Carmen de ocho años de edad, no
entiende porque esta noche, hay tanto ruido en casa, a esas horas piensa, mamá y
papá están viendo la tele, la puerta de
mi habitación está cerrada y Pompas (su cachorro yorkshire) sentado en el suelo, no deja de
mover las orejas.
Tranquilo Pompas, dice Carmen, ven
sube aquí conmigo.
Mientras acomoda al cachorro a su
lado, le dice, a mamá y a papá no les
gusta que duermas aquí, y de
pronto escucha como las ruedas de una maleta pasan por su habitación, ella se
pregunta si es que se van de de nuevo a la playa, mientras cierra sus grandes
ojos verdes, quedándose dormida al lado
de su amigo.
A la mañana siguiente sigue
siendo todo raro, la puerta de la habitación está abierta y Pompas no está a su
lado, mamá tiene mala cara, parece no haber dormido en toda la noche. ¿mami, no vas a trabajar hoy? ¿a qué hora
viene Laura?, ¿mamá?.
Ella no escucha a su hija,
sentada enfrente de ella, mira su cuarta taza de café, no ha dormido en toda la
noche, es incapaz de escuchar nada, en su cabeza solo resuena las últimas
palabras de su hasta hoy marido “no
podemos continuar así Merche, tenemos que hacer algo al respecto, tu no me
quieres y yo tampoco a ti” “tu no me
quieres y yo tampoco a ti tampoco”, “tu no me quieres y yo tampoco a ti”.
No podía quitarse esas palabras
de la cabeza, mamá, mamá el desayuno,
¿mamá, qué te pasa? ¿estás malita?, Merche sigue sin hacerle caso, sólo es
capaz de acariciar al pequeño animal, que le hace cucamonas a dos patitas.
¡¡Mamá!! le vuelve a decir Carmen, el desayuno, y es cuando ella repara en Carmen, la sonríe, y como
si acabara de llegar le dice con media sonrisa, ¿ya te has despertado? mientras se levanta de la silla y la abraza
por detrás, haciéndole cosquillas, ¿bueno
qué le apetece desayunar a la
princesa?, Carmen mientras ríe, piensa, …mama no está bien, llevo aquí un rato largo, y ahora se da cuenta, a
mamá la pasa algo, mientras se da la vuelta en la silla y la abraza
fuertemente, gritando ¡¡mamaaaaaaaa!!!
Merche, la prepara el desayuno, y
sale al tendedero a fumarse un cigarro (prohibido fumar en la casa nueva, dijo
Carmen en cuanto estuvieron instalados), ella mira a su madre mientras se come
una de las tostadas. Sabe que la pasa algo, está
fumando mucho, se dice, en cuanto venga papá se lo dirá para que la regañe, el
tabaco es malo, la gente se muere y yo no quiero que se muera, se
dice a sí misma, en cuanto venga papá le diré que
la vuelva a regañar, a él le hace mas caso que a mí dándole otro mordico
a la tostada
.
¿Mamá?
¿nos vamos a la playa otra vez?, pregunta Carmen, ¿qué cariño? pregunta Merche,
mientras apaga apresuradamente el
cigarro, ¿qué si nos vamos otra vez a la playa? Esta vez habla más despacio, su
madre está sentada a un lado de la mesa. No, le dice Merche. Si acabamos de
venir hija, y entonces porque a noche volvisteis a sacar la maleta, ¿qué maleta
Carmen?, Mamaaaaaaa, no me engañes ehhh, que oí anoche las ruedas de la maleta
grande.
Merche envía a Carmen a vestirse,
van a bajar juntas a “Pompas”, y mientras ella corre por el pasillo, Merche
vuelve al tendedero, vuelve a encenderse otro cigarro y vuelve a la noche
anterior, ella acababa de acostar a Carmen
y Juan había subido de la calle con el perro, como de costumbre ella se
sentó en uno de los taburetes que había en el tendedero y para su sorpresa,
Juan se sentó a su lado. A él, no le gustaba el olor a tabaco, no le gustaba
que Merche fumase e intentaba por lo menos dos veces a la semana que ella lo
dejara.
