no sé de qué me hablas, le dijo y Carmen cogiéndole por el brazo, sólo le respondió, soy la madre de Marta, ¿Marta? No conozco a ninguna Marta, le dijo Jaume y siguió andando, Carmen no se daba por vencida y continuo detrás de él, cuando llego a su altura, muy tranquila le dijo o me das lo que te he pedido o te denuncio ¡¡hijo de puta!!, tengo fotografías que probarán como pasas drogas, él la miro y con media sonrisa le dijo, no te creo, déjame en paz. Carmen, no tenía fotos, no tenía ninguna prueba, pero insistió hasta que llegaron a un portal, Jaume saco del bolsillo interior de su chaqueta de marca una bolsita con el “polvo blanco” y se la entrego. Ten cuidado “amiga” si no lo administras bien, podrías irte al otro barrio en un “amen” mientras contaba el dinero.

Carmen, cogió la bolsita y cuando llego a casa, cambio las sabanas de la habitación de Marta, abrió todas las ventanas y dejo que la primavera entrara por toda la casa. Después fue en busca de su hija, que como de costumbre estaba en el parque sentada y atusándose el pelo, la llamo y está al verla corrió hacia ella, mamá, mamá y mientras la abrazaba le preguntaba ¿me puedes dejar un euro?, Carmen con su hija entre los brazos le respondió, tengo algo mejor Marta, ¿quieres verlo? y la enseño la bolsita.

Marta, se restregó los ojos y mirándola le dijo ¿y esto, mamá? Pero si es, si, le dijo Carmen, es un regalo para ti, vamos a casa, allí nadie te va molestar, estamos solas, puedes darte un buen baño y después descansar, vamos a casa hija.

Así fue como llegaron a casa, Marta se dio un buen baño, se puso uno de sus vestidos favoritos que le había colocado su madre encima de la cama y después de comer algo, Carmen la cogió de la mano llevándola de nuevo a su habitación, allí encima de su mesilla lo tenía todo dispuesto, como si de un ritual se tratase, antes le dio un beso en la frente y miro a su pequeña ¡¡te quiero tanto Marta!! Pero esta ya no la hacía caso, la empujo para que saliera de la habitación, vete, vete, la dijo, ahora quiero estar sola, vete…

Carmen, salió de la habitación y dejo la puerta entreabierta, recogió la mesa,  fregó los platos, recogió el baño y se sentó en el sofá, tranquila muy tranquila. Había pasado media hora desde que le dio el beso en la frente a su niña. Abrió la puerta de la habitación y vio como Marta estaba tumbada en su cama echa un ovillo, como cuando era pequeña, la llamo, la beso de nuevo , estaba todavía caliente, pero ya sin vida, no toco nada, cogió el teléfono y la policía junto con el Samur se persono en el domicilio, Marta había fallecido de un infarto producido por sobredosis dijeron los efectivos.



miércoles, 15 de mayo de 2013

ENTREVISTA A LA BLOQUERA (Alberto ,Sandra y Daniel)


Papá, papá, llama a la puerta entreabierta del despacho de su padre. Él la mira por encima de las gafas y con los ojos le pregunta que la pasa, a qué tanta prisa. 

Sandra suelta la mochila en el suelo, se tira al sofá que hay en el despacho , y empieza hacer gestos con la cabeza, Alberto (el padre) algo alarmado se levanta de su sillón, se va hacía ella y le pregunta ¿me quieres decir que es lo que pasa, o voy a tener que adivinarlo Sandra?, ella se ríe y se mete las manos entre la cara, después de unos segundos, le dice, necesito que me ayudes papá. Alberto, se tranquiliza, se sienta a su lado en el sofá, mirando al frente y con tono conciliador, pregunta ¿en qué lío te has metido ahora?. 

Papá, necesito conocer a tu bloquera, Alberto, la mira y dice ¿a mi quién?, papá, ¡venga ya!! sabes de quién te estoy hablando. Alberto por un momento, no entiende nada, “bloquera” piensa, mi bloquera. Sandra, no sé a quién te refieres, ¿es alguien de la redacción del periódico?, ella le mira, y ésta vez suelta una carcajada, levantándose del sofá, se pone de cuclillas, abre su mochila y saca un cuaderno, lo abre, pasa las paginas hasta que llega a una señalada con un clip de color verde, se lo da y dice toma lee. 

Alberto, ajustándose de nuevo las gafas, toma el cuaderno y empieza a leer. Sandra ha presentado una de las historias de su bloquera y tras el éxito obtenido en clase, el profesor (amigo de Alberto) le ha pedido que indague más sobre la persona que ha escrito la historia. Tiene que conocerla, tiene que entrevistarla, Alberto, se ríe y cerrando el cuaderno, la mira y le pregunta ¿Qué vas hacer?, Sandra se sienta de nuevo en el sofá y mirándole con cara angelical le dice ¿no lo sé, pero tengo que conocerla? 

Él vuelve a su sillón y a su portátil. Sandra callada le mira y él sigue como si no existirá, sigue trabajando en su artículo, ella se levanta de nuevo, recoge la mochila, abre la puerta y se esfuma, Alberto, se enciende un cigarro y levantándose de nuevo de su sillón, va hacia el pequeño balcón que hay en su despacho, desde allí tiene una vistas inmejorables de Ávila, ciudad donde reside, después de su separación, y piensa, que le a puesto en un buen apuro, pero tiene que ayudar a Sandra, ahora que se ha tomado los estudios en serio, debe echarla una mano. 

