domingo, 26 de mayo de 2013

EL BARRIO


Mi barrio es el de la FP y reía, algunas personas no entendían demasiado bien a lo que se refería Marta, cuando la preguntaban donde vivía.

Mi barrio continuaba diciendo, es modesto, aunque no pasamos necesidades,  pero sí que teníamos prisa en  ponernos enseguida a trabajar, queríamos comprarnos esos vestidos de moda, zapatos, motos, sacarnos el carné de conducir y estudiando no era posible, en casa  había dinero para estudiar y salir algún fin de semana, el jornal de papá no daba para más y a la hora de elegir  ser médico, abogado o economista, lo teníamos claro 2  años de FP y a ganar dinero.

Marta, lo tuvo claro, los padres insistieron para que cursara estudios superiores, ella destacaba en el instituto, pero ella tenía prisa, tenía ganas de independencia económica y así fue como tras acabar sus estudios de FP como administrativo, consiguió entrar a trabajar por medio de la Escuela  en un famoso bufete de abogados en plena city madrileña.

Comenzó trabajando como “auxiliar de documentación” pero en realidad se pasaba el día haciendo fotocopias, poniendo cafés y aguas, a ella no le importaba estaba ilusionada, era  algo tímida, pero siempre con una sonrisa en la cara.

Marta llevaba ya seis meses trabajando en el bufete, cuando uno de los socios, le comunico a la responsable de Marta que iba a necesitar a una secretaria la suya iba a causar baja en pocos meses. Esta le comento que Marta con un poco de formación podría realizar el trabajo sin problemas, la había ido observando durante este tiempo y estaba segura que realizaría el trabajo sin problemas.

Marta, no podía creérselo, le habían ofrecido un puesto como secretaría de unos de los socios. A ella al principio le hizo ilusión, la iban ascender, ahora ella sería quién llamaría para que le preparan la sala para las reuniones de su jefe, pero a la vez le amenazaban los miedos ¿y si fallaba? ¿y si no alcanzaba las expectativas que había puesto su responsable? ¿tendría que volver a su antiguo trabajo de por vida? o peor ¿la despedirían?, pero enseguida los desecho, sabía que podía realizar el trabajo, habían confiado en ella y les demostraría que no se habían equivocado en su elección.

Efectivamente, después de un periodo de formación de cerca de tres meses junto con la antigua secretaria, así como el propio socio, Marta, funcionaba “ya solita” como decía Fermín (socio) incluso le  dio la enhorabuena a la antigua responsable de Marta, por su buen criterio.

Marta llevaba ya más de dos años trabajando con Fermín, trabajaban bien, hacían un “buen tandem”, Marta nunca tenía prisa en marcharse a casa, no le gustaba dejar las cosas a medias y en más de una ocasión Fermín tuvo que “enfadarse con ella”, debía irse a casa a descansar, te voy a pagar lo mismo le decía sonriendo, ¿que pensará de mi, tu novio? ¿me a tomar manía? ¡¡sal y diviértete!!, Marta le miraba y seguía a lo suyo.


Lo que Fermín no sabía era que Marta, en ese momento no tenía novio, ni amigo con derecho a roce ni nada de nada, con Carlos ya había tenido suficiente habían estado saliendo desde el instituto pero él se había metido en historias de drogas y Marta decidió apartarse lo más rápido posible.

Había visto en su barrio morir a demasiada gente, había visto como día a día  algunos de sus antiguos compañeros de clase se iban consumiendo, como esperaban a “ese coche” que les llevaba a ponerse esa dichosa dosis, los había visto como pegaban e insultaban entre ellos, había visto como lloraban como niños porque  no habían llegado a tiempo a coger ese dichoso vehículo que por 3 o 5 euros los llevaba al barrio de la Rosilla, no, definitivamente no quería saber nada de “drogas”.

Llegando las navidades, Fermín le comunico a Marta que ese año deberían preparar ellos la famosa “Cena de Navidad” para todo el bufete, tenían que esforzarse e innovar. Tenemos que hacer dijo Fermín,  que la gente recuerde esta cena durante mucho tiempo, Marta enseguida se puso manos a la obra y contacto con varias empresas dedicadas a preparar estos eventos, pero ninguna  los convencía, así que le  dijo a Fermín que porque no encargarse ellos mismos de todo, a él la idea le gustó, ¿por qué no? pensó, tanto él como Marta se merecían cambiar el “chip” por unos días.

