Mi
barrio es el de la FP y reía, algunas personas no entendían demasiado bien a lo
que se refería Marta, cuando la preguntaban donde vivía.
Mi
barrio continuaba diciendo, es modesto, aunque no pasamos necesidades, pero sí que teníamos prisa en ponernos enseguida a trabajar, queríamos comprarnos
esos vestidos de moda, zapatos, motos, sacarnos el carné de conducir y
estudiando no era posible, en casa había
dinero para estudiar y salir algún fin de semana, el jornal de papá no daba
para más y a la hora de elegir ser
médico, abogado o economista, lo teníamos claro 2 años de FP y a ganar dinero.
Marta,
lo tuvo claro, los padres insistieron para que cursara estudios superiores,
ella destacaba en el instituto, pero ella tenía prisa, tenía ganas de
independencia económica y así fue como tras acabar sus estudios de FP como
administrativo, consiguió entrar a trabajar por medio de la Escuela en un famoso bufete de abogados en plena city madrileña.
Comenzó
trabajando como “auxiliar de documentación” pero en realidad se pasaba el día
haciendo fotocopias, poniendo cafés y aguas, a ella no le importaba estaba
ilusionada, era algo tímida, pero
siempre con una sonrisa en la cara.
Marta
llevaba ya seis meses trabajando en el bufete, cuando uno de los socios, le
comunico a la responsable de Marta que iba a necesitar a una secretaria la suya
iba a causar baja en pocos meses. Esta le comento que Marta con un poco de
formación podría realizar el trabajo sin problemas, la había ido observando
durante este tiempo y estaba segura que realizaría el trabajo sin problemas.
Marta,
no podía creérselo, le habían ofrecido un puesto como secretaría de unos de los
socios. A ella al principio le hizo ilusión, la iban ascender, ahora ella sería
quién llamaría para que le preparan la sala para las reuniones de su jefe, pero
a la vez le amenazaban los miedos ¿y si fallaba? ¿y si no alcanzaba las
expectativas que había puesto su responsable? ¿tendría que volver a su antiguo
trabajo de por vida? o peor ¿la despedirían?, pero enseguida los desecho, sabía
que podía realizar el trabajo, habían confiado en ella y les demostraría que no
se habían equivocado en su elección.
Efectivamente,
después de un periodo de formación de cerca de tres meses junto con la antigua
secretaria, así como el propio socio, Marta, funcionaba “ya solita” como decía
Fermín (socio) incluso le dio la
enhorabuena a la antigua responsable de Marta, por su buen criterio.
Marta
llevaba ya más de dos años trabajando con Fermín, trabajaban bien, hacían un
“buen tandem”, Marta nunca tenía prisa en marcharse a casa, no le gustaba dejar
las cosas a medias y en más de una ocasión Fermín tuvo que “enfadarse con
ella”, debía irse a casa a descansar, te voy a pagar lo mismo le decía
sonriendo, ¿que pensará de mi, tu novio? ¿me a tomar manía? ¡¡sal y
diviértete!!, Marta le miraba y seguía a lo suyo.
Lo que Fermín no sabía era que
Marta, en ese momento no tenía novio, ni amigo con derecho a roce ni nada de
nada, con Carlos ya había tenido suficiente habían estado saliendo desde el
instituto pero él se había metido en historias de drogas y Marta decidió apartarse
lo más rápido posible.
Había visto en su barrio morir a
demasiada gente, había visto como día a día
algunos de sus antiguos compañeros de clase se iban consumiendo, como
esperaban a “ese coche” que les llevaba a ponerse esa dichosa dosis, los había
visto como pegaban e insultaban entre ellos, había visto como lloraban como
niños porque no habían llegado a tiempo
a coger ese dichoso vehículo que por 3 o 5 euros los llevaba al barrio de la Rosilla,
no, definitivamente no quería saber nada de “drogas”.
Llegando las navidades, Fermín le
comunico a Marta que ese año deberían preparar ellos la famosa “Cena de
Navidad” para todo el bufete, tenían que esforzarse e innovar. Tenemos que
hacer dijo Fermín, que la gente recuerde
esta cena durante mucho tiempo, Marta enseguida se puso manos a la obra y
contacto con varias empresas dedicadas a preparar estos eventos, pero ninguna los convencía, así que le dijo a Fermín que porque no encargarse ellos
mismos de todo, a él la idea le gustó, ¿por qué no? pensó, tanto él como Marta
se merecían cambiar el “chip” por unos días.
Pasaron unos días ajetreados
(mirando locales, hoteles, restaurantes, diseñando ellos mismos las invitaciones,
buscando animadores) si, ajetreados pero muy divertidos, se los veía
ilusionados, reían, cada mañana tanto Fermín como Marta llegaban al bufete con
una nueva idea, viable alguna de ellas, otras se quedaba en eso, sólo una idea.