A la hora de la comida y en la cocina, Alberto calienta la comida que les ha dejado preparada Mª Jesús la asistenta que los cuida de ocho a dos de la tarde, mientras Sandra pone la mesa. Hoy Daniel el hijo mayor de Alberto, viene desde Madrid a entregar una fotografías para el diario donde Alberto colabora y de paso se va a quedar durante unos días de “okupa” en casa de su padre. 

Llaman a la puerta, y aparece Daniel con una mochila enorme y su equipo de fotografía, ha estado en el Sahara y viene famélico, pero con buena cara a pesar de todo. Sentados ya a la mesa, Daniel le pregunta a su hermana pequeña cómo lleva el tema de los estudios, ¿sigues pensando estudiar periodismo como nuestro ilustre padre?, Alberto, lo mira resignado, siempre gasta la misma broma, pero no puede dejar de sentirse orgulloso de ese flacucho y destartalado que ésta sentando a la mesa, su hijo mayor. Daniel, sigue bromeando con Sandra, y está le relata lo sucedido en clase, le cuenta que le ha pedido ayuda a papá y que este se hace el “longuis”, Alberto se levanta a por un poco de queso a la nevera y continua escuchando a sus hijos, no dice nada, Sandra continua hablando sobre el relato que ha presentado, cómo se lo ha currado, y que la gustaría terminar su trabajo conociendo a la bloquera. Daniel mira a su padre, este sigue cortando queso y sigue haciendo como que no va con él, Daniel, sabe perfectamente de quién están hablando, a él también le ha gustado algún que otro relato de ella. No le parece mal que Sandra la conozca, el podría acompañarla e incluso podría hacerle un reportaje fotográfico “para rizar más el rizo”. Sandra y Daniel ríen mientras dan buena cuenta del queso que Alberto ha ido cortando. 

Te imaginas Daniel, le dice Sandra ¿qué al final, nos publicará el diario de papá el reportaje? más carcajadas, ¿me pregunto cómo será?, dice Daniel, Alberto sin pensarlo dice “magnifica”, Daniel, sigue bromeando con Sandra, siguen hablando de la bloquera y Alberto, esta vez ríe con ellos. 

Concluido el almuerzo, Alberto vuelve a su despacho, Daniel revisa su equipo de fotografía y Sandra en el salón con la tele puesta, no deja de wasapear, la puerta del despacho de Alberto nunca ésta cerrada, le gusta escuchar de lejos el sonido de la televisión. Daniel, mete la cabeza por la puerta, Alberto no le ha visto y Daniel carraspea, sacando de su ensimismamiento a Alberto, este le hace una señal con la mano y continua escribiendo, Daniel sentado enfrente de él, sabe que no debe de hablar hasta que este haya dejado de escribir. Alberto, se quita las gafas y le ofrece un cigarrillo a su hijo, Daniel se levanta y abre de par en par el balcón, curiosamente a los dos el humo en las habitaciones, les molesta mucho. 

Papá, ¿vas ayudar a Sandra?, Alberto, da un calada grande al cigarro, se toma su tiempo, concluyendo dice, tengo que ayudarla, ahora que ha vuelto a interesarse por los estudios, hay que echarla una mano. Daniel a su vez vuelve a repetirle, que no tiene inconveniente en acompañarla, es más, a él también le apetece conocerla, ¡vaya! suelta Alberto, sí que es famosa en esta casa la bloquera y vuelve a su cigarro. 

A la mañana siguiente, temprano Alberto es madrugador y trasnochador, duerme poco, y antes de tomarse un segundo café con Mª Jesús (se conocen desde jóvenes, ella era la hija de la asistenta de toda la vida en casa de la familia de él, y en cuanto se entero que Alberto se instalaba en Ávila con sus hijos, se presento en casa y sólo le pregunto ¿por dónde empiezo?. Ellos siempre tuvieron muy buena amistad, ella fue en los comienzos de Alberto como escritor su mejor critica, sólo tenía que mirarla para saber si le había gustado o no, era como una especie de barómetro para él, al punto que cuando se marcho a Madrid y después hacer las Américas, siempre, le enviaba sus escritos, con un escueta nota “échale un vistazin (Alberto)” siempre confío en ella). Abrió el portátil y escribió un mensaje “Tenemos que hablar” y sin pensárselo dos veces hizo tic en enviar. En pocos minutos su mensaje fue contestado “vale”

Alberto, se levanto del sillón y se dirigió al balcón, Mª Jesús, hoy se retrasaba y eso no era común en ella, decidió poner de nuevo la cafetera y preparar el desayuno a Sandra, la había oído entrar en la ducha y sabía que si no se encontraba el desayuno en la mesa, se marcharía a clase con un triste café en el estomago. No se sabe por donde apareció Mª Jesús algo alterada, mirando a Alberto únicamente le dijo me he dormido, las alarmas no han sonado, él en esta ocasión, no bromeo con ella, siempre que pasaba algo así, conseguía sacarle los colores a Mª Jesús con algún comentario, pero en esta ocasión, sólo consiguió sacarle un triste vale y siguió preparado el zumo de naranja a Sandra. 

