Ella tiene ahora 36 años, después
de mucho tiempo a conseguido llevar una vida “casi normal”, finalmente termino
sus estudios de enfermería y logro ingresar como sanitario en uno de los Hospitales con más prestigio de
España. Ha Paloma le gusta su profesión, una vez ganada la oposición eligió el turno de noche,la oscuridad no le gusta y menos sentirse sola en casa, se siente insegura todavía. Prefiere dormir de día y hacer su vida de noche.
Han pasado ya veinte años, pero ella sigue teniendo las mismas
pesadillas, sigue todavía levantándose encharcada en sudor, sigue temblando
cuando suena el portero automático, no lo puede evitar. A su mente le vienen
los recuerdos de aquella noche, en la que ella tenía 16 años, aquella noche en
la que sus padres se fueron al teatro con las entradas que ella y su hermana
mayor pagaron con sus respectivas pagas, a su mente le vienen todavía las
palabras de su hermana “vente con Carlos y conmigo, a tomar algo, me da cosa,
que te quedes sola en casa”, todavía recuerda como ella reía contestándoles a
los cuatro “que por fin tendría la casa para ella sola”.
Reía y reían con ella, Paloma era
una niña muy buena decía su madre, siempre que hablaban de ella. Desde que nació,
solo lloraba cuando tenía hambre, no como su hermana Cristina que aunque la
llevaba 3 años siempre quería captar la atención del todo mundo, aunque con su
hermana pequeña, Paloma, era dulce y protectora. Siempre la dejaba sus
juguetes, siempre le reía todas sus gracias, se enfadaba y sacaba siempre la
cara por ella, si sus padres trataban de castigarla o la regañaban, para
Cristina “la canija” era intocable, ni por un momento pensaba en que pudieran
hacerle daño, ni por un momento pensó que a Paloma esa noche le partirían la
vida. Nunca, nunca, pensó que él la
acechaba hacia algún tiempo, nunca pensó que alguien las perseguía cuando iban
al instituto, nunca se perdono dejar esa noche sola en casa a Paloma. Nunca pensó
que a su hermana la violarían en su propia casa.
Paloma ha salido de trabajar, ha
sido una noche “toledana” debido a los recortes, el personal se ha visto
reducido y no dan abasto. Sale cansada y sorprendentemente hambrienta, mientras
se dirige a su vehículo y acompañada por algunos compañeros, piensa en que la
churrería de al lado de casa estará abierta,
de pronto siente como la boca se le hace agua, pensando en unas porritas
recién hechas y empieza a sonreír.
No ha puesto la radio del coche, está
cansada y no le apetece escuchar a nadie. Los semáforos inusualmente están
todos en verdes y Paloma se planta en casa en apenas quince minutos, aparca al
lado de la churrería y pide que le den dos porras y un chocolate todo para
llevar, vuelve a meterse en el coche y baja al garaje, a Paloma siempre le da
algo de reparo, aunque lo tiene todo medido,
sabe que a esas horas casi todos los vecinos, salen a trabajar, sabe
también que el conserje está ya sacando la basura del edificio, lo tiene todo
medido, no la puede pasar nada.
Abre la puerta de casa, y mete en
el microondas el chocolate aunque todavía está caliente, a ella, le gusta, que
casi le abrase la boca, aprovecha para ponerse el pijama, la bata y zapatillas
(siempre el mismo ritual), mira el teléfono fijo y la luz parpadea, hay un mensaje se dice, lo
escucharé más tarde, si fuera importante me habrían llamado al móvil o al
Hospital, se dice mientras vuelve a la cocina y se prepara su bandeja con el
chocolate que está ardiendo y un plato con sus dos porras, depositándola encima
de la mesa baja del comedor, junto con su paquete de tabaco (ese es el cigarro
que más la gusta) busca el mando de la tele y lo pulsa, mientras coge un porra
y le da un mordisco.
