Llegara pronto la primavera le decía Vera a su madre,
ella la miraba complacientemente. La
mujer no sabía quién era la joven que cada tarde se sentaba a su lado y que de
vez en cuando la traía una bamba de nata que tanto le gustaba.
¿Cómo sabía ella que le gustaba tanto la nata? ¿Por qué al
despedirse la daba dos fuertes besos y le decía “te quiero más que a mi vida mamá”.
A la hora de acostarse una foto amarillenta presidia su
mesita la besaba fuertemente diciéndole “te
quiero más que a mi vida Vera”.
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