Dejo a Mª Jesús en la cocina terminado de preparar el desayuno, y volvió al despacho, volvió al portátil, volvió a la lista de mensajes “no hay mensajes en la bandeja de entrada” volvió de nuevo al mensaje de la bloquera y pulso en reenviar de nuevo y le explico lo que le había sucedido a su hija Sandra, en esta ocasión decidió escribir un mensaje conciliador, cercano, cariñoso, necesitaba que la bloquera accediese a conocer a sus hijos, necesitaba su ayuda por primera vez. 

Mientras releía el mensaje, Sandra, como todos los días antes de marcharse, entraba en el despacho y le daba un beso. Pero hoy mientras se acercaba a besarle, le preguntó ¿vas hablar con ella?, Alberto le dejo acercarse a la pantalla y la dejo leer el mensaje que había preparado, Sandra, apretó los hombros a su padre con las dos manos al tiempo que le preguntaba ¿tú crees que tardará en contestar?, Alberto que se jactaba de conocerla bien, dijo NO. 

Efectivamente la bloquera, no tardo en responderle, pero con alguna que otra matización y eso no le gusto Alberto. No entendía sus “condiciones” ¿pero quién se ha creído que es esta ¡tía!? le chilló a la pantalla de su portátil, ¿de qué va?, continuaba diciendo. ¿Condiciones?, saltando del sillón, tirando las gafas sobre la mesa, se dirigió a la cocina a ponerse un café, Mª Jesús estaba terminado de preparar la comida y no dijo nada, sólo canturreaba, Alberto, le contó lo que había sucedido y ella mientras terminaba de cerrar la olla, sólo le dijo ¿qué esperabas? Alberto, él la miro como si no la entendiese, como si de repente se hubiera vuelto en su contra, no reconocía a Mª Jesús, ¿qué le pasa a todo el mundo hoy? y volvió a su despacho, con una taza de café en la mano. 

Alberto volvió a releer el mensaje de la bloquera 

Me hace mucha ilusión que el relato haya gustado tanto en la clase de tu hija Sandra, estaría encantada de conocerlos y charlar un rato con ellos, por favor no lo llames entrevista (risas) Me parece bien, continuaba diciendo el mensaje, el día que propones, pero el sitio lo elijo yo. Creo que tu presencia no es necesaria, ya habrá otra ocasión para conocernos. Un abrazo Alberto” 

Él, por su lado le respondió “vale”, tras escribir y borrar infinidad de mensajes, preguntándole ¿Por qué su presencia no era necesaria? ¿Por qué no conocerse de una vez? Él había dado el paso de romper el silencio desde hace algún tiempo y recibía una contestación así, “no, no eres justa conmigo” le decía en otro correo que al final como los demás borro. 

Ya no hubo más contestaciones, y Alberto decido volver al trabajo, le costaba concentrarse, abría y cerraba el correo, esperaba alguna contestación a su “vale”, ella siempre contesta, se dijo, Alberto estaba acostumbrado a “chatear” con ella a su antojo y cuando le apetecía daba por finalizada la conversación, pero en esa ocasión no hubo respuesta, por mucho que mirara, no había respuesta y eso le enfurecía más. 

Alberto le gustaban las mujeres y más desde su separación, antes también, pero era más discreto, tenía una lista enorme de “amigas”, que a través de las redes sociales, había ido conociendo. A cada una de ellas, les hacía creer que eran únicas, especiales, tenía una colección de videos con canciones, poemas, frases que según se fueran desarrollando los acontecimientos virtuales, se los iba enviando, se había hecho también un guion, que con el tiempo fue perfeccionando, sabía siempre cuando poner un “cariño” sabía siempre cuando poner “cielo” sabia siempre cuando poner “no sé que tienes que llamas tanto mi atención” siempre tenía un comentario agradable y cariñoso, sólo tenía que mirar en su base de datos. 

Alberto era un entusiasta de las redes sociales, aunque siempre decía lo contrario, le gustaba indagar, se apuntaba a todo lo que le llevara a encontrar “nuevas amigas” le gustaba hacerse pasar por otra persona que en realidad no era, le gustaba que sus “amigas” supieran que era un tipo importante y que sus comentarios así como consejos siempre en lenguaje impecable y muy trabajado eran casi palabra divina, les hacía creer de su infinita paciencia, les hacía creer que sus problemas le preocupaban, era el rey de la empatía en la redes sociales. Pero en realidad todas ellas eran un divertimiento más para él. 

Es cierto que en su profesión era bueno, tanto como escritor como periodista, tenía varios premios, y menciones literarias. Es cierto que era buen padre, prueba de ello fue que sus dos hijos se fueron a vivir con él. Pero también era cierto que siempre se sintió muy sólo, a pesar de todos sus amigos, amigas, amantes, Alberto era un persona solitaria, nunca encontró su verdadera “mitad” se caso con Susana pensado que la había encontrado, pero a los pocos años de casado, se dio cuenta que no era lo que buscaba. 

Encontró a la bloquera de casualidad, era su detractora más fiel, con él decía y eso fue lo que le llamo la atención de ella. El la invito a su chat privado y así fue como poco a poco fueron conociéndose. Hablaban casi todos los días de diversos temas, como siempre tiro de base de datos, pero en esta ocasión la bloquera no se le puso fácil, y tuvo que esforzarse un poco más, en ocasiones le desconcertaba tanto que le hacía pensar verdaderamente que era una persona a tener en cuenta y la añadió a su lista de “amigas favoritas”. 

Lo que Alberto no sabía, que la bloquera también le puso en su lista, pero está era una lista quizá más peligrosa. Ella quería realizar un artículo sobre las Web de contactos, se creó varios perfiles y con él adopto el de “tía dura de pelar, revolucionaria, pero a la vez algo tontorra, y solitaria” y le funciono. 