Estaban ilusionados, no les importaba después de haber estado todo el día de “ceca a la meca” volver a la oficina a despachar algún asunto, revisar las llamadas,
planificar agenda, nada urgente.
Por fin llegó la “Cena de Navidad”,
Marta y Fermín triunfaron, y triunfaron de verdad, la “cena” fue todo un éxito,
las felicitaciones se fueron sucediendo durante toda la noche, Marta no pudo
tomar bocado alguno, tenía como decía ella “un alien en el estomago” que no la
dejaba comer, pero una vez que los “peces gordos” se fueron marchando, ella
empezó a devorar todo lo que encontraba, Fermín y algunos compañeros de
confianza le animan diciéndole que se lo merecía más que nadie, que era su
fiesta y que había triunfado. Ella comía, bebía y reía, era su noche había
recibido su primer “Oscar”.
Pasadas ya navidades, todo volvió a
la normalidad, Marta como siempre quedó
en el comedor del bufete para comer con sus compañeras de siempre, pero hoy la
iban a presentar a una nueva incorporación, decían que era una “enchufadilla de
un pez gordo” y así fue como conoció a Xisca, ella era mallorquina y había
decidido venirse a trabajar a Madrid. Palma se me ha quedado pequeño, les dijo,
allí todo el mundo se conoce, allí todo el mundo sabe lo que haces, un rollo
chicas. A Marta le gusto la manera de ver la vida de Xisca, era cierto que era
una niña de papá, pero que no se lo habían puesto fácil, pensó Marta
Terminada la jornada laboral, y como
todos los jueves salieron a tomar una cervecitas y pasarlo bien!!!, Xisca se
apuntó y fueron recorriendo los bares de la zona, se hacía tarde y Xisca había quedado con algunos amigos de la
carrera que estaban trabajando en Madrid, ella animó a sus compañeras a que la
acompañaran, todas declinaron la invitación menos Marta, había sido un día
duro, Fermín y ella llevaban todo el día de reunión en reunión, con el
agravante que Marta además tenía que terminar de documentar todas esas
reuniones, definitivamente había sido un día agotador y decidió marchar con
ella.
Llegando a la zona de Huertas, Marta
se fijo en que Xisca tenía prisa en llegar incluso increpo al taxista de su
lentitud, Marta la miraba haciéndole gestos con la cara ¿qué es lo que te
pasa?, ¿por qué tanta prisa?. Xisca se removía en su asiento, no dejaba de dar
golpecitos en la ventanilla, se tocaba compulsivamente el pelo y los ojos. Una
vez en Huertas, Xisca abrió la puerta y salió corriendo, Marta se quedo dentro
del taxi mirándola igual que el taxista e inmediatamente se giro sobre sí mismo
y le dijo, ¿va a pagarme verdad?, Marta, sin hacerle demasiado caso y casi
automáticamente saco de su bolso el monedero y pago, el taxista mientras
buscaba las vueltas, sonreía comentando, vaya prisa que tiene su amiga, ha
salido a la carrera jajajajaja, y dándole
el cambio y el ticket meneo la cabeza y dijo, mala cosa, mala cosa.
Marta, bajo del taxi y pensó en lo
último que lo había dicho el taxista “mala cosa” a que se referiría, si ella
pensaba pagar. Se colgó el bolso de bandolera y empezó a buscar a Xisca con la
mirada, de pronto escucho su nombre Martaaaaa!!! aquí!!! y ella la vio como
saltaba y agitaba sus manos, marchado a su encuentro. En cuanto estuvieron cara
a cara, Marta la pregunto ¿por qué había salido disparada del taxi?, Xisca,
ahora más tranquila, pero con una mirada algo vidriosa, la cogió por los
hombros e inicio las presentaciones.
¿No estuvo mal lo de anoche? Le pregunto Xisca a Marta la
mañana siguiente, Marta dando un sorbo a su café, no, no estuvo mal, ¿esta noche podíamos
repetir? ¿es viernes y mañana no trabajamos?, sin saber muy bien porque Marta
acepto la invitación y volvieron a verse en el mismo sitio. Ven le dijo Xisca a
Marta te voy a presentar a Jaume, un
buen amigo.
Jaume, era un poco mayor para andar
con ellos, de agradable aspecto, buena conversación, simpático pero lo que más le llamo la atención a Marta fue la
enorme cantidad de dinero que llevaba encima. Él se intereso por Marta
inmediatamente, la invito a tomar una copa y le busco sitio en su mesa para que
se sentara en su grupo, Marta acepto su invitación y se pusieron hablar de tema
triviales, se lo pasaban bien juntos,
coincidían en muchas cosas y en otras no y a Marta eso le gusto.
