Deseando salir de allí porque
quizá no quieres ver la realidad en la que estas te encuentras desde hace poco
tiempo, quizá porque te vienen a la cabeza la PRIMERA vez que pisaste “esa
oficina” y las lagrimas que aguantaste como una campeona, te quieres ir, te
quieres marchar, no quieres ver a más personas que están igual, o quizá peor que tu, no quieres ver caras
tristes, caras que te miran y te sonríen pero con es tristeza en sus ojos,
quieres marcharte, no, no, tu no eres como ellos, no, no, me quiero marchar, pero
la “tonta bondadosa” me retiene un poco más, me mira, y dice, ya sabéis, bajito
muy bajito …Tienes la peor edad que en estos momentos se puede tener” eres muy
joven para tramitar la ayuda de los 55 años y muy mayor para encontrar trabajo,
así del tiron (con asertividad, si señor) pero, no te preocupes sigue diciendo, bajito muy
bajito, buscaremos alguna solución.
Hecho los hombros para detrás, me
quito las gafas y ésta vez, soy yo la
que lentamente busco la funda de las misma y las meto en mi bolso. La miro y con la cabeza le hago la señal de
“afirmativo, recibido, cambio y corto”.
Sales de las oficinas modernas
donde las haya, y llenas de gente también y te diriges hacia ¿donde?, lo único
que quieres es echar andar. Dicen que el cerebro, corazón y estomago están íntimamente
relacionados en cuanto a las sensaciones y sentimientos y a mi, el estomago se me acaba de averiar y no es
cosa de un fusible, no, no soy capaz de
trasmitir nada positivo ni al cerebro ni al corazón, sólo vacío.
Me enciendo un cigarro en la
calle y vuelvo a echar los hombros hacia atrás, no pasa nada, me digo, empiezo
andar hacia casa, mentalmente empiezo a relatarme una serie de razonamientos que tendrían que
valerme, que tendrían que animarme, pero no lo consigo, y sigo andando hacia
casa, el corazón se acelera cada vez más, noto como un hormigueo en las manos,
decido pararme un par de minutos y en ese momento en ese mismo instante, pienso
tu también tienes derecho a tu momento de duelo, tu también tienes derecho a
compadecerte un ratito de ti misma, recuerda
la otra vez no te lo permitiste y eso si que fue DURO Aurorita, así que
tengamos nuestro momento de duelo.
Este momento no debe durar mucho Aurorita, debemos, empieza a decirme el cerebro (o celebro como decía mi vecina)
no dispersarnos mucho (tu deporte favorito, me recuerda) y ahí es cuando empiezo a reírme para mis adentros, llegando
a casa me acuerdo de la “tonta bondadosa”, del listillo de la fila, ese que tiene ganas de hablar y que entiende
de todo y empieza a mirar y a mirar hasta que da contigo porque debo llevar en
la frente “háblame te escucho” no para y empieza a comentarte que si el
subsidio de no se qué, que si los acuerdos de no se cuanto y yo en mi línea me
pongo en OFF y aguantar el chaparrón hasta que llegamos a la puerta y cada uno
tira para un lado diferente.
Cómo me dice un buen amigo, ….que
bien te lo pasas Aurora, él puso autorización, pero porque todavía no debe
controlar muy bien el Iphone 5, y mejor que me lo voy a pasar, le contesto. Lo
voy a conseguir, dicen a que la tercera
va la vencida y yo ya llevo dos, así que
la próxima es la DEFINITIVA.
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