Fue por ahí, por donde ella encontró su punto débil, ella siempre tenía una crítica a sus escritos, a sus artículos. Le atacaba, pero sabía hacerlo en privado le hablaba de su egocentrismo, de su  falsa modestia y en otras ocasiones se dejaba querer. En público también le criticaba pero ya de manera distinta ya eran “amigos”, no era la primera vez que lo hacía e igual que Alberto, la bloquera también tiraba de base de datos. 

No se conocían, sólo hablaban por chat, nunca se enviaron fotografías, pero la bloquera llegó a conocerle, siempre que podía y con gran delicadeza le ponía a prueba aprobando con sobresaliente alto, como ella decía. 

La bloquera, dio por concluido su trabajo, su perfil ya no le interesaba, se aburría de tanta palabrería vacía, se aburría de tanta “modestia” de tantos videos y frases y poco a poco y a base de alguna  que otra critica incendiaria, fue deshaciéndose de él,llego incluso a recriminarle el por qué de su distanciamiento, y por la manera que la contesto supo que definitivamente había desaparecido de la lista de “amigas favoritas”. Eso alivio a la bloquera, porque cuando trabajaba, no le gustaba dejar nada al azar “norma de la casa”. Y desde que empezó este trabajo se puso por norma que tenía que conseguir que ellos la eliminasen de sus contactos, que la pusieran en “la lista negra”. 

Un día, y sin esperarlo, recibió un correo de Alberto donde le contaba lo sucedido con Sandra y que si ella no tenía inconveniente, irían a conocerla. La bloquera accedió a la “entrevista” pero amablemente declino la invitación de Alberto para conocerse finalmente. Ella había acabado ya su trabajo, ya no tenía interés alguno en él, Alberto ya estaba archivado junto con otros “colegas de chat”. 

La entrevista se realizó pasado algunos días más, la bloquera conocería a Sandra y a Daniel en un pequeño pub irlandés cerca de su domicilio. Dejaría que le preguntarán, se dejaría querer de nuevo, volvería a cambiar de registro. Ella trabajaba ya en otro proyecto, pero como siempre no dejo pasar la oportunidad , ella se alimentaba de ese tipo de conversaciones y de todo tipo de personas y ¿por qué no una adolescente y a un joven? 

Cuando se despidieron después de casi dos horas de conversación y sin fotos, Daniel le pregunto ¿puedo enviarte una invitación para añadirte a mis contactos?, ella mirándole le dijo …claro que si

miércoles, 1 de mayo de 2013

LA MULATA


María Soledad Artiles de Sancho, nació un 24 de Diciembre,  en La Habana,  era una noche calurosa, pegajosa, la gente reía y bailaba y mientras su mamá la paria. Su  llanto se oyó en toda la plaza. Tenía la piel suave muy suave de color café con leche (largo de café) la nariz afilada, y unos ojos grandes color avellana. El ama, nada más nacer, la apodo con el  sobrenombre de LA MULATA.

La mulata crece, tiene una infancia feliz,  su piel es todavía más suave y sus ojos son aún mas grandes y profundos. A ella le gusta bailar, ella es puro merengue, ella es pura cumbia, pero acuerda con los suyos terminar sus estudios y finalizados estos la recompensarían con llevarla a la academia de baile de Doña Teodora.

Una tarde, ensayando junto con sus compañeras, sin aviso ninguno aparece Damián uno de los responsables del Ballet Nacional Cubano. A él llama la atención una jovencita con pañuelo en la cabeza, vestido de algodón blanco y piel café con leche, no puede evitarlo, no puede dejar de mirar cómo mueve los pies, cómo mueve las caderas, cómo se mueve toda ella, no, no puede dejar de mirarla. Ella sabe que la está observando, también se ha fijado en él, no sabe quién es, pero decide que va a bailar para él.

Concluida la clase, la señorita Teodora hace llamar a la mulata, ella con una toalla sobre los hombros, avanza hacia ellos lentamente, limpiándose el sudor únicamente con un pico de su vieja toalla rosa, sin dejar de avanzar. Teodora detrás de Damián le hace señales para que sea más rápida, pero la mulata avanza insinuante, avanza lentamente, sin dejar de mirar fijamente  a los ojos a Damián.

Teodora, bastante nerviosa por el comportamiento de la mulata, hace las presentaciones pertinentes, Teodora le explica a ella que Damián, tiene interés en hacerle una pequeña prueba en el Ballet pues cree que con el tiempo podría llegar a ser una gran figura del baile cubano. Por un momento, la mulata desvía la mirada de nuevo hacia él, no puede creer lo que Teodora la acaba de decir, no puede ser que estén interesada en ella, no, no puede ser, se repite una y otra vez.

Ahora es Damián, es el que toma la palabra y dirigiéndose esta vez a las dos, les dice que no hay que hacerse demasiadas ilusiones, es sólo una pequeña prueba, él, no es el que toma las decisiones  artísticas, pero  ella debería hacer es prueba y está vez Damián mira a la profesora.

