miércoles, 15 de mayo de 2013

ENTREVISTA A LA BLOQUERA (Alberto ,Sandra y Daniel)


Papá, papá, llama a la puerta entreabierta del despacho de su padre. Él la mira por encima de las gafas y con los ojos le pregunta que la pasa, a qué tanta prisa. 

Sandra suelta la mochila en el suelo, se tira al sofá que hay en el despacho , y empieza hacer gestos con la cabeza, Alberto (el padre) algo alarmado se levanta de su sillón, se va hacía ella y le pregunta ¿me quieres decir que es lo que pasa, o voy a tener que adivinarlo Sandra?, ella se ríe y se mete las manos entre la cara, después de unos segundos, le dice, necesito que me ayudes papá. Alberto, se tranquiliza, se sienta a su lado en el sofá, mirando al frente y con tono conciliador, pregunta ¿en qué lío te has metido ahora?. 

Papá, necesito conocer a tu bloquera, Alberto, la mira y dice ¿a mi quién?, papá, ¡venga ya!! sabes de quién te estoy hablando. Alberto por un momento, no entiende nada, “bloquera” piensa, mi bloquera. Sandra, no sé a quién te refieres, ¿es alguien de la redacción del periódico?, ella le mira, y ésta vez suelta una carcajada, levantándose del sofá, se pone de cuclillas, abre su mochila y saca un cuaderno, lo abre, pasa las paginas hasta que llega a una señalada con un clip de color verde, se lo da y dice toma lee. 

Alberto, ajustándose de nuevo las gafas, toma el cuaderno y empieza a leer. Sandra ha presentado una de las historias de su bloquera y tras el éxito obtenido en clase, el profesor (amigo de Alberto) le ha pedido que indague más sobre la persona que ha escrito la historia. Tiene que conocerla, tiene que entrevistarla, Alberto, se ríe y cerrando el cuaderno, la mira y le pregunta ¿Qué vas hacer?, Sandra se sienta de nuevo en el sofá y mirándole con cara angelical le dice ¿no lo sé, pero tengo que conocerla? 

Él vuelve a su sillón y a su portátil. Sandra callada le mira y él sigue como si no existirá, sigue trabajando en su artículo, ella se levanta de nuevo, recoge la mochila, abre la puerta y se esfuma, Alberto, se enciende un cigarro y levantándose de nuevo de su sillón, va hacia el pequeño balcón que hay en su despacho, desde allí tiene una vistas inmejorables de Ávila, ciudad donde reside, después de su separación, y piensa, que le a puesto en un buen apuro, pero tiene que ayudar a Sandra, ahora que se ha tomado los estudios en serio, debe echarla una mano. 

A la hora de la comida y en la cocina, Alberto calienta la comida que les ha dejado preparada Mª Jesús la asistenta que los cuida de ocho a dos de la tarde, mientras Sandra pone la mesa. Hoy Daniel el hijo mayor de Alberto, viene desde Madrid a entregar una fotografías para el diario donde Alberto colabora y de paso se va a quedar durante unos días de “okupa” en casa de su padre. 

Llaman a la puerta, y aparece Daniel con una mochila enorme y su equipo de fotografía, ha estado en el Sahara y viene famélico, pero con buena cara a pesar de todo. Sentados ya a la mesa, Daniel le pregunta a su hermana pequeña cómo lleva el tema de los estudios, ¿sigues pensando estudiar periodismo como nuestro ilustre padre?, Alberto, lo mira resignado, siempre gasta la misma broma, pero no puede dejar de sentirse orgulloso de ese flacucho y destartalado que ésta sentando a la mesa, su hijo mayor. Daniel, sigue bromeando con Sandra, y está le relata lo sucedido en clase, le cuenta que le ha pedido ayuda a papá y que este se hace el “longuis”, Alberto se levanta a por un poco de queso a la nevera y continua escuchando a sus hijos, no dice nada, Sandra continua hablando sobre el relato que ha presentado, cómo se lo ha currado, y que la gustaría terminar su trabajo conociendo a la bloquera. Daniel mira a su padre, este sigue cortando queso y sigue haciendo como que no va con él, Daniel, sabe perfectamente de quién están hablando, a él también le ha gustado algún que otro relato de ella. No le parece mal que Sandra la conozca, el podría acompañarla e incluso podría hacerle un reportaje fotográfico “para rizar más el rizo”. Sandra y Daniel ríen mientras dan buena cuenta del queso que Alberto ha ido cortando. 

