Como todos los días Juan Carlos se ha levantado a
la misma hora, pero hoy un poco más contento,
su rutina ha sido la misma,
ducha, afeitado, desayuno y esperar
a Lucía, su mujer,
a la que lleva a trabajar al Ministerio de Fomento todos los días.
En el coche, Lucia está
especialmente más risueña, aunque en el fondo también se encuentra algo más
preocupada, después de año y medio Juan Carlos va hacer su primera entrevista después
de su despido. Después de año y medio observando cómo su marido se marchitaba
día a día, por fin, hoy, le ha vuelto a ver ese brillo en los ojos, por fin, hoy,
le ha vuelto algo de esperanza, por fin, hoy, Juan Carlos se ha atrevido hablar
de futuro.
Mientras termina de pintarse en
el coche, recuerda la voz de su marido cuando la llamo al despacho “Luci, me han llamado para hacer una entrevista (le dijo con voz temblorosa) tengo que estar el miércoles a las diez y
media de la mañana y preguntar por José María de las Arenas”. Lucía no se
le ocurrió preguntarle qué empresa le había llamado, que tipo de trabajo le
habían ofrecido, no se le ocurrió nada de nada, sólo se le saltaron las
lagrimas, sólo fue capaz de decirle, “te
invito a comer”, colgando inmediatamente el teléfono y marchándose al baño
a llorar.
Lucia, este año cumplirá los
cincuenta años, y de un tiempo para acá, la vida no ha sido fácil para ella, ha
tenido que trabajar mucho y más duro, ya que en el Ministerio donde lleva trabajando casi treinta años, las cosas se
han ido poniendo cada vez más difíciles, cada día se enfrenta a más recortes
sus apoyos han ido saliendo uno a uno del mismo, tras trabajar con ella cerca
de diez años, ha visto como su departamento ha ido mermando poco a poco y los
papeles amontonándose.
A ella, nunca le asusto el trabajo, de hecho su
puesto nunca peligro, después de los distintos cambios de gobiernos. De ella se
dice que es una persona responsable, que sabe dirigir bien a su equipo, que
sabe encontrar soluciones donde muchos no creían que existían.
Pero desde hace más o menos año y
medio, la vida de ella cambio radicalmente, todavía recuerda cuando llego a
casa tras un día agotador en el Ministerio y encontró a Juan Carlos en la
cocina, sentando ante la mesa, con una cerveza en la mano, y un taco de papeles
en la otra.
¿Qué ha pasado Juan Carlos? ¿Qué
son todos esos papeles? Le pregunto Lucía, mientras se quitaba los zapatos y
buscaba algo en la nevera.
Me han despedido, le dijo Juan
Carlos de sopetón, me han echado, le volvió de decir dando un trago largo a su
cerveza, Lucía se paralizo, tardo algunos segundos más en sacar la cabeza de la
nevera, ¿cómo es posible?, pensó Lucía, ¿qué vamos hacer? se dijo de nuevo y
cogiendo otro bote de cerveza, cerro la nevera, sentándose enfrente de Juan
Carlos. ¿por lo menos te habrán arreglado los papeles del paro? pregunto algo
ofendida. Claro mujer, aquí lo tengo
todo, supongo, volvió a decir Lucía ¿qué has
revisado la liquidación?. Claro mujer, Juanjo no se ha separado de mi, y
la hemos revisado juntos. Tranquilízate por favor Lucía,
todo está bien, todo es legal.
Ella quería desaparecer, ella
quería meterse en la cama y hacer como si hubiera sido un mal sueño, ella no
quería estar enfrente de Juan Carlos, no porque no le quisiera, no porque no le
apeteciera estar con él, no, nada de eso. No sabía que decirle, Juan Carlos
siempre había sido el optimista, Juan Carlos en todas las situaciones a las que
se habían enfrentado desde hacía ya veinticinco años, siempre veía la botella
medio llena, jamás de los jamases se permitió el lujo de verla medio vacía,
para eso estaba ella, pesimista desde siempre, recibiendo apoyo de su marido, escuchando sus consejos y
llevándolos a cabo, con muy buenos resultados. Que le iba a decir ahora, que
consejos le iba a dar ella ahora a él. Tenía todo su apoyo, siempre lo tuvo,
pero ahora ¿qué iba a ser de ellos?, ¿ la botella seguiría medio llena?.
Los días fueron pasando, los
meses también, y Juan Carlos no dejaba de mirar ofertas de trabajo de rehacer
una y otra vez su CV y enviarlo a distintas empresas, Juan Carlos no dejaba de
llamar a “amigos” ahora casi desaparecidos (estaban reunidos, no se encontraban
en el despacho, no contestaban al móvil) definitivamente se habían esfumado.
Mientras Lucía, no dejaba de hablar con compañeros, con superiores, tratando de
buscar para Juan Carlos una nueva oportunidad laboral, pero siempre recibía la
misma contestación, “es una persona muy cualificada, tiene un buen CV, pero
tiene cincuenta y tres años, demasiado mayor”.
Ella siempre le contaba sus
avances en relación a su CV, siempre optimista, le contaba que había hablado
con fulanito que a su vez tenía un amigo que podría echarle una mano, jamás le
contó que era demasiado mayor, que quizá tenía demasiada experiencia, que buscaban otro perfil, que habría que
formarle y una vez formado enseguida le llegaría la edad de jubilarse, ella
siempre entraba en casa con una sonrisa, con algún enlace de alguna empresa
para que insertarse el CV, pero Juan Carlos empezó a ver “la botella medio
vacía ” , su mirada lo delataba, se marchitaba por días. Aunque con una actitud positiva (madrugaba, la lleva al trabajo, realizaba las
tareas de casa, hace planes para el día), sus ojos no la engañaban sabía que de
un momento a otro, Juan Carlos podría hacer explotar la botella.
Esa noche, Juan Carlos, una vez
más se levanta de madrugada, como muchas más, no es capaz de conciliar el sueño, Lucía, como
de costumbre le escucha, levantándose en muchas ocasiones, en otras le deja a
solas, sabe que lo necesita, pero hoy decide levantarse, mañana tiene la
entrevista, mañana tiene que estar descansado, mañana va a ser su gran día,
mañana por fin, será él quien la invite a
comer. Sabe que está en el comedor con la televisión puesta, sabe que no la
hace caso, sabe que la necesita, se acerca a él, se acurra a su lado
susurrándole “mañana la botella empezara
a llenarse de nuevo”.
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