Pasaron unos días ajetreados (mirando locales, hoteles, restaurantes, diseñando ellos mismos las invitaciones, buscando animadores) si, ajetreados pero muy divertidos, se los veía ilusionados, reían, cada mañana tanto Fermín como Marta llegaban al bufete con una nueva idea, viable alguna de ellas, otras se quedaba en eso, sólo una idea. Estaban ilusionados, no les importaba después de haber estado todo el día de “ceca a la meca” volver a la oficina a  despachar algún asunto, revisar las llamadas, planificar agenda,  nada urgente.

Por fin llegó la “Cena de Navidad”, Marta y Fermín triunfaron, y triunfaron de verdad, la “cena” fue todo un éxito, las felicitaciones se fueron sucediendo durante toda la noche, Marta no pudo tomar bocado alguno, tenía como decía ella “un alien en el estomago” que no la dejaba comer, pero una vez que los “peces gordos” se fueron marchando, ella empezó a devorar todo lo que encontraba, Fermín y algunos compañeros de confianza le animan diciéndole que se lo merecía más que nadie, que era su fiesta y que había triunfado. Ella comía, bebía y reía, era su noche había recibido su primer “Oscar”.

Pasadas ya navidades, todo volvió a la normalidad,  Marta como siempre quedó en el comedor del bufete para comer con sus compañeras de siempre, pero hoy la iban a presentar a una nueva incorporación, decían que era una “enchufadilla de un pez gordo” y así fue como conoció a Xisca, ella era mallorquina y había decidido venirse a trabajar a Madrid. Palma se me ha quedado pequeño, les dijo, allí todo el mundo se conoce, allí todo el mundo sabe lo que haces, un rollo chicas. A Marta le gusto la manera de ver la vida de Xisca, era cierto que era una niña de papá, pero que no se lo habían puesto fácil, pensó Marta

Terminada la jornada laboral, y como todos los jueves salieron a tomar una cervecitas y pasarlo bien!!!, Xisca se apuntó y fueron recorriendo los bares de la zona, se hacía tarde y  Xisca había quedado con algunos amigos de la carrera que estaban trabajando en Madrid, ella animó a sus compañeras a que la acompañaran, todas declinaron la invitación menos Marta, había sido un día duro, Fermín y ella llevaban todo el día de reunión en reunión, con el agravante que Marta además tenía que terminar de documentar todas esas reuniones, definitivamente había sido un día agotador y decidió marchar con ella.

Llegando a la zona de Huertas, Marta se fijo en que Xisca tenía prisa en llegar incluso increpo al taxista de su lentitud, Marta la miraba haciéndole gestos con la cara ¿qué es lo que te pasa?, ¿por qué tanta prisa?. Xisca se removía en su asiento, no dejaba de dar golpecitos en la ventanilla, se tocaba compulsivamente el pelo y los ojos. Una vez en Huertas, Xisca abrió la puerta y salió corriendo, Marta se quedo dentro del taxi mirándola igual que el taxista e inmediatamente se giro sobre sí mismo y le dijo, ¿va a pagarme verdad?, Marta, sin hacerle demasiado caso y casi automáticamente saco de su bolso el monedero y pago, el taxista mientras buscaba las vueltas, sonreía comentando, vaya prisa que tiene su amiga, ha salido a la carrera jajajajaja, y  dándole el cambio y el ticket meneo la cabeza y dijo, mala cosa, mala cosa.

Marta, bajo del taxi y pensó en lo último que lo había dicho el taxista “mala cosa” a que se referiría, si ella pensaba pagar. Se colgó el bolso de bandolera y empezó a buscar a Xisca con la mirada, de pronto escucho su nombre Martaaaaa!!! aquí!!! y ella la vio como saltaba y agitaba sus manos, marchado a su encuentro. En cuanto estuvieron cara a cara, Marta la pregunto ¿por qué había salido disparada del taxi?, Xisca, ahora más tranquila, pero con una mirada algo vidriosa, la cogió por los hombros e  inicio las presentaciones.

¿No estuvo mal  lo de anoche? Le pregunto Xisca a Marta la mañana siguiente, Marta dando un sorbo a su café,  no, no estuvo mal, ¿esta noche podíamos repetir? ¿es viernes y mañana no trabajamos?, sin saber muy bien porque Marta acepto la invitación y volvieron a verse en el mismo sitio. Ven le dijo Xisca a Marta te voy a presentar a Jaume,  un buen amigo.

Jaume, era un poco mayor para andar con ellos, de agradable aspecto, buena conversación, simpático pero  lo que más le llamo la atención a Marta fue la enorme cantidad de dinero que llevaba encima. Él se intereso por Marta inmediatamente, la invito a tomar una copa y le busco sitio en su mesa para que se sentara en su grupo, Marta acepto su invitación y se pusieron hablar de tema triviales,  se lo pasaban bien juntos, coincidían en muchas cosas y en otras no y a Marta eso le gusto.