En cuanto Merche, le vio
acercarse, le dijo, tienes razón, tengo que
dejarlo, prometo pensar en ello, mostrándole una bonita sonrisa, pero Juan hoy
no quería hablar de tabaco, no quería hacerle reflexionar sobre su
salud. Juan quería hablar de ellos, de su relación, de lo que estaban haciendo
con sus vidas, de cómo todo giraba alrededor de Carmen, de cómo hacía ya algún
tiempo no se entendían, no hacían nada juntos, ya no compartían nada, excepto a
la niña y a su “amigo Pompas”.
¡¡Mamá!!,
grito Carmen desde su habitación, no encuentro
las sandalias, Merche apaga el cigarrillo y va en busca de ellas, sabe que están en el zapatero y que Carmen como de
costumbre no las ha buscado.
Han llamado a la puerta, Carmen
sabe que es papá, nadie más, toca la puerta como él, sale corriendo con una
sandalia en la mano, ¡¡papaaaaa!! es ¡¡papaaaaa!!
le dice a Pompas mientras corren por el pasillo, cuando abre la puerta, Juan
como de costumbre tiene los brazos abiertos esperando a que Carmen salte a su
cuello, está vez Juan aprieta a su hija más de lo acostumbrado y ella, mientras
ríe, le dice papá me haces daño, de
inmediato la deja en el suelo y saluda a Pompas, acariciándole su cabecita, buen
perro, eres muy bueno, Merche
ha salido de la habitación y saluda a Juan, sin demasiado entusiasmo, que prontito has venido de trabajar papá, le
dice Carmen, mientras termina de abrocharse la sandalia, Juan mira a Merche y
sabe por su cara que ella no le ha dicho nada todavía, Merche sigue con el plan que trazaron la
noche pasada.
Queda
algo de café, le dice Merche a Juan, vale le contesta, mientras se
dirige a la cocina, tengo hambre, Merche
se le queda mirando y vuelve a decir, te preparo
una tostada, no, le dice Juan, ya lo hago
yo. Carmen no ha notado nada, sólo que papá se ha ido a trabajar y ha
vuelto a desayunar, Carmen no sabe nada, ella, está en el comedor con la tele
encendida y sus papas en la cocina desayunando juntos.
Han salido a pasear a Pompas, han
preparado la bolsa para bajar a la piscina, han jugado en el agua los tres como
de costumbre, mamá ha bajado un pequeño aperitivo que entre aguadillas y risas
se toman, Carmen está contenta juega, chilla, y papá sigue haciéndole
aguadillas a mamá y está a su vez ríe e intenta perseguir a papá por toda la
piscina, Carmen no ha notado nada. Carmen sigue jugando con sus amigas mirando
de vez en cuando a sus padres como siguen jugando en la piscina.
Han pasado casi dos años desde la
separación de Merche y Juan, de mutuo acuerdo alquilaron el domicilio conyugal
y Carmen ahora dispone de dos casas
nuevas, más pequeñas como cuenta, a
sus amiguitas, Carmen sabe que papá
vive muy cerca de mamá, sabe que ella se va con él cuando quiere, no hay
problemas, no hay un “te toca a ti, me toca a mí”,
ella elige con quien quiere pasar la noche , nadie trata de convencerla para que cambie de
opinión, ella decide con quien quiere pasar el fin de semana, nadie trata de convencerla para que cambie de
opinión, ella elige.
Carmen, sólo es una niña, y actúa como
tal. Pero sabe que papá y mamá son
buenos amigos, sabe que papá y mamá no están enamorados, que no volverán a
estar juntos, sabe que quizá papá o mamá vuelvan a rehacer sus vidas. Pero de lo que está segura
es que nunca será una moneda de cambio, que nunca chantajeará a sus padres, que
nunca tendrá que elegir, que nunca se preguntará, si ella es la causa de la separación. No
llorará a escondidas preguntándose si ha tenido la culpa de la última bronca, Está
segura que papá y mamá estarán ahí, siempre con ella,
porque es su princesa, porque no les mueve ningún interés económico, porque ante todo SON PADRES.
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