María Soledad Artiles de Sancho,
nació un 24 de Diciembre, en La Habana, era una noche calurosa, pegajosa, la gente
reía y bailaba y mientras su mamá la paria. Su
llanto se oyó en toda la plaza. Tenía la piel suave muy suave de color
café con leche (largo de café) la nariz afilada, y unos ojos grandes color
avellana. El ama, nada más nacer, la apodo con el sobrenombre de LA MULATA.
La mulata crece, tiene una
infancia feliz, su piel es todavía más
suave y sus ojos son aún mas grandes y profundos. A ella le gusta bailar,
ella es puro merengue, ella es pura cumbia, pero acuerda con los suyos terminar
sus estudios y finalizados estos la recompensarían con llevarla a la academia
de baile de Doña Teodora.
Una tarde, ensayando junto con
sus compañeras, sin aviso ninguno aparece Damián uno de los responsables del
Ballet Nacional Cubano. A él llama la atención una jovencita con pañuelo en la
cabeza, vestido de algodón blanco y piel café con leche, no puede evitarlo, no
puede dejar de mirar cómo mueve los pies, cómo mueve las caderas, cómo se mueve
toda ella, no, no puede dejar de mirarla. Ella sabe que la está observando,
también se ha fijado en él, no sabe quién es, pero decide que va a bailar para
él.
Concluida la clase, la señorita
Teodora hace llamar a la mulata, ella con una toalla sobre los hombros, avanza
hacia ellos lentamente, limpiándose el sudor únicamente con un pico de su vieja
toalla rosa, sin dejar de avanzar. Teodora detrás de Damián le hace señales
para que sea más rápida, pero la mulata avanza insinuante, avanza lentamente,
sin dejar de mirar fijamente a los ojos
a Damián.
Teodora, bastante nerviosa por el
comportamiento de la mulata, hace las presentaciones pertinentes, Teodora le
explica a ella que Damián, tiene interés en hacerle una pequeña prueba en el
Ballet pues cree que con el tiempo podría llegar a ser una gran figura del
baile cubano. Por un momento, la mulata desvía la mirada de nuevo hacia él, no
puede creer lo que Teodora la acaba de decir, no puede ser que estén interesada
en ella, no, no puede ser, se repite una y otra vez.
Ahora es Damián, es el que toma
la palabra y dirigiéndose esta vez a las dos, les dice que no hay que hacerse
demasiadas ilusiones, es sólo una pequeña prueba, él, no es el que toma las decisiones
artísticas, pero ella debería hacer es prueba y está vez
Damián mira a la profesora.
La mulata vuelve a su casa,
contenta, sus ojos hoy brillan más que de costumbre, sus ojos están llenos de
ilusión, y como todos los días desde que nació se dirige hacia el Malecón, su “Malecón” y como todos los días se
queda mirando como las olas altas, fuertes y frescas rompen sobre él. Pero hoy es una tarde especial, puede que dentro de poco su sueño (bailar)
puede hacerse realidad. Pero a la vez le asaltaba la incertidumbre, Damián, ha
sido sincero con ella, será sólo un
pequeña prueba, él, no era quién tomaba las decisiones artísticas. Debía
hacerlo bien, pensaba, no debía de fallar, se decía. Quería bailar y tenía una
oportunidad de oro en sus manos.
En casa la noticia, hubo diferencias de
opinión. Madre delicada de salud desde
que nació la mulata, la cogió las manos y mirándola a esos ojos tan profundos
color avellana como los suyos, le dijo, persigue tu sueño, en la vida una
oportunidad así sólo se tiene una vez. Padre miembro del Gobierno Cubano sin
demasiada relevancia, no le hizo demasiada gracia, él creía o quería que la
mulata se formará e ingresará en el Partido activamente consiguiendo aquello que él no pudo, no, no le hizo gracia
y así se lo dijo. El ama fue la que alisándose el delantal (siempre lo hacía
cuando estaba nerviosa) dijo niña ten cuidado, bailar, bailar, meneaba la cabeza, niña ten cuidado y se
marcho sin dejar de menear su cabeza.