Pero la realidad era otra, el tal Jaume era el “camello” de la zona, e intentaba con toda su palabrería y exquisitez de modales, captar “nuevos clientes” y así fue como Marta fue cayendo poco a poco en sus redes, al principio Jaume le hizo ver el interés que él tenía en Marta,  le gustaba tal y como era,  pero sutilmente le dejaba caer algún que otro comentario sobre lo mejor que podría estar si se quitara un par de kilos, yo le dijo Jaume, te podría ayudar, es fácil y lo mejor te va salir gratis. Marta se sentía  atraída por Jaume y realmente llego a creerse que tenía que perder peso.

Habían pasado cerca de cuatro meses, desde que Marta conoció a Jaume, y ella ya no era la misma había perdido mucho peso “demasiado” según sus compañeros, su familia y Fermín. Marta llegaba todos los días tarde a trabajar, al principio Fermín la excusaba, pero empezó a desatender su trabajo, apenas comía, apenas se arreglaba, apenas hablaba, siempre con cara somnolienta buscaba excusas para desaparecer de su puesto de trabajo.

La situación, se hizo insostenible, Fermín y su antigua responsable, trataron de taparla en muchas ocasiones, hasta que un día y preparando la reunión mensual con el Consejo de Dirección (Fermín que había tratado de hablar con Marta, que la había insinuado que pidiera una pequeña baja, para recuperarse) hizo el más espantoso de los ridículos de su carrera profesional, incluso se hablo de la conveniencia de prescindir de sus servicios.

Fermín, llegando al pequeño despacho de Marta la miro por detrás de su espalda, la toco el hombro derecho y sin más contemplaciones, le dijo estas despidida, te están esperando en Recursos Humanos, lo siento Marta, pero lo de hoy, ha sido la gota que ha hecho rebosar el vaso.

Marta, salió con su bolso y sin mirarle a la cara, no recogió nada, llamo al ascensor y subió a la sexta planta, allí Pilar y su antigua responsable la estaban esperando, formalmente le dieron su finiquito y una pequeña gratificación los  servicios prestados , le dieron también los papeles para el Inem y a cambio le pidieron que les entregará su ficha de identificación. Así fue como Marta salió del bufete, por la puerta pequeña, tras más de seis años trabajando con ellos.

No hubo despedidas, salió con su bolso en bandolera y se fue a buscar a Jaume, este como de costumbre estaba por la zona y al verla se acerco a ella preguntándola ¿qué es lo que había sucedido?. Me han despedido y rió a carcajadas, son unos cabrones, me han chupado toda la sangre y me han echado a la calle. Jaume le pregunto cuánto dinero le habían dado, ella enseñándole los papeles, no dejaba de decirle me tienes que ayudar, necesito algo un poco más fuerte, estos tíos me han arruinado el día, Jaume la miro y cogiéndola por los hombros, le dijo, Marta, sabes que quiero ayudarte, pero lo que me pides vale mucho dinero, si quieres estar “bien” y que nadie te arruine el día, vas a tener que pagar mientras la acariciaba la cara.

Marta, algo nerviosa, le chillo, ¡¡no me jodas!! Jaume, tengo dinero, me ¿ayudaras o no?, él la llevo dentro del local y saco de su bolsillo de pantalón una bolsita con un “mágico polvo blanco”, pero antes le dijo ¡¡págame!! Marta impaciente le dio el monedero a Jaume, cóbrate tu mismo.

Los meses fueron pasando, Marta se levantaba y se marchaba a Huertas a buscar a Jaume, día tras día, la familia de Marta sabía ya  de sus andanzas, sin ella saberlo su madre y su hermano pequeño (que fue el que dio la voz de alerta) la seguían, veían como Jaume le pasaba la droga y Marta le entregaba el dinero. Carmen (su madre) estaba desconsolada, no sabía qué hacer, trataba de hablar con su hija y esta siempre le decía que podía dejarlo cuando ella quisiera, que no era como Carlos su ex, que no estaba enganchada, te prometo mamá, le decía Marta que “no estoy enganchada”.

Pero la realidad era otra Marta vivía para y por la “droga”, no paraba en casa y si lo hacía era para pelearse con sus padres y hermanos. Ellos trataron de ayudarla, pusieron todos los medios de los que disponían trataron de llevarla a una granja en Santander, trataron de llevarla a través de una Asociación a Suiza, pero no dio resultado, ella realmente estaba enganchada y no quería o no podía salir de todo aquello.