Te imaginas Daniel, le dice Sandra ¿qué al final, nos publicará el diario de papá el reportaje? más carcajadas, ¿me pregunto cómo será?, dice Daniel, Alberto sin pensarlo dice “magnifica”, Daniel, sigue bromeando con Sandra, siguen hablando de la bloquera y Alberto, esta vez ríe con ellos. 

Concluido el almuerzo, Alberto vuelve a su despacho, Daniel revisa su equipo de fotografía y Sandra en el salón con la tele puesta, no deja de wasapear, la puerta del despacho de Alberto nunca ésta cerrada, le gusta escuchar de lejos el sonido de la televisión. Daniel, mete la cabeza por la puerta, Alberto no le ha visto y Daniel carraspea, sacando de su ensimismamiento a Alberto, este le hace una señal con la mano y continua escribiendo, Daniel sentado enfrente de él, sabe que no debe de hablar hasta que este haya dejado de escribir. Alberto, se quita las gafas y le ofrece un cigarrillo a su hijo, Daniel se levanta y abre de par en par el balcón, curiosamente a los dos el humo en las habitaciones, les molesta mucho. 

Papá, ¿vas ayudar a Sandra?, Alberto, da un calada grande al cigarro, se toma su tiempo, concluyendo dice, tengo que ayudarla, ahora que ha vuelto a interesarse por los estudios, hay que echarla una mano. Daniel a su vez vuelve a repetirle, que no tiene inconveniente en acompañarla, es más, a él también le apetece conocerla, ¡vaya! suelta Alberto, sí que es famosa en esta casa la bloquera y vuelve a su cigarro. 

A la mañana siguiente, temprano Alberto es madrugador y trasnochador, duerme poco, y antes de tomarse un segundo café con Mª Jesús (se conocen desde jóvenes, ella era la hija de la asistenta de toda la vida en casa de la familia de él, y en cuanto se entero que Alberto se instalaba en Ávila con sus hijos, se presento en casa y sólo le pregunto ¿por dónde empiezo?. Ellos siempre tuvieron muy buena amistad, ella fue en los comienzos de Alberto como escritor su mejor critica, sólo tenía que mirarla para saber si le había gustado o no, era como una especie de barómetro para él, al punto que cuando se marcho a Madrid y después hacer las Américas, siempre, le enviaba sus escritos, con un escueta nota “échale un vistazin (Alberto)” siempre confío en ella). Abrió el portátil y escribió un mensaje “Tenemos que hablar” y sin pensárselo dos veces hizo tic en enviar. En pocos minutos su mensaje fue contestado “vale”

Alberto, se levanto del sillón y se dirigió al balcón, Mª Jesús, hoy se retrasaba y eso no era común en ella, decidió poner de nuevo la cafetera y preparar el desayuno a Sandra, la había oído entrar en la ducha y sabía que si no se encontraba el desayuno en la mesa, se marcharía a clase con un triste café en el estomago. No se sabe por donde apareció Mª Jesús algo alterada, mirando a Alberto únicamente le dijo me he dormido, las alarmas no han sonado, él en esta ocasión, no bromeo con ella, siempre que pasaba algo así, conseguía sacarle los colores a Mª Jesús con algún comentario, pero en esta ocasión, sólo consiguió sacarle un triste vale y siguió preparado el zumo de naranja a Sandra. 

