Ha llegado a casa con un calor de
de mil demonios, deja su carpeta blanca
encima de la mesita del comedor y se
encamina hacia la nevera, hace calor, y
en su casa mucho más, un último piso y sin aire acondicionado. Siempre se arrepiente
de no haberlo instalado cuando pudo hacerlo.
Abre un bote de cerveza marca
blanca y quintándose los zapatos se sienta en el sofá y da un largo y
reconfortante trago a la cerveza, joder
que sed tenía, se dice.
Ha sido una mañana, dura, ha
estado de nuevo en la Oficina de Empleo y como él muy bien sabía, le han
denegado la Subsidio de desempleo, diciéndole el señor de la mesa 7. - No te
preocupes, las cosas cambian cada semana,
y quien sabe, lo mismo lo solicitas el mes que viene y te lo conceden, chico,
así están las cosas, otra cosa no te puedo decir -.
Ernesto con 52 años de edad y
casi tres años sin trabajar, no es capaz de decir ni una sola palabra, tampoco
se preocupa de mirar las ofertas de empleo y ni mucho menos los pocos cursos de formación que imparten en esos
momentos, se limita a cerrar su carpeta blanca, levantarse y marcharse hacia la
puerta de salida.
- Chico, así están las cosas, otra cosa no te puedo decir - , repite
dándole otro largo trago a su bote de cerveza.
Ernesto es soltero, aunque vivió
en pareja hace ya tiempo, pero la cosa salió regular y no ha querido volver
tentar a la suerte.
Su familia y amigos siempre dicen
que es un tacaño, aunque a él le
gusta más autodefinirse como “una persona austera”. Desde que comenzó a
trabajar siempre le ha gustado tener unos ahorrillos que desde hace un tiempo
le ayuda a sobrevivir, los 426 euros que
cobraba no daban tanto de sí.
Busca el mando de la televisión y comienza hacer
zapping, le llama la atención una tertulia política en una de esas cadenas
donde hablan de otro país y se para a escuchar a uno de los tertulianos que
decía a pecho descubierto: "No
debemos olvidar que los españoles hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades".
Ernesto comenzó hacer recuento de
sus "por encima de sus
posibilidades", un apartamento de más o menos sesenta metros
cuadrados, que afortunadamente estaba ya pagado, un coche de gama media baja,
un portátil de segunda mano que le vendió su cuñado hace más de cinco años, una
tele de plasma de marca blanca que tenía más o menos el mismo tiempo que el
ordenador y un teléfono móvil que a
decir verdad no usaba demasiado. En cuanto el recuento estuvo hecho, Ernesto
cambio de canal diciendo "Tu sí que
vives por encima de tus posibilidades idiota".
Se encamina nuevamente hacia la
nevera y aunque casi es la hora de comer, hace caso omiso a las señales de su
estomago y coge otra nueva cerveza, mientras se justifica diciendo “hoy me la merezco” y a lo mejor es verdad, pero para Ernesto, es
el cuarto bote de cerveza del día. Lleva ya algún tiempo, coqueteando con ella, no es consciente que cada día depende más de
ella, siempre encuentra una justificación, para abrir su nevera y empezar a
beber, lo hace a solas, sin testigos. Desde siempre ha odiado a la gente
bebida, no aguanta su olor a alcohol, no aguanta la verborrea de los borrachos,
pero él bebe a escondidas.
Ernesto no fue siempre así, bebía
de vez en cuando alguna que otra cerveza, sabía perfectamente cuál era su
límite, pero de un tiempo para acá, lo había sobrepasado a solas, sin testigos.
Cuando se quedo en paró, él se
marco unas pautas para no caer en la apatía, en la melancolía, se negaba a
dejarse llevar.
Madrugaba y salía todos los días
a correr mínimo una hora y media, se duchaba y se dirigía a su despacho, abría
el ordenador y comenzaba la búsqueda activa de empleo. Una vez a la semana sin
faltar ninguna, se dirigía a la oficina de empleo donde buscaba cursos donde
poder reciclarse, buscaba algún empleo donde pudiera encajar, hasta hizo
amistad con algún funcionario, Ernesto tenía eso que llaman “don de gentes”. Persona activa en la
redes sociales, Twitter, Facebook, Foros para mayores de 40 años, Foros para
mayores de 45 años, Foros para mayores de 50 años. Discutía con otras personas
en sus mismas circunstancias.
Día tras día Ernesto esperaba una
llamada para realizar su primera entrevista de trabajo, día tras día consultaba
su correo, consultaba su CV en Infojobs y en otros portales de empleo siempre
la misma respuesta “la empresa ha
descartado su candidatura”
Un día y sin saber porque, Ernesto, no salió a
correr, no paso a su pequeño despacho de su pequeño apartamento. Sin saber
porque, dejo reivindicar su situación a
través de la redes. Sin saber porque, Ernesto dejo de visitar los portales de
empleo, no le interesaban ya los Foros. Sin saber porque, “se dejo llevar”
Un día y sin saber porque, entro en el supermercado de al lado de casa y compro seis botes de cerveza. Sin saber
porque, a los dos días ya fueron doce. Y mientras abría uno de sus botes de cerveza,
repetía la misma cantinela,
“Así están las cosas…”
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