El día de la prueba y como un
ritual la mulata se acerca a su Malecón, no hay demasiada gente, algunos
turistas borrachos, alguna santera realizando sus rituales matutinos y ella
quieta, muy quieta, la brisa del MAR le acaricia la cara, le acaricia su suave
piel. Cierra los ojos, respira profundamente, abre los brazos y dice ¡¡voy a conseguirlo, voy a
bailar!!!
Están llegando al teatro, y la
mulata, se para se toca el pañuelo que lleva en la cabeza, se arregla un poco
el vestido y se endereza un poco más, mira a su ama (madre no ha podido acompañarla
le ha vuelto a subir la fiebre) y la guiña un ojo, el ama la mira se siente
orgullosa de su niña y cogiéndola de la mano, cómo cuando era pequeña, la mira
intentando transmitirla
tranquilidad, aunque a ella los nervios le están devorando las tripas.
Una vez allí, les espera Rosaura,
ella es una de las “manos derechas” de la Directora del Ballet. Rosaura, en
cuanto la ve, queda por algún motivo desconocido para ella, gratamente
sorprendida, sabe que la mulata no podrá bailar en el Ballet Nacional, es
demasiado mayor, pero tiene “un algo especial” que pocas veces se ve.
Una vez realizadas las
presentaciones, Rosaura, sabe que el ama, no va a querer abandonar a su mulata,
así que le dice que debe sentarse en unas de las butacas y estar calladita,
oiga lo que oiga, debe callar, el ama la mira con recelo, accede a su
petición y obedece sin rechistar todo sea por ella, por su mulata.
La mulata sube a un gran
escenario, le sudan las palmas de las manos, siente el pañuelo humedecido, pero
cierra los ojos y vuelve a ver su Malecón,
vuelve a sentir, la suave brisa de su MAR, y la música suena, ella todavía con
los ojos cerrados, nota como sus pies empiezan a moverse como sus caderas
obedecen a sus pies y sus manos y cabeza obedecen a sus caderas, siempre es
igual. Siempre son los pies los que dan la primera orden. No deja bailar, no
deja de moverse, insinuante pero a la vez la envuelve un halo de majestuosidad
nada común, comentan los ayudantes de Rosaura, ésta, sin quitar los ojos del
escenario, y en voz baja, dice bravo mulata, no pares, baila mulata, baila…
Concluida la sesión, los únicos
aplausos que oye, son los de su ama, su querida ama, Rosaura, sube al escenario
y le pregunta quién la ha enseñado a bailar así, ella conoce la escuela de Doña
Teodora y sabe que no ha sido ella. La mulata, baja los ojos y algo consternada le dice que nadie,
ella es su profesora/alumna, Doña
Teodora siempre la regaña, por no seguir los pasos de las demás. Rosaura suelta
una fuerte carcajada, no puede evitarlo y llevándose las manos a sus caderas,
le dice pues sigue siendo tu misma Mulata, sigue siendo tu misma,
desapareciendo detrás del gran telón.
Damián ha estado observándola,
todo el rato, sabe qué Rosaura le ha
gustado, la conoce, se levanta, bajando al pasillo a saludarlas. La mulata, lleva
agarrada del brazo a su ama, no están demasiado contentas, nadie le has dicho
nada, Damián desde el fondo del pasillo central, le hace una señal para que le
esperen y así lo hacen, quietas ama y niña, lo miran, lo esperan con los ojos
de un niño que espera su recompensa o
una buena regañina. Damián cortésmente saluda primero al ama y después a la
mulata. La mulata, no se atreve a preguntar, le da miedo, pero el ama (perro
viejo, y sin pelos en la lengua) le dice que no entienden muy bien qué es lo
que ha pasado, se han marchado y no nos han dicho nada D. Damián, ¿la niña no
les ha gustado?.
Damián, ríe y les convida a un
café en el mismo teatro. Una vez sentados, Damián mira a la mulata y
sonriéndole de nuevo, le dice, se, que les has encantado, se que van a contar
contigo, ellos quieren personas así como tu mulata, no debes preocuparte, ¿así
que ha sido un éxito?, replica el ama, Damián la mira y abriendo sus enormes
ojos negros le dice si doñita!!! y los tres ríen a carcajadas.