La mulata vuelve a su casa, contenta, sus ojos hoy brillan más que de costumbre, sus ojos están llenos de ilusión, y como todos los días desde que nació se dirige hacia el  Malecón, su “Malecón” y como todos los días se queda mirando como las olas altas, fuertes y frescas rompen sobre él. Pero hoy es una tarde especial,  puede que dentro de poco su sueño (bailar) puede hacerse realidad. Pero a la vez le asaltaba la incertidumbre, Damián, ha sido sincero con ella,  será sólo un pequeña prueba, él, no era quién tomaba las decisiones artísticas. Debía hacerlo bien, pensaba, no debía de fallar, se decía. Quería bailar y tenía una oportunidad de oro en sus manos.

 En casa la noticia, hubo diferencias de opinión. Madre delicada de salud  desde que nació la mulata, la cogió las manos y mirándola a esos ojos tan profundos color avellana como los suyos, le dijo, persigue tu sueño, en la vida una oportunidad así sólo se tiene una vez. Padre miembro del Gobierno Cubano sin demasiada relevancia, no le hizo demasiada gracia, él creía o quería que la mulata se formará e ingresará en el Partido activamente consiguiendo  aquello que él no pudo, no, no le hizo gracia y así se lo dijo. El ama fue la que alisándose el delantal (siempre lo hacía cuando estaba nerviosa) dijo niña ten cuidado, bailar, bailar,  meneaba la cabeza, niña ten cuidado y se marcho sin dejar de menear su cabeza.

El día de la prueba y como un ritual la mulata se acerca a su Malecón, no hay demasiada gente, algunos turistas borrachos, alguna santera realizando sus rituales matutinos y ella quieta, muy quieta, la brisa del MAR le acaricia la cara, le acaricia su suave piel. Cierra los ojos, respira profundamente, abre  los brazos y dice ¡¡voy a conseguirlo, voy a bailar!!!

Están llegando al teatro, y la mulata, se para se toca el pañuelo que lleva en la cabeza, se arregla un poco el vestido y se endereza un poco más,  mira a su ama (madre no ha podido acompañarla le ha vuelto a subir la fiebre) y la guiña un ojo, el ama la mira se siente orgullosa de su niña y cogiéndola de la mano, cómo cuando era pequeña, la mira intentando transmitirla  tranquilidad,  aunque a ella  los nervios le están devorando las tripas.

Una vez allí, les espera Rosaura, ella es una de las “manos derechas” de la Directora del Ballet. Rosaura, en cuanto la ve, queda por algún motivo desconocido para ella, gratamente sorprendida, sabe que la mulata no podrá bailar en el Ballet Nacional, es demasiado mayor, pero tiene “un algo especial” que pocas veces se ve.

Una vez realizadas las presentaciones, Rosaura, sabe que el ama, no va a querer abandonar a su mulata, así que le dice que debe sentarse en unas de las butacas y estar calladita, oiga lo que oiga, debe callar, el ama la mira con recelo, accede a su petición y obedece sin rechistar todo sea por ella,  por su mulata.

La mulata sube a un gran escenario, le sudan las palmas de las manos, siente el pañuelo humedecido, pero  cierra los ojos y vuelve a ver su Malecón, vuelve a sentir, la suave brisa de su MAR, y la música suena, ella todavía con los ojos cerrados, nota como sus pies empiezan a moverse como sus caderas obedecen a sus pies y sus manos y cabeza obedecen a sus caderas, siempre es igual. Siempre son los pies los que dan la primera orden. No deja bailar, no deja de moverse, insinuante pero a la vez la envuelve un halo de majestuosidad nada común, comentan los ayudantes de Rosaura, ésta, sin quitar los ojos del escenario, y en voz baja, dice bravo mulata, no pares, baila mulata, baila…

Concluida la sesión, los únicos aplausos que oye, son los de su ama, su querida ama, Rosaura, sube al escenario y le pregunta quién la ha enseñado a bailar así, ella conoce la escuela de Doña Teodora y sabe que no ha sido ella. La mulata, baja los ojos  y algo consternada le dice que nadie, ella  es su profesora/alumna, Doña Teodora siempre la regaña, por no seguir los pasos de las demás. Rosaura suelta una fuerte carcajada, no puede evitarlo y llevándose las manos a sus caderas, le dice pues sigue siendo tu misma Mulata, sigue siendo tu misma, desapareciendo detrás del  gran telón.

Damián ha estado observándola, todo el rato, sabe qué Rosaura le ha gustado, la conoce, se levanta, bajando al pasillo a saludarlas. La mulata, lleva agarrada del brazo a su ama, no están demasiado contentas, nadie le has dicho nada, Damián desde el fondo del pasillo central, le hace una señal para que le esperen y así lo hacen, quietas ama y niña, lo miran, lo esperan con los ojos de un niño que  espera su recompensa o una buena regañina. Damián cortésmente saluda primero al ama y después a la mulata. La mulata, no se atreve a preguntar, le da miedo, pero el ama (perro viejo, y sin pelos en la lengua) le dice que no entienden muy bien qué es lo que ha pasado, se han marchado y no nos han dicho nada D. Damián, ¿la niña no les ha gustado?.

Damián, ríe y les convida a un café en el mismo teatro. Una vez sentados, Damián mira a la mulata y sonriéndole de nuevo, le dice, se, que les has encantado, se que van a contar contigo, ellos quieren personas así como tu mulata, no debes preocuparte, ¿así que ha sido un éxito?, replica el ama, Damián la mira y abriendo sus enormes ojos negros le dice si doñita!!! y los tres ríen a carcajadas.

