Empezó a llorar mientras escuchaba
la radio, ese día quizá, desaparecieran todos sus problemas. Se acabó la
hipoteca, se acabó pedir a sus padres dinero a final de mes, se acabaron
las noches en blanco.
Apoyada en la vieja
encimera, no podía controlar las lágrimas que resbalaban sobre su rostro. La
radio apagada y ella inmóvil con las manos entrelazadas, guardaba con celo un
pequeño papel, una pequeña esperanza que por el último número no se hizo
realidad.
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