Han pasado algunos años la mulata
ha crecido profesionalmente, es una artista reconocida, su sueño se estaba
haciendo realidad, pero su vida también sufren algunos cambios no tan
agradables. Madre muere en brazos de su ama, sin dar guerra, dulcemente cómo
era ella. Padre se marcho a vivir con su querida de toda la vida y el ama
siempre al lado de su mulata. Ella se ha
hecho mayor muy mayor, ya no está para viajar y un día camino de Santiago de
Cuba a La Habana, llegan a su casa a la de toda la vida, le da un fuerte beso a
la mulata y le dice niña, tengo ya ganas de reunirme con tu madre, estoy
cansada, me voy a dormir. El ama ya no despertó más, se fue como siempre, sin
dar ruido, sin dar problema alguno.
La mulata tiene fama, tiene
“dinero” y a Damián siempre a su lado. Él ha sido su administrador, ha sido su
confesor, chofer, le ha ensañado a vestirse, a maquillarse, Damián ha sido su
todo, menos su amante y a la mulata eso
le entristece, desde la primera vez que vio a Damián se enamoro de él y ella
pensó que era correspondida, pero el tiempo le haría ver lo contrario, Damián,
nunca estuvo enamorado de ella, nunca se lo demostró, nunca hubo una palabra o
algún acto que le dijera lo contrario. De hecho la mulata tuvo algún que otro
amorío, pero sólo eso, Damián lo único que se atrevía a decirle es “cuando uno menos se lo espera, llega por fin
el verdadero amor, el amor para toda la vida”. Cada noche se dormía pensando en cada una de
aquellas palabras, y muchas noches lloraba hasta quedarse dormida, porque ella, sí que había encontrado el amor verdadero,
había encontrado a Damián.
Siguen cosechando triunfos, tanto
en Cuba, como en otros países sudamericanos. Pero lo mejor o eso creen, llegan
cuando una de las salas más importantes de New York quieren contratarla. La
mulata no puede creérselo, no sabe si reír o llorar y decide hacer las dos
cosas a la vez, Damián, serio le dice que no debe hacerse demasiadas ilusiones,
no sabe si el Gobierno les dejará marchar, no es fácil mulata, no es fácil.
Damián inicia todos los trámites
para gestionar los permisos, pero una y otra vez se los anulan, Damián, insiste
una y otra vez pero el gobierno no cede, no quieren oír hablar más del tema y
así se lo hacen decir, el mensajero no es otro que padre. La mulata, se revela,
se enfurece, se entristece, sólo quiere ir a bailar a New York, no quiere
quedarse, quiere enseñar lo que hace y quiere aprender, quiere formarse en el
extranjero, le dice a padre. Padre, se marcha, no quiere oír más, se va triste,
cabizbajo, por primera vez, padre, se da cuenta de lo importante que es el
baile en la vida de su hija.
Pasado algún tiempo de ese
suceso, le llega a Damián otra oferta para trabajar en España, antes de
referírselo a la mulata, Damián habla con padre y este le concierta una
entrevista personal con las autoridades, esta vez hay suerte, les van a
conceder un visado por 2 meses para que viajen a España.
Damián, no sabe cómo darle la
noticia, la mulata desde lo sucedido con el contrato en New York, anda algo rara, muy rara, han rechazo varias
ofertas para trabajar, ha hecho oídos sordos a todas ellas. Sólo quiere estar
en su Malecón, pasa horas enteras viendo como rompen las olas. Damián, sabe
perfectamente lo que le pasa y la deja hacer, o más bien la deja “no hacer
nada”, pero no quiere demorar más la
noticia. Tiene que contárselo, tienen que hablar.
Cuando ella llega por fin a casa,
casi de anochecida, Damián ha preparado una “suculenta cena” ha invitado
algunos amigos íntimos y la esperan todos en silencio en la azotea, Damián como
de costumbre, está en la cocina y ella como de costumbre también, le besa en la
mejilla, Damián, le dice que se cambie de ropa, hoy van a cenar en la azotea, hace demasiado calor dentro y les vendrá bien
recibir un poco de esa “brisa” que ella tanto le gusta.