Dejo a Mª Jesús en la cocina terminado de preparar el desayuno, y volvió al despacho, volvió al portátil, volvió a la lista de mensajes “no hay mensajes en la bandeja de entrada” volvió de nuevo al mensaje de la bloquera y pulso en reenviar de nuevo y le explico lo que le había sucedido a su hija Sandra, en esta ocasión decidió escribir un mensaje conciliador, cercano, cariñoso, necesitaba que la bloquera accediese a conocer a sus hijos, necesitaba su ayuda por primera vez. 

Mientras releía el mensaje, Sandra, como todos los días antes de marcharse, entraba en el despacho y le daba un beso. Pero hoy mientras se acercaba a besarle, le preguntó ¿vas hablar con ella?, Alberto le dejo acercarse a la pantalla y la dejo leer el mensaje que había preparado, Sandra, apretó los hombros a su padre con las dos manos al tiempo que le preguntaba ¿tú crees que tardará en contestar?, Alberto que se jactaba de conocerla bien, dijo NO. 

Efectivamente la bloquera, no tardo en responderle, pero con alguna que otra matización y eso no le gusto Alberto. No entendía sus “condiciones” ¿pero quién se ha creído que es esta ¡tía!? le chilló a la pantalla de su portátil, ¿de qué va?, continuaba diciendo. ¿Condiciones?, saltando del sillón, tirando las gafas sobre la mesa, se dirigió a la cocina a ponerse un café, Mª Jesús estaba terminado de preparar la comida y no dijo nada, sólo canturreaba, Alberto, le contó lo que había sucedido y ella mientras terminaba de cerrar la olla, sólo le dijo ¿qué esperabas? Alberto, él la miro como si no la entendiese, como si de repente se hubiera vuelto en su contra, no reconocía a Mª Jesús, ¿qué le pasa a todo el mundo hoy? y volvió a su despacho, con una taza de café en la mano. 

Alberto volvió a releer el mensaje de la bloquera 

Me hace mucha ilusión que el relato haya gustado tanto en la clase de tu hija Sandra, estaría encantada de conocerlos y charlar un rato con ellos, por favor no lo llames entrevista (risas) Me parece bien, continuaba diciendo el mensaje, el día que propones, pero el sitio lo elijo yo. Creo que tu presencia no es necesaria, ya habrá otra ocasión para conocernos. Un abrazo Alberto” 

Él, por su lado le respondió “vale”, tras escribir y borrar infinidad de mensajes, preguntándole ¿Por qué su presencia no era necesaria? ¿Por qué no conocerse de una vez? Él había dado el paso de romper el silencio desde hace algún tiempo y recibía una contestación así, “no, no eres justa conmigo” le decía en otro correo que al final como los demás borro. 

Ya no hubo más contestaciones, y Alberto decido volver al trabajo, le costaba concentrarse, abría y cerraba el correo, esperaba alguna contestación a su “vale”, ella siempre contesta, se dijo, Alberto estaba acostumbrado a “chatear” con ella a su antojo y cuando le apetecía daba por finalizada la conversación, pero en esa ocasión no hubo respuesta, por mucho que mirara, no había respuesta y eso le enfurecía más. 

Alberto le gustaban las mujeres y más desde su separación, antes también, pero era más discreto, tenía una lista enorme de “amigas”, que a través de las redes sociales, había ido conociendo. A cada una de ellas, les hacía creer que eran únicas, especiales, tenía una colección de videos con canciones, poemas, frases que según se fueran desarrollando los acontecimientos virtuales, se los iba enviando, se había hecho también un guion, que con el tiempo fue perfeccionando, sabía siempre cuando poner un “cariño” sabía siempre cuando poner “cielo” sabia siempre cuando poner “no sé que tienes que llamas tanto mi atención” siempre tenía un comentario agradable y cariñoso, sólo tenía que mirar en su base de datos. 

Alberto era un entusiasta de las redes sociales, aunque siempre decía lo contrario, le gustaba indagar, se apuntaba a todo lo que le llevara a encontrar “nuevas amigas” le gustaba hacerse pasar por otra persona que en realidad no era, le gustaba que sus “amigas” supieran que era un tipo importante y que sus comentarios así como consejos siempre en lenguaje impecable y muy trabajado eran casi palabra divina, les hacía creer de su infinita paciencia, les hacía creer que sus problemas le preocupaban, era el rey de la empatía en la redes sociales. Pero en realidad todas ellas eran un divertimiento más para él. 

