Y fue en ese momento cuando lo decidió, ya no había marcha
atrás. De repente se despojo de su antigua vida, sin más, todo desaparecía.
Sentado en el filo de la cama, con las manos entrelazadas, no
era capaz de pensar, el olor de ella impregnaba toda la habitación, no hubo
reproches, tampoco lágrimas solo una sensación agradable de vacío en todo su
cuerpo.
Cuando por fin se levanto, sintió que por momentos y como si
se tratara de su viejo jardín, la nueva savia le recorría todo su cuerpo, como
su viejo jardín, él también volvía a revivir.
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