A esas horas todas las cadenas,
están con los noticias de la mañana, se queda absorta escuchando las noticias de Antena Tres, no
puede ser verdad, y la porra se le escapa de las manos, toma la taza de
chocolate y bebe, la da igual quemarse o no, está siendo víctima de un ataque
de pánico, bebe y palidece a la vez, nota como suda, nota como sus ojos se les
salen de las órbitas, ¡NO PUEDE SER! chilla ¡NO PUEDE SER!! rompiendo a llorar,
como si fuera un bebé, coge el teléfono y teclea torpemente el número de su
hermana que vive en la misma urbanización.
Cristina está esperando su
llamada fue ella quien la dejo un mensaje en el fijo Paloma tenemos que hablar, no se atrevió a llamarla al móvil, no se
atrevió a llamarla al Hospital, quiso dejarla trabajar en paz, sabía que podría ser uno de sus últimos días de una vida "casi normal", estaba convencida que sus vidas de nuevo cambiarían.
Cristina, Cristina estoy viendo las noticias, no puede ser, no puede ser que vaya a salir, le decía Paloma entre sollozos, Cristina, va salir!!!…. y la llamada se interrumpió
Pero su hermana ya estaba en su
casa, en cuanto oyó la voz de su hermana, cogió el juego de llaves de su casa y mientras la tranquilizaba, corría hacia su
casa, Paloma se había desmayado, caída en el suelo sobre la alfombra, a
Cristina se le agolparon de nuevo los recuerdos de aquella fatídicamente noche.
Su hermana estaba con la ropa hecha jirones,
chorreaba sangre por las piernas, tenía marcas de mordiscos en los
pechos, el pelo manchado por el semen de
su agresor. Tirada en la alfombra con los ojos muy abiertos, pero sin vida, de
la boca la salía un hilillo de sangre, el 112 trataba por todos los medios de
hacerla reaccionar, pero les fue imposible, recuerda también cuando entraron en
la ambulancia, como le apretaba la mano
igual que cuando eran pequeñas y Paloma tenía miedo
…estoy aquí, estoy aquí, canija, …estoy aquí.
Tiro el teléfono encima del sofá
y corrió a asistir a su hermana,
Paloma, Paloma, tranquila, tranquila ya estoy aquí, no pasa nada, no pasa nada estoy aquí le decía mientras la apretaba contra su pecho, estoy aquí “canija”, estoy aquí…
Cristina ya no estaba acostumbrada a ver a su hermana
así, su recuperación fue lenta, demasiado lenta decían los especialistas.
Fueron días, semanas, meses y años duros
para toda la familia. Estuvo varios días inconsciente, tenía miedo de despertar les decía el especialista. Fueron
días, semanas meses y años de idas y venidas al hospital. Fueron días, semanas,
meses y años de llantos de miedos, de chillidos, de pesadillas. Fueron días,
semanas, meses y años de echarse las culpas los unos a los otros pero en
silencio. Fueron días, semanas, meses y años de tristeza, ya no había lloros,ya no
había nada, sólo vacío.
Pero pasaron esos días, semanas,
meses y años y la alegría tímidamente entro de nuevo en casa, entro tímidamente
en la familia, entro tímidamente en Paloma.
….Y ahora le iban a soltar.
REFLEXIÓN.- Paloma y Cristina, no
existen, pero sí muchas víctimas que han vivido más o menos estas
circunstancias, o que desgraciadamente
no se encuentran ya con nosotros. Pero soy capaz de ponerse en el pellejo de estas
personas de sentir ese odio hacia sus agresores, de sentir ese miedo, de sentir
que alguien que se ha llevado tu vida, está en la calle, está en libertad, esta inmune, es un ciudadano
más, que campa a sus anchas, buscando
quizá nuevas víctimas. Puedo ponerme en la piel de las víctimas, y expresar mi total repulsa por estos
individuos, por esta gentuza que todavía se permiten el lujo
de dar entrevistas a la televisión. Todavía se permiten el lujo de mirar a la
cámara y decir que lo sienten mucho, pero que ellos han cumplido la pena. Mirar a cámara y decir que
ahora vivirán libres, que tienen derecho, ¿derecho??.
Termino diciendo, que soy de las personas que cree en las segundas y
en las terceras oportunidades también, pero para este tipo de gentuza, no hay segundas ni terceras
oportunidades. Para ellos está la cárcel
de por vida.
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