La mulata, como casi siempre, le
hace caso, se da una ducha rápida se
coloca su pañuelo habitual en la
cabeza y elige un vestido largo color
blanco. Bajando los cuatro peldaños que separan el comedor con los dormitorios,
Damián con una bandeja en las manos , la
mira, se para en seco, no puede dejar de mirarla está
enamorado de ella desde la primera vez
que la vio bailando en la escuela
de Doña Teodora. Ha sido, es y será el amor de su vida, lo sabe y no va a dejar
pasar de nuevo la oportunidad para decírselo, lo tiene todo planeado, tiene que
decírselo.
Damián y la mulata suben cogidos
de la mano a la azotea, allí sus íntimos los esperan, la mulata mira a Damián y
abre a la vez los ojos y la boca y no sabe qué hacer, si llorar o reír, así que, como de costumbre hace las dos cosas a la
vez, de nuevo mira a Damián y este le entrega un sobre grande color sepia, le
tiemblan las manos, se le caen los mocos y las lagrimas no dejan de caerle por
las mejillas. Pero eso no es ningún inconveniente para ella, tira de la solapa
del sobre y vuelca el contenido encima de la mesa. No puede ser, se va a España
dentro de veinte días, chilla, llora, se ríe y busca a Damián que como siempre
se ha quedado un poco más atrás que los demás. La mulata le busca y lentamente
se acerca a él, lentamente, delicada e insinuante a la vez, el a su vez también
avanza lentamente hacia, y cuando están
cara a cara la besa, la besa con pasión contenida de 15 años, no hay voces, no
hay murmullos, sólo ellos dos.
Son los veinte días, maravillosos,
llenos de amor, llenos de ternura, llenos de compresión y de mucha
compenetración. Ahora ríen y lloran juntos, y por cada resquicio de la
casa, se respira felicidad, se respira
ilusión, se respira un amor para toda la vida. La mulata, no cabe en sí, es de
nuevo la niña de hace quince años pero ésta vez con su amor correspondido y eso
le hace estar constantemente bailando y cantado antiguos boleros, mientras
termina de empacar sus enseres para marchar a España.
Aterrizan en Madrid, y la ciudad
les acoge con ellos deseaban, la mulata triunfa una vez más y los teatros se la
“rifan”. Damián recibe ofertas de los sitios más emblemáticos para bailar,
contratos suculentos, dinero que en la vida pensaban podían tener. Pero hay que
marcharse los visados dentro de poco caducarán, Damián se acerca al Consulado
con otro contrato de trabajo y consigue por mediación de padre, otro visado de
2 meses, los últimos le dice padre a través del teléfono, tenéis que volver
Damián, le dijo padre serio, no hagáis ninguna tontería le advertía. Damián
sabía que las palabras de padre querían decir otra cosa, padre había llegado a
la conclusión que su hija debía quedarse en España, cada vez que hablaba con
ella lo notaba, su mulata era feliz allá, le contaba cosas que allí no podía ni
imaginarse que podía hacer.
Una noche y tras terminar una
función en el teatro, la mulata le pregunta a Damián, porque hoy no la ha visto
bailar, ¿te encuentras mal?, Damián está sentado en una de las butacas del
camerino y parece como ausente, la mulata todavía con su ropa de bailar y su
pesado maquillaje, se inclina hacia él y vuelve a preguntarle. Damián, la coge
con las manos las dos mejillas y le dice, pidamos asilo político, quedémonos
aquí, la mulata baja los ojos y suavemente le quita las manos de las mejillas,
incorporándose y mirando al enorme espejo que hay frente a ella, empieza a
desmaquillarse, lentamente, Damián que ésta reflejado en él la mira y
encendiéndose un cigarrillo, le dice ¿qué contestas? ¿lo hacemos?.
La mulata, no sabe qué decir, no sabe qué hacer. Sólo piensa
en su Malecón, ya no podrá volver a él, sólo piensa en las personas que tienen
enterradas allí, ya no podrá llevarlas flores silvestres y hablar un ratico con
ellas, no podrá volver a ver a padre, no
podrá volver a su Cuba nunca más, pero
Damián, quiere quedarse, le está hablando de planes a futuro, no puede
defraudarle, no quiere que el día de mañana se lo reproche, no quiere perderle
y la mulata, vestida de calle y sin un gramo de maquillaje en la cara, se
acerca a Damián y le susurra, quedémonos, nos va a ir bien, quedémonos…
Han pasado algunos años, a Damián
y a la mulata no les ha ido tan mal. Tienen dos pisos en propiedad y una
escuela de baile en el centro de Madrid, donde la mulata da sus clases, cuando
no tiene trabajo. La academia la lleva Damián personalmente y tiene éxito,
mucho éxito entran y salen alumnos de todas clases y edades, a é le gustaría ampliar el negocio, pero la mulata
siempre le dice lo mismo, estamos bien así, estamos bien así.
