domingo, 6 de julio de 2014

LA ENTREVISTA

Como  todos los días Juan Carlos se ha levantado a la misma hora, pero hoy un poco más contento,  su rutina  ha sido la misma, ducha, afeitado, desayuno y esperar  a  Lucía,  su mujer,  a la que lleva a trabajar al Ministerio de Fomento  todos los días.

En el coche, Lucia está especialmente más risueña, aunque en el fondo también se encuentra algo más preocupada, después de año y medio Juan Carlos va hacer su primera entrevista después de su despido. Después de año y medio observando cómo su marido se marchitaba día a día, por fin, hoy, le ha vuelto a ver ese brillo en los ojos, por fin, hoy, le ha vuelto algo de esperanza, por fin, hoy, Juan Carlos se ha atrevido hablar de futuro.

Mientras termina de pintarse en el coche, recuerda la voz de su marido cuando la llamo al despacho “Luci, me han llamado para hacer una  entrevista (le dijo con voz temblorosa) tengo que estar el miércoles a las diez y media de la mañana y preguntar por José María de las Arenas”. Lucía no se le ocurrió preguntarle qué empresa le había llamado, que tipo de trabajo le habían ofrecido, no se le ocurrió nada de nada, sólo se le saltaron las lagrimas, sólo fue capaz de decirle, “te invito a comer”, colgando inmediatamente el teléfono y marchándose al baño a llorar.

Lucia, este año cumplirá los cincuenta años, y de un tiempo para acá, la vida no ha sido fácil para ella, ha tenido que trabajar mucho y más duro, ya que en el Ministerio donde lleva  trabajando casi treinta años, las cosas se han ido poniendo cada vez más difíciles, cada día se enfrenta a más recortes sus apoyos han ido saliendo uno a uno del mismo, tras trabajar con ella cerca de diez años, ha visto como su departamento ha ido mermando poco a poco y los papeles amontonándose.

A ella,  nunca le asusto el trabajo, de hecho su puesto nunca peligro, después de los  distintos cambios de gobiernos. De ella se dice que es una persona responsable, que sabe dirigir bien a su equipo, que sabe encontrar soluciones donde muchos no creían que existían.

Pero desde hace más o menos año y medio, la vida de ella cambio radicalmente, todavía recuerda cuando llego a casa tras un día agotador en el Ministerio y encontró a Juan Carlos en la cocina, sentando ante la mesa, con una cerveza en la mano, y un taco de papeles en la otra.

¿Qué ha pasado Juan Carlos? ¿Qué son todos esos papeles? Le pregunto Lucía, mientras se quitaba los zapatos y buscaba algo en la nevera.

Me han despedido, le dijo Juan Carlos de sopetón, me han echado, le volvió de decir dando un trago largo a su cerveza, Lucía se paralizo, tardo algunos segundos más en sacar la cabeza de la nevera, ¿cómo es posible?, pensó Lucía, ¿qué vamos hacer? se dijo de nuevo y cogiendo otro bote de cerveza, cerro la nevera, sentándose enfrente de Juan Carlos. ¿por lo menos te habrán arreglado los papeles del paro? pregunto algo ofendida.  Claro mujer, aquí lo tengo todo, supongo, volvió a decir Lucía ¿qué has  revisado la liquidación?. Claro mujer, Juanjo no se ha separado de mi, y la hemos revisado juntos. Tranquilízate por favor Lucía,  todo está bien, todo es legal.

Ella quería desaparecer, ella quería meterse en la cama y hacer como si hubiera sido un mal sueño, ella no quería estar enfrente de Juan Carlos, no porque no le quisiera, no porque no le apeteciera estar con él, no, nada de eso. No sabía que decirle, Juan Carlos siempre había sido el optimista, Juan Carlos en todas las situaciones a las que se habían enfrentado desde hacía ya veinticinco años, siempre veía la botella medio llena, jamás de los jamases se permitió el lujo de verla medio vacía, para eso estaba ella, pesimista desde siempre, recibiendo apoyo  de su marido, escuchando sus consejos y llevándolos a cabo, con muy buenos resultados. Que le iba a decir ahora, que consejos le iba a dar ella ahora a él. Tenía todo su apoyo, siempre lo tuvo, pero ahora ¿qué iba a ser de ellos?, ¿ la botella seguiría medio llena?.

Los días fueron pasando, los meses también, y Juan Carlos no dejaba de mirar ofertas de trabajo de rehacer una y otra vez su CV y enviarlo a distintas empresas, Juan Carlos no dejaba de llamar a “amigos” ahora casi desaparecidos (estaban reunidos, no se encontraban en el despacho, no contestaban al móvil) definitivamente se habían esfumado. Mientras Lucía, no dejaba de hablar con compañeros, con superiores, tratando de buscar para Juan Carlos una nueva oportunidad laboral, pero siempre recibía la misma contestación, “es una persona muy cualificada, tiene un buen CV, pero tiene cincuenta y tres años, demasiado mayor”.

Ella siempre le contaba sus avances en relación a su CV, siempre optimista, le contaba que había hablado con fulanito que a su vez tenía un amigo que podría echarle una mano, jamás le contó que era demasiado mayor, que quizá tenía demasiada experiencia,  que buscaban otro perfil, que habría que formarle y una vez formado enseguida le llegaría la edad de jubilarse, ella siempre entraba en casa con una sonrisa, con algún enlace de alguna empresa para que insertarse el CV, pero Juan Carlos empezó a ver “la botella medio vacía ” , su mirada lo delataba, se marchitaba por días. Aunque con  una actitud positiva  (madrugaba, la lleva al trabajo, realizaba las tareas de casa, hace planes para el día), sus ojos no la engañaban sabía que de un momento a otro, Juan Carlos podría hacer explotar la botella.


Esa noche, Juan Carlos, una vez más se levanta de madrugada, como muchas más,  no es capaz de conciliar el sueño, Lucía, como de costumbre le escucha, levantándose en muchas ocasiones, en otras le deja a solas, sabe que lo necesita, pero hoy decide levantarse, mañana tiene la entrevista, mañana tiene que estar descansado, mañana va a ser su gran día, mañana por fin, será él quien la invite a comer. Sabe que está en el comedor con la televisión puesta, sabe que no la hace caso, sabe que la necesita, se acerca a él, se acurra a su lado susurrándole  “mañana la botella empezara a llenarse de nuevo”.

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