Es cierto que en su profesión era bueno, tanto como escritor como periodista, tenía varios premios, y menciones literarias. Es cierto que era buen padre, prueba de ello fue que sus dos hijos se fueron a vivir con él. Pero también era cierto que siempre se sintió muy sólo, a pesar de todos sus amigos, amigas, amantes, Alberto era un persona solitaria, nunca encontró su verdadera “mitad” se caso con Susana pensado que la había encontrado, pero a los pocos años de casado, se dio cuenta que no era lo que buscaba. 

Encontró a la bloquera de casualidad, era su detractora más fiel, con él decía y eso fue lo que le llamo la atención de ella. El la invito a su chat privado y así fue como poco a poco fueron conociéndose. Hablaban casi todos los días de diversos temas, como siempre tiro de base de datos, pero en esta ocasión la bloquera no se le puso fácil, y tuvo que esforzarse un poco más, en ocasiones le desconcertaba tanto que le hacía pensar verdaderamente que era una persona a tener en cuenta y la añadió a su lista de “amigas favoritas”. 

Lo que Alberto no sabía, que la bloquera también le puso en su lista, pero está era una lista quizá más peligrosa. Ella quería realizar un artículo sobre las Web de contactos, se creó varios perfiles y con él adopto el de “tía dura de pelar, revolucionaria, pero a la vez algo tontorra, y solitaria” y le funciono. 

Fue por ahí, por donde ella encontró su punto débil, ella siempre tenía una crítica a sus escritos, a sus artículos. Le atacaba, pero sabía hacerlo en privado le hablaba de su egocentrismo, de su  falsa modestia y en otras ocasiones se dejaba querer. En público también le criticaba pero ya de manera distinta ya eran “amigos”, no era la primera vez que lo hacía e igual que Alberto, la bloquera también tiraba de base de datos. 

No se conocían, sólo hablaban por chat, nunca se enviaron fotografías, pero la bloquera llegó a conocerle, siempre que podía y con gran delicadeza le ponía a prueba aprobando con sobresaliente alto, como ella decía. 

La bloquera, dio por concluido su trabajo, su perfil ya no le interesaba, se aburría de tanta palabrería vacía, se aburría de tanta “modestia” de tantos videos y frases y poco a poco y a base de alguna  que otra critica incendiaria, fue deshaciéndose de él,llego incluso a recriminarle el por qué de su distanciamiento, y por la manera que la contesto supo que definitivamente había desaparecido de la lista de “amigas favoritas”. Eso alivio a la bloquera, porque cuando trabajaba, no le gustaba dejar nada al azar “norma de la casa”. Y desde que empezó este trabajo se puso por norma que tenía que conseguir que ellos la eliminasen de sus contactos, que la pusieran en “la lista negra”. 

Un día, y sin esperarlo, recibió un correo de Alberto donde le contaba lo sucedido con Sandra y que si ella no tenía inconveniente, irían a conocerla. La bloquera accedió a la “entrevista” pero amablemente declino la invitación de Alberto para conocerse finalmente. Ella había acabado ya su trabajo, ya no tenía interés alguno en él, Alberto ya estaba archivado junto con otros “colegas de chat”. 

La entrevista se realizó pasado algunos días más, la bloquera conocería a Sandra y a Daniel en un pequeño pub irlandés cerca de su domicilio. Dejaría que le preguntarán, se dejaría querer de nuevo, volvería a cambiar de registro. Ella trabajaba ya en otro proyecto, pero como siempre no dejo pasar la oportunidad , ella se alimentaba de ese tipo de conversaciones y de todo tipo de personas y ¿por qué no una adolescente y a un joven? 

Cuando se despidieron después de casi dos horas de conversación y sin fotos, Daniel le pregunto ¿puedo enviarte una invitación para añadirte a mis contactos?, ella mirándole le dijo …claro que si

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