De un tiempo para acá a Damián le
cambia el carácter y se ha desmejorado mucho, la mulata con una paciencia
infinita le convence para llevarlo al médico, un buen amigo suyo, también
cubano y que igual que la mulata, se quedo en España por amor. Humberto Peña,
así se llama, trabaja en una de las mejores clínicas privadas de Madrid, él es
oncólogo o cancerólogo como le dice riendo a sus amigos.
Humberto, los recibe en su
despacho y el aspecto de Damián no le gusta en absoluto, y de inmediato, les envía a ver a otro colega,
para que le realice un buen chequeo, Damián protesta, él dice que lo que tiene
es cansancio, sólo eso, que no va a gastarse el dinero en una pruebas para que
finalmente no le encuentren nada. La mulata se enfada con él, le grita (es la
primera vez que le levanta la voz) llora y Damián accede a ingresarse y
realizarse dicho chequeo.
La mulata, tiene que salir de
viaje a Barcelona, le han llamado para una conferencia sobre el baile cubano,
Damián y Humberto le dicen que vaya tranquila, hasta dentro de unos días no
estará completado el “dichoso chequeo”. Se marcha de mala gana, en su interior sabe que algo no
marcha tan bien como Damián y Humberto le han dicho, asistirá a la conferencia
y tomará el avión a primera hora de la tarde.
Mientras en la clínica Damián y
Humberto están a la espera de los resultados, el Doctor Esteban médico
internista de la clínica, se reúne con los dos en la habitación de Damián. En
la mano trae un sobre blanco y Humberto apoyado sobre la mesa, lo abre y le
echa un vistazo a las pruebas tiene un
tumor en el estomago. A Humberto le
cambia la cara de color, Damián, sentado en su sillón, no se atreve a preguntar,
sabe que algo no va bien, Humberto trata de sonreír a su amigo y le dice que
han encontrado un pequeño tumor en la boca del estomago, que no quiere esperar
y que esa misma tarde van a realizarle un biopsia tienen que averiguar si el
tumor es benigno o maligno, Damián, sólo le hace una pregunta ¿cuánto tiempo
Humberto? Humberto le quita importancia y le aconseja que no se ponga en lo
peor, seguramente sea un quiste de grasa, Damián le pregunta ¿en el estomago?
Si, le contesta Humberto, no te vas a morir.
La biopsia es positiva, es un
tumor maligno y el equipo de Humberto decide operarle a la mañana siguiente no
pueden perder tiempo. La mulata ya está con Damián y este no quiere ocultarle nada, nunca le ha
mentido y no lo hará esta vez. Le cuenta lo sucedido omitiendo algún que otro
detalle y sólo le dice que mañana le operan para tratar de extirparle al
“bicho” . Esa noche se la pasan los dos sentados en el sofá de la habitación,
Damián le ha ido dando instrucciones sobre la academia de baile, le habla sobre
el piso que tienen alquilado y cómo les realizan los pagos, le habla de papeleo
bla, bla bla, eso es lo que escucha la mulata, no quiere oír, no quiere pensar
en nada, sólo quiere que Damián siga abrazándola, sólo quiere que Damián se
quede con ella siempre.
Desde hace dos semanas se
encuentran en casa, finalmente Damián tenía un tumor en el estomago que había
producido metástasis en hígado y vesícula. Los médicos recomendaron un
tratamiento agresivo de quimioterapia y eso destrozaba a Damián, cada vez
estaba más delgado y mas amarillo, y la mulata siempre a su lado, no quiere oír
nada de negocios, no quiere oír nada de trabajo, ella personalmente es la que de día y de noche
atiende a Damián, la que saca fuerzas de flaqueza para atusarse el pañuelo y
vestirse de blanco, color favorito de su amor.