Han pasado algunos años la mulata ha crecido profesionalmente, es una artista reconocida, su sueño se estaba haciendo realidad, pero su vida también sufren algunos cambios no tan agradables. Madre muere en brazos de su ama, sin dar guerra, dulcemente cómo era ella. Padre se marcho a vivir con su querida de toda la vida y el ama siempre al lado de su mulata. Ella  se ha hecho mayor muy mayor, ya no está para viajar y un día camino de Santiago de Cuba a La Habana, llegan a su casa a la de toda la vida, le da un fuerte beso a la mulata y le dice niña, tengo ya ganas de reunirme con tu madre, estoy cansada, me voy a dormir. El ama ya no despertó más, se fue como siempre, sin dar ruido, sin dar problema alguno.

La mulata tiene fama, tiene “dinero” y a Damián siempre a su lado. Él ha sido su administrador, ha sido su confesor, chofer, le ha ensañado a vestirse, a maquillarse, Damián ha sido su todo, menos su amante  y a la mulata eso le entristece, desde la primera vez que vio a Damián se enamoro de él y ella pensó que era correspondida, pero el tiempo le haría ver lo contrario, Damián, nunca estuvo enamorado de ella, nunca se lo demostró, nunca hubo una palabra o algún acto que le dijera lo contrario. De hecho la mulata tuvo algún que otro amorío, pero sólo eso, Damián lo único que se atrevía a decirle es  “cuando uno menos se lo espera, llega por fin el verdadero amor, el amor para toda la vida”. Cada  noche se dormía pensando en cada una de aquellas palabras, y muchas noches lloraba hasta quedarse dormida, porque  ella,  sí que había encontrado el amor verdadero, había encontrado a  Damián.

Siguen cosechando triunfos, tanto en Cuba, como en otros países sudamericanos. Pero lo mejor o eso creen, llegan cuando una de las salas más importantes de New York quieren contratarla. La mulata no puede creérselo, no sabe si reír o llorar y decide hacer las dos cosas a la vez, Damián, serio le dice que no debe hacerse demasiadas ilusiones, no sabe si el Gobierno les dejará marchar, no es fácil mulata, no es fácil.

Damián inicia todos los trámites para gestionar los permisos, pero una y otra vez se los anulan, Damián, insiste una y otra vez pero el gobierno no cede, no quieren oír hablar más del tema y así se lo hacen decir, el mensajero no es otro que padre. La mulata, se revela, se enfurece, se entristece, sólo quiere ir a bailar a New York, no quiere quedarse, quiere enseñar lo que hace y quiere aprender, quiere formarse en el extranjero, le dice a padre. Padre, se marcha, no quiere oír más, se va triste, cabizbajo, por primera vez, padre, se da cuenta de lo importante que es el baile en la vida de su hija. 

Pasado algún tiempo de ese suceso, le llega a Damián otra oferta para trabajar en España, antes de referírselo a la mulata, Damián habla con padre y este le concierta una entrevista personal con las autoridades, esta vez hay suerte, les van a conceder un visado por 2 meses para que viajen a España.

Damián, no sabe cómo darle la noticia, la mulata desde lo sucedido con el contrato  en New York,  anda algo rara, muy rara, han rechazo varias ofertas para trabajar, ha hecho oídos sordos a todas ellas. Sólo quiere estar en su Malecón, pasa horas enteras viendo como rompen las olas. Damián, sabe perfectamente lo que le pasa y la deja hacer, o más bien la deja “no hacer nada”, pero  no quiere demorar más la noticia. Tiene que contárselo, tienen que hablar.

Cuando ella llega por fin a casa, casi de anochecida, Damián ha preparado una “suculenta cena” ha invitado algunos amigos íntimos y la esperan todos en silencio en la azotea, Damián como de costumbre, está en la cocina y ella como de costumbre también, le besa en la mejilla, Damián, le dice que se cambie de ropa, hoy van a cenar en la azotea,  hace demasiado calor dentro y les vendrá bien recibir un poco de esa “brisa” que ella tanto le gusta.

La mulata, como casi siempre, le hace caso, se da una ducha rápida se  coloca  su pañuelo habitual en la cabeza y elige  un vestido largo color blanco. Bajando los cuatro peldaños que separan el comedor con los dormitorios,  Damián con una bandeja en las manos , la mira, se para en seco, no puede dejar de mirarla  está  enamorado de ella desde la primera vez  que la vio bailando en la  escuela de Doña Teodora. Ha sido, es y será el amor de su vida, lo sabe y no va a dejar pasar de nuevo la oportunidad para decírselo, lo tiene todo planeado, tiene que decírselo.

Damián y la mulata suben cogidos de la mano a la azotea, allí sus íntimos los esperan, la mulata mira a Damián y abre a la vez los ojos y la boca y no sabe qué hacer, si llorar o reír, así  que, como de costumbre hace las dos cosas a la vez, de nuevo mira a Damián y este le entrega un sobre grande color sepia, le tiemblan las manos, se le caen los mocos y las lagrimas no dejan de caerle por las mejillas. Pero eso no es ningún inconveniente para ella, tira de la solapa del sobre y vuelca el contenido encima de la mesa. No puede ser, se va a España dentro de veinte días, chilla, llora, se ríe y busca a Damián que como siempre se ha quedado un poco más atrás que los demás. La mulata le busca y lentamente se acerca a él, lentamente, delicada e insinuante a la vez, el a su vez también  avanza lentamente hacia, y cuando están cara a cara la besa, la besa con pasión contenida de 15 años, no hay voces, no hay murmullos,  sólo ellos dos.