Pero la realidad era otra, el tal
Jaume era el “camello” de la zona, e intentaba con toda su palabrería y
exquisitez de modales, captar “nuevos clientes” y así fue como Marta fue
cayendo poco a poco en sus redes, al principio Jaume le hizo ver el interés que
él tenía en Marta, le gustaba tal y como
era, pero sutilmente le dejaba caer
algún que otro comentario sobre lo mejor que podría estar si se quitara un par
de kilos, yo le dijo Jaume, te podría ayudar, es fácil y lo mejor te va salir
gratis. Marta se sentía atraída por
Jaume y realmente llego a creerse que tenía que perder peso.
Habían pasado cerca de cuatro meses,
desde que Marta conoció a Jaume, y ella ya no era la misma había perdido mucho
peso “demasiado” según sus compañeros, su familia y Fermín. Marta llegaba todos
los días tarde a trabajar, al principio Fermín la excusaba, pero empezó a
desatender su trabajo, apenas comía, apenas se arreglaba, apenas hablaba,
siempre con cara somnolienta buscaba excusas para desaparecer de su puesto de
trabajo.
La situación, se hizo insostenible,
Fermín y su antigua responsable, trataron de taparla en muchas ocasiones, hasta
que un día y preparando la reunión mensual con el Consejo de Dirección (Fermín
que había tratado de hablar con Marta, que la había insinuado que pidiera una
pequeña baja, para recuperarse) hizo el más espantoso de los ridículos de su
carrera profesional, incluso se hablo de la conveniencia de prescindir de sus
servicios.
Fermín, llegando al pequeño despacho
de Marta la miro por detrás de su espalda, la toco el hombro derecho y sin más
contemplaciones, le dijo estas despidida, te están esperando en Recursos
Humanos, lo siento Marta, pero lo de hoy, ha sido la gota que ha hecho rebosar
el vaso.
Marta, salió con su bolso y sin
mirarle a la cara, no recogió nada, llamo al ascensor y subió a la sexta
planta, allí Pilar y su antigua responsable la estaban esperando, formalmente
le dieron su finiquito y una pequeña gratificación los servicios prestados , le dieron también los
papeles para el Inem y a cambio le pidieron que les entregará su ficha de
identificación. Así fue como Marta salió del bufete, por la puerta pequeña,
tras más de seis años trabajando con ellos.
No hubo despedidas, salió con su
bolso en bandolera y se fue a buscar a Jaume, este como de costumbre estaba por
la zona y al verla se acerco a ella preguntándola ¿qué es lo que había
sucedido?. Me han despedido y rió a carcajadas, son unos cabrones, me han
chupado toda la sangre y me han echado a la calle. Jaume le pregunto cuánto
dinero le habían dado, ella enseñándole los papeles, no dejaba de decirle me
tienes que ayudar, necesito algo un poco más fuerte, estos tíos me han
arruinado el día, Jaume la miro y cogiéndola por los hombros, le dijo, Marta,
sabes que quiero ayudarte, pero lo que me pides vale mucho dinero, si quieres
estar “bien” y que nadie te arruine el día, vas a tener que pagar mientras la
acariciaba la cara.
Marta, algo nerviosa, le chillo,
¡¡no me jodas!! Jaume, tengo dinero, me ¿ayudaras o no?, él la llevo dentro del
local y saco de su bolsillo de pantalón una bolsita con un “mágico polvo
blanco”, pero antes le dijo ¡¡págame!! Marta impaciente le dio el monedero a
Jaume, cóbrate tu mismo.
Los meses fueron pasando, Marta se
levantaba y se marchaba a Huertas a buscar a Jaume, día tras día, la familia de
Marta sabía ya de sus andanzas, sin ella
saberlo su madre y su hermano pequeño (que fue el que dio la voz de alerta) la
seguían, veían como Jaume le pasaba la droga y Marta le entregaba el dinero.
Carmen (su madre) estaba desconsolada, no sabía qué hacer, trataba de hablar
con su hija y esta siempre le decía que podía dejarlo cuando ella quisiera, que
no era como Carlos su ex, que no estaba enganchada, te prometo mamá, le decía
Marta que “no estoy enganchada”.
Pero la realidad era otra Marta
vivía para y por la “droga”, no paraba en casa y si lo hacía era para pelearse
con sus padres y hermanos. Ellos trataron de ayudarla, pusieron todos los
medios de los que disponían trataron de llevarla a una granja en Santander,
trataron de llevarla a través de una Asociación a Suiza, pero no dio resultado,
ella realmente estaba enganchada y no quería o no podía salir de todo aquello.