En España, la burbuja
inmobiliaria ha empezado a pasar factura a muchas familias, crece el paro y la
gente deja de lado sus hobbies. La
academia cierra y el pisito que tienen alquilado se queda vacío, los inquilinos
ha decido marcharse de nuevo a su tierra Ecuador. La enfermedad, se come los ahorros de la pareja,
los tratamientos, medicinas, entradas y salidas del hospital, y demás cuidados, son caros de mantener, pero ella no escatima,
vende el pisito, hipoteca su casa de nuevo, no le importa.
Humberto y la mulata se han hecho
grandes amigos y una tarde, tomando un café en la cocina le dice a la mulata
que no hay nada que hacer, Damián no responde a los tratamientos, debe dejarle
marchar y le habla de las diferentes Asociaciones de Cuidados Paliativos, tiene
que morir en paz y con dignidad le dice Humberto, el café de la taza de la mulata
se derrama por toda la mesa, llegando a las piernas de la mulata, ella no
reacciona, tiene la mirada perdida, le tiemblan las manos, le tiembla la
garganta, le tiemblan los ojos, pero no suelta ni una sola lagrima, se juro no
llorar, Damián no podía verla con los ojos hinchados.
Damián sabe que se muere, sabe
que le queda poco, está cansado, cada vez más deteriorado, tiene ganas de
marcharse, tiene ganas de dormirse para siempre, pero debe luchar por
sobrevivir un día más por su mulata, eso es lo que todos los días le dice su
mulata “dame un día más”
Los de cuidados paliativos,
vienen todas las tardes y Damián queda tranquilo, adormilado, ésta a gusto pero
hoy les dice a “los chicos” que no le inyecten nada, quiere estar lo más despejado
que pueda, acceden y se marchan, la mulata a los pies de la cama, no se explica
que es lo que le pasa, ha mejorado mucho y él le indica que se meta en la cama
y que lo abrace. Ella lo hace inmediatamente, se descalza y se mete en la cama,
Damián está algo frío, pero en sus brazos va a sentirse mejor, piensa la
mulata. Damián es casi un saco de huesos, le sobra pijama por todas partes y la
mulata lo abraza sin ningún esfuerzo. Damián le dice al oído, mulata, guapa,
cántame un bolero cubano
Cada vez que te miran mis ojos,
cada vez que
me acuerdo de ti,
cada vez que te tengo a mi lado,
cada vez me enamoro de ti,
cada vez que te veo en mis sueños,
cada vez que suspiro por ti…
Damián, apoyado en el pecho de la
mulata, cierra los ojos, sonríe y deja de respirar, ha muerto, pero la mulata no deja de cantar,
una y otra vez hasta que amanece, a la mulata le tiemblan las manos, le tiembla
la garganta, le tiemblan los ojos, tiembla toda entera, pero no llora, Damián
no puede verla con los ojos hinchados.
A la mulata la conozco de hace
tiempo, siempre anda rebuscando con una
especie de vara metálica en los cubos de basura de mi barrio. Es extremadamente
delgada y siempre lleva su pañuelo en la cabeza, y mientras rebusca, tararea un
viejo bolero cubano. Hace unos pocos días o algunos más, me encontraba buscando
aparcamiento, era ya algo tarde y sabía que me iba a costar, me pare y vi que
había un hueco entre un coche y los cubos de basura, estaba complicado pero
tenía que intentarlo. Una vez colocada, miro por los espejos retrovisores y la
veo a ella como trata de ayudarme, me hace señales para gire a un lado y a otro
y finalizadas las maniobras, noto un
ligero golpe en el maletero vuelvo a mirar y ella tiene los dedos pulgares
levantados,¡¡ oook!!. Salgo de coche con
una moneda en la mano, ella se marcha y yo detrás ella, se gira, me mira y
sonríe. Es de noche pero me fijo en sus ojos grandes color avellana, mi fijo en
sus ojos tan intensos pero tan llenos de pena, me acerco, no hago intención de
darle la moneda, no me atrevo, tengo la sensación de ofenderla, la miro y únicamente
soy capaz de darle las gracias, ella no contesta, inicia de nuevo su camino tarareando
un viejo bolero cubano.
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