Son los veinte días, maravillosos, llenos de amor, llenos de ternura, llenos de compresión y de mucha compenetración. Ahora ríen y lloran juntos, y por cada resquicio de la casa,  se respira felicidad, se respira ilusión, se respira un amor para toda la vida. La mulata, no cabe en sí, es de nuevo la niña de hace quince años pero ésta vez con su amor correspondido y eso le hace estar constantemente bailando y cantado antiguos boleros, mientras termina de empacar sus enseres para marchar a España.

Aterrizan en Madrid, y la ciudad les acoge con ellos deseaban, la mulata triunfa una vez más y los teatros se la “rifan”. Damián recibe ofertas de los sitios más emblemáticos para bailar, contratos suculentos, dinero que en la vida pensaban podían tener. Pero hay que marcharse los visados dentro de poco caducarán, Damián se acerca al Consulado con otro contrato de trabajo y consigue por mediación de padre, otro visado de 2 meses, los últimos le dice padre a través del teléfono, tenéis que volver Damián, le dijo padre serio, no hagáis ninguna tontería le advertía. Damián sabía que las palabras de padre querían decir otra cosa, padre había llegado a la conclusión que su hija debía quedarse en España, cada vez que hablaba con ella lo notaba, su mulata era feliz allá, le contaba cosas que allí no podía ni imaginarse que podía hacer.

Una noche y tras terminar una función en el teatro, la mulata le pregunta a Damián, porque hoy no la ha visto bailar, ¿te encuentras mal?, Damián está sentado en una de las butacas del camerino y parece como ausente, la mulata todavía con su ropa de bailar y su pesado maquillaje, se inclina hacia él y vuelve a preguntarle. Damián, la coge con las manos las dos mejillas y le dice, pidamos asilo político, quedémonos aquí, la mulata baja los ojos y suavemente le quita las manos de las mejillas, incorporándose y mirando al enorme espejo que hay frente a ella, empieza a desmaquillarse, lentamente, Damián que ésta reflejado en él la mira y encendiéndose un cigarrillo, le dice ¿qué contestas? ¿lo hacemos?.

La mulata, no  sabe qué decir, no sabe qué hacer. Sólo piensa en su Malecón, ya no podrá volver a él, sólo piensa en las personas que tienen enterradas allí, ya no podrá llevarlas flores silvestres y hablar un ratico con ellas, no podrá volver a ver a padre,  no podrá volver a  su Cuba nunca más, pero Damián, quiere quedarse, le está hablando de planes a futuro, no puede defraudarle, no quiere que el día de mañana se lo reproche, no quiere perderle y la mulata, vestida de calle y sin un gramo de maquillaje en la cara, se acerca a Damián y le susurra, quedémonos, nos va a ir bien, quedémonos…

Han pasado algunos años, a Damián y a la mulata no les ha ido tan mal. Tienen dos pisos en propiedad y una escuela de baile en el centro de Madrid, donde la mulata da sus clases, cuando no tiene trabajo. La academia la lleva Damián personalmente y tiene éxito, mucho éxito entran y salen alumnos de todas clases y edades, a é  le gustaría ampliar el negocio, pero la mulata siempre le dice lo mismo, estamos bien así, estamos bien así.

De un tiempo para acá a Damián le cambia el carácter y se ha desmejorado mucho, la mulata con una paciencia infinita le convence para llevarlo al médico, un buen amigo suyo, también cubano y que igual que la mulata, se quedo en España por amor. Humberto Peña, así se llama, trabaja en una de las mejores clínicas privadas de Madrid, él es oncólogo o cancerólogo como le dice riendo a sus amigos.

Humberto, los recibe en su despacho y el aspecto de Damián no le gusta en absoluto,  y de inmediato, les envía a ver a otro colega, para que le realice un buen chequeo, Damián protesta, él dice que lo que tiene es cansancio, sólo eso, que no va a gastarse el dinero en una pruebas para que finalmente no le encuentren nada. La mulata se enfada con él, le grita (es la primera vez que le levanta la voz) llora y Damián accede a ingresarse y realizarse dicho chequeo.

La mulata, tiene que salir de viaje a Barcelona, le han llamado para una conferencia sobre el baile cubano, Damián y Humberto le dicen que vaya tranquila, hasta dentro de unos días no estará completado el “dichoso chequeo”. Se marcha  de mala gana, en su interior sabe que algo no marcha tan bien como Damián y Humberto le han dicho, asistirá a la conferencia y tomará el avión a primera hora de la tarde.

Mientras en la clínica Damián y Humberto están a la espera de los resultados, el Doctor Esteban médico internista de la clínica, se reúne con los dos en la habitación de Damián. En la mano trae un sobre blanco y Humberto apoyado sobre la mesa, lo abre y le echa  un vistazo a las pruebas tiene un tumor en el estomago. A  Humberto le cambia la cara de color, Damián, sentado en su sillón, no se atreve a preguntar, sabe que algo no va bien, Humberto trata de sonreír a su amigo y le dice que han encontrado un pequeño tumor en la boca del estomago, que no quiere esperar y que esa misma tarde van a realizarle un biopsia tienen que averiguar si el tumor es benigno o maligno, Damián, sólo le hace una pregunta ¿cuánto tiempo Humberto? Humberto le quita importancia y le aconseja que no se ponga en lo peor, seguramente sea un quiste de grasa, Damián le pregunta ¿en el estomago? Si, le contesta Humberto, no te vas a morir.