En casa empezaron a
desaparecer “cosas” Carmen fue la primera en darse cuenta y ella en vez de
enfadarse con Marta, la acurrucaba entre sus brazos intentando darle todo el
cariño y amor que era capaz, pero Marta sólo quería dinero, sólo quería meterse
y vagabundear por la calle. Por las noches abraza a su marido lloraba
amargamente preguntándose ¿Por qué su niña había decidido morir? ¿Habían fallado como padres?. Lo habían visto
demasiadas veces en el barrio hijos de vecinos, de amigos estaban metidos en
esa “mierda” como decía Carmen, pobres míos, que desesperación tan grande
tienen que tener esos padres. Y ahora le había tocado a ella, si,
definitivamente estaba desesperada, no sabía qué hacer para ayudar a su niña.
Marta, olía mal,
apenas pasaba por casa, se pasaba el día por el parque del barrio, corría
desesperadamente a coger el coche que la llevaría al barrio de la Rosilla.
Tenía los ojos cada vez más amarillos, la tez negruzca y cada vez más delgada,
costaba reconocerla, con su bolso en bandolera, y siempre con una cerveza en la
mano y en la otra el bollo más grande que encontraba, dando tumbos por el
barrio.
Una mañana, Carmen
termino de trabajar temprano, a raíz de la adicción de su hija, decidió que
trabajaría para que Marta no delinquiese, ni se prostituyera y así fue
como se puso a trabajar como ayudante de cocina en un bar. Salió
decidida a buscar a Jaume, sabía dónde podía encontrarle y con su paga semanal
en el bolsillo, le pregunto ¿Cuánto polvo blanco podía darle? Este se
sorprendió al ver a la mujer, e intento deshacerse de ella, no sé de qué me
hablas, le dijo y Carmen cogiéndole por el brazo, sólo le respondió, soy la
madre de Marta, ¿Marta? No conozco a ninguna Marta, le dijo Jaume y siguió
andando, Carmen no se daba por vencida y continuo detrás de él, cuando llego a
su altura, muy tranquila le dijo o me das lo que te he pedido o te denuncio
¡¡hijo de puta!!, tengo fotografías que probarán como pasas drogas, él la miro
y con media sonrisa le dijo, no te creo, déjame en paz. Carmen, no tenía fotos,
no tenía ninguna prueba, pero insistió hasta que llegaron a un portal, Jaume
saco del bolsillo interior de su chaqueta de marca una bolsita con el “polvo
blanco” y se la entrego. Ten cuidado “amiga” si no lo administras bien, podrías
irte al otro barrio en un “amen” mientras contaba el dinero.
Carmen, cogió la
bolsita y cuando llego a casa, cambio las sabanas de la habitación de Marta,
abrió todas las ventanas y dejo que la primavera entrara por toda la casa. Después
fue en busca de su hija, que como de costumbre estaba en el parque sentada y
atusándose el pelo, la llamo y está al verla corrió hacia ella, mamá, mamá y
mientras la abrazaba le preguntaba ¿me puedes dejar un euro?, Carmen con su
hija entre los brazos le respondió, tengo algo mejor Marta, ¿quieres verlo? y
la enseño la bolsita.
Marta, se restregó
los ojos y mirándola le dijo ¿y esto, mamá? Pero si es, si, le dijo Carmen, es
un regalo para ti, vamos a casa, allí nadie te va molestar, estamos solas,
puedes darte un buen baño y después descansar, vamos a casa hija.
Así fue como
llegaron a casa, Marta se dio un buen baño, se puso uno de sus vestidos
favoritos que le había colocado su madre encima de la cama y después de comer
algo, Carmen la cogió de la mano llevándola de nuevo a su habitación, allí
encima de su mesilla lo tenía todo dispuesto, como si de un ritual se tratase,
antes le dio un beso en la frente y miro a su pequeña ¡¡te quiero tanto Marta!!
Pero esta ya no la hacía caso, la empujo para que saliera de la habitación,
vete, vete, la dijo, ahora quiero estar sola, vete…
Carmen, salió de la
habitación y dejo la puerta entreabierta, recogió la mesa, fregó los platos, recogió el baño y se sentó
en el sofá, tranquila muy tranquila. Había pasado media hora desde que le dio
el beso en la frente a su niña. Abrió la puerta de la habitación y vio como
Marta estaba tumbada en su cama echa un ovillo, como cuando era pequeña, la
llamo, la beso de nuevo , estaba todavía caliente, pero ya sin vida, no toco nada, cogió
el teléfono y la policía junto con el Samur se persono en el domicilio, Marta había fallecido de un infarto
producido por sobredosis dijeron los efectivos.
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