En casa empezaron a desaparecer “cosas” Carmen fue la primera en darse cuenta y ella en vez de enfadarse con Marta, la acurrucaba entre sus brazos intentando darle todo el cariño y amor que era capaz, pero Marta sólo quería dinero, sólo quería meterse y vagabundear por la calle. Por las noches abraza a su marido lloraba amargamente preguntándose ¿Por qué su niña había decidido morir?  ¿Habían fallado como padres?. Lo habían visto demasiadas veces en el barrio hijos de vecinos, de amigos estaban metidos en esa “mierda” como decía Carmen, pobres míos, que desesperación tan grande tienen que tener esos padres. Y ahora le había tocado a ella, si, definitivamente estaba desesperada, no sabía qué hacer para ayudar a su niña.

Marta, olía mal, apenas pasaba por casa, se pasaba el día por el parque del barrio, corría desesperadamente a coger el coche que la llevaría al barrio de la Rosilla. Tenía los ojos cada vez más amarillos, la tez negruzca y cada vez más delgada, costaba reconocerla, con su bolso en bandolera, y siempre con una cerveza en la mano y en la otra el bollo más grande que encontraba, dando tumbos por el barrio.

Una mañana, Carmen termino de trabajar temprano, a raíz de la adicción de su hija, decidió que trabajaría para que Marta no delinquiese, ni se prostituyera y  así fue  como se puso a trabajar como ayudante de cocina en un bar. Salió decidida a buscar a Jaume, sabía dónde podía encontrarle y con su paga semanal en el bolsillo, le pregunto ¿Cuánto polvo blanco podía darle? Este se sorprendió al ver a la mujer, e intento deshacerse de ella, no sé de qué me hablas, le dijo y Carmen cogiéndole por el brazo, sólo le respondió, soy la madre de Marta, ¿Marta? No conozco a ninguna Marta, le dijo Jaume y siguió andando, Carmen no se daba por vencida y continuo detrás de él, cuando llego a su altura, muy tranquila le dijo o me das lo que te he pedido o te denuncio ¡¡hijo de puta!!, tengo fotografías que probarán como pasas drogas, él la miro y con media sonrisa le dijo, no te creo, déjame en paz. Carmen, no tenía fotos, no tenía ninguna prueba, pero insistió hasta que llegaron a un portal, Jaume saco del bolsillo interior de su chaqueta de marca una bolsita con el “polvo blanco” y se la entrego. Ten cuidado “amiga” si no lo administras bien, podrías irte al otro barrio en un “amen” mientras contaba el dinero.

Carmen, cogió la bolsita y cuando llego a casa, cambio las sabanas de la habitación de Marta, abrió todas las ventanas y dejo que la primavera entrara por toda la casa. Después fue en busca de su hija, que como de costumbre estaba en el parque sentada y atusándose el pelo, la llamo y está al verla corrió hacia ella, mamá, mamá y mientras la abrazaba le preguntaba ¿me puedes dejar un euro?, Carmen con su hija entre los brazos le respondió, tengo algo mejor Marta, ¿quieres verlo? y la enseño la bolsita.

Marta, se restregó los ojos y mirándola le dijo ¿y esto, mamá? Pero si es, si, le dijo Carmen, es un regalo para ti, vamos a casa, allí nadie te va molestar, estamos solas, puedes darte un buen baño y después descansar, vamos a casa hija.

Así fue como llegaron a casa, Marta se dio un buen baño, se puso uno de sus vestidos favoritos que le había colocado su madre encima de la cama y después de comer algo, Carmen la cogió de la mano llevándola de nuevo a su habitación, allí encima de su mesilla lo tenía todo dispuesto, como si de un ritual se tratase, antes le dio un beso en la frente y miro a su pequeña ¡¡te quiero tanto Marta!! Pero esta ya no la hacía caso, la empujo para que saliera de la habitación, vete, vete, la dijo, ahora quiero estar sola, vete…

Carmen, salió de la habitación y dejo la puerta entreabierta, recogió la mesa,  fregó los platos, recogió el baño y se sentó en el sofá, tranquila muy tranquila. Había pasado media hora desde que le dio el beso en la frente a su niña. Abrió la puerta de la habitación y vio como Marta estaba tumbada en su cama echa un ovillo, como cuando era pequeña, la llamo, la beso de nuevo , estaba todavía caliente, pero ya sin vida, no toco nada, cogió el teléfono y la policía junto con el Samur se persono en el domicilio, Marta había fallecido de un infarto producido por sobredosis dijeron los efectivos.



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