La biopsia es positiva, es un tumor maligno y el equipo de Humberto decide operarle a la mañana siguiente no pueden perder tiempo. La mulata ya está con Damián  y este no quiere ocultarle nada, nunca le ha mentido y no lo hará esta vez. Le cuenta lo sucedido omitiendo algún que otro detalle y sólo le dice que mañana le operan para tratar de extirparle al “bicho” . Esa noche se la pasan los dos sentados en el sofá de la habitación, Damián le ha ido dando instrucciones sobre la academia de baile, le habla sobre el piso que tienen alquilado y cómo les realizan los pagos, le habla de papeleo bla, bla bla, eso es lo que escucha la mulata, no quiere oír, no quiere pensar en nada, sólo quiere que Damián siga abrazándola, sólo quiere que Damián se quede con ella siempre.

Desde hace dos semanas se encuentran en casa, finalmente Damián tenía un tumor en el estomago que había producido metástasis en hígado y vesícula. Los médicos recomendaron un tratamiento agresivo de quimioterapia y eso destrozaba a Damián, cada vez estaba más delgado y mas amarillo, y la mulata siempre a su lado, no quiere oír nada de negocios, no quiere oír nada de trabajo, ella   personalmente es la que de día y de noche atiende a Damián, la que saca fuerzas de flaqueza para atusarse el pañuelo y vestirse de blanco, color favorito de su amor.

En España, la burbuja inmobiliaria ha empezado a pasar factura a muchas familias, crece el paro y la gente deja de  lado sus hobbies. La academia cierra y el pisito que tienen alquilado se queda vacío, los inquilinos ha decido marcharse de nuevo a su tierra Ecuador.  La enfermedad, se come los ahorros de la pareja, los tratamientos, medicinas, entradas y salidas del hospital, y demás cuidados, son caros de mantener, pero ella no escatima, vende el pisito, hipoteca su casa de nuevo, no le importa.

Humberto y la mulata se han hecho grandes amigos y una tarde, tomando un café en la cocina le dice a la mulata que no hay nada que hacer, Damián no responde a los tratamientos, debe dejarle marchar y le habla de las diferentes Asociaciones de Cuidados Paliativos, tiene que morir en paz y con dignidad le dice Humberto, el café de la taza de la mulata se derrama por toda la mesa, llegando a las piernas de la mulata, ella no reacciona, tiene la mirada perdida, le tiemblan las manos, le tiembla la garganta, le tiemblan los ojos, pero no suelta ni una sola lagrima, se juro no llorar, Damián no podía verla con los ojos hinchados.

Damián sabe que se muere, sabe que le queda poco, está cansado, cada vez más deteriorado, tiene ganas de marcharse, tiene ganas de dormirse para siempre, pero debe luchar por sobrevivir un día más por su mulata, eso es lo que todos los días le dice su mulata “dame un día más”

Los de cuidados paliativos, vienen todas las tardes y Damián queda tranquilo, adormilado, ésta a gusto pero hoy les dice a “los chicos” que no le inyecten nada, quiere estar lo más despejado que pueda, acceden y se marchan, la mulata a los pies de la cama, no se explica que es lo que le pasa, ha mejorado mucho y él le indica que se meta en la cama y que lo abrace. Ella lo hace inmediatamente, se descalza y se mete en la cama, Damián está algo frío, pero en sus brazos va a sentirse mejor, piensa la mulata. Damián es casi un saco de huesos, le sobra pijama por todas partes y la mulata lo abraza sin ningún esfuerzo. Damián le dice al oído, mulata, guapa, cántame un bolero cubano

Cada vez que te miran mis ojos,
cada vez que me acuerdo de ti, 
cada vez que te tengo a mi lado, 
cada vez me enamoro de ti,
cada vez que te veo en mis sueños, 
cada vez que suspiro por ti… 

Damián, apoyado en el pecho de la mulata, cierra los ojos, sonríe y deja de respirar,  ha muerto, pero la mulata no deja de cantar, una y otra vez hasta que amanece, a la mulata le tiemblan las manos, le tiembla la garganta, le tiemblan los ojos, tiembla toda entera, pero no llora, Damián no puede verla con los ojos hinchados.

A la mulata la conozco de hace tiempo, siempre anda  rebuscando con una especie de vara metálica en los cubos de basura de mi barrio. Es extremadamente delgada y siempre lleva su pañuelo en la cabeza, y mientras rebusca, tararea un viejo bolero cubano. Hace unos pocos días o algunos más, me encontraba buscando aparcamiento, era ya algo tarde y sabía que me iba a costar, me pare y vi que había un hueco entre un coche y los cubos de basura, estaba complicado pero tenía que intentarlo. Una vez colocada, miro por los espejos retrovisores y la veo a ella como trata de ayudarme, me hace señales para gire a un lado y a otro  y finalizadas las maniobras, noto un ligero golpe en el maletero vuelvo a mirar y ella tiene los dedos pulgares levantados,¡¡ oook!!. Salgo de coche con una moneda en la mano, ella se marcha y yo detrás ella, se gira, me mira y sonríe. Es de noche pero me fijo en sus ojos grandes color avellana, mi fijo en sus ojos tan intensos pero tan llenos de pena, me acerco, no hago intención de darle la moneda,  no me atrevo, tengo la sensación de ofenderla, la miro y únicamente soy capaz de darle las gracias, ella no contesta, inicia de nuevo su camino tarareando un viejo bolero cubano.