Presidiendo la mesa de comedor, ELLA suelta una de sus preguntas ¿quién vio el pasado sábado en la tele a
Julio Anguita?, no espera demasiado a que alguien conteste, dice sin más, a mi no me gusto. Mira
que decir en televisión, que la gente lo que teníamos que hacer es sublevarnos
y luchar. No, dice con la cabeza,
mientras mira el plato de garbanzos, no
se a vosotros pero a mí me dio MIEDO.
Nadie abrió la boca, únicamente nos mirábamos los unos a los
otros pensando en lo que acababa de decir, y es aquí donde comienza su pequeña
historia. Una historia que consta de varias conversaciones entre ELLA y yo, en
diferentes tiempos pero siempre el mismo lugar “su hogar”.
Una historia como muchas otras, pero es su historia. La historia de una mujer
que siempre a luchado por lo que ha considerado justo. La historia de una mujer
independiente pero a la vez muy celosa de lo suyo. La historia de una mujer que
inculco e inculca aún, valores que hoy en día
y que desgraciadamente poco a poco se van perdiendo.
ELLA, nace en el Escorial (1936) se ríe cuando recuerda que
su tía Balbina la decía “cómo vas a ser
buena, si naciste en pleno bombardeo debajo de un tanque y nevando”.
Después de mucho peregrinar, llegan a Camprodón (Gerona) donde nace su hermano (el más pequeño de los chicos),
pasando al poco tiempo a Francia (de donde, según ELLA, no tuvieron que salir),
pero volvieron. Volvieron persiguiendo una quimera. Volvieron a su casa en
busca de su marido, de su padre, de sus
cosas, volvieron en busca de la vida que habían dejado atrás.
Pero no encontraron ni marido, ni padre, ni sus cosas, apenas
les quedaba algo de vida. Una mujer, su tía Sargenta hermana del padre, les
engañó y ésta no sería la última vez que
lo hiciera.
Se apropio de todo, y el semblante se le va cambiando, de tierras de cultivo (pocas), de vajillas,
de sábanas, hasta de las enaguas de encaje que mi madre se bordo, a cambio dice,
nos regalo un titulo. Un titulo que llevaríamos siempre sobre nuestras cabezas “LOS ROJOS”.
ELLA, cuenta que cuando vuelve su padre de la guerra medio
muerto y gracias a no se sabe muy bien a quién (en mi humilde opinión, supongo
que gracias a su mujer y a su propia fuerza de voluntad para sacar a esos hijos
adelante) se recupera y junto con sus hijos mayores salen en busca de trabajo a
los pueblos de alrededor, pero siempre faltaba comida, y muchas, muchas noches
se iban a dormir con un puñado de uvas en el tripa. Se ríe cuando recuerda como
su madre junto con su tía Balbina,
chanchucheaban con los pocos víveres de las cartillas de racionamiento,
éramos muchos y mi madre cambiaba el aceite y otras cosas que decía ser
innecesarias por artículos de primera
necesidad.
Una noche, me cuenta, desapareció un saco de azúcar del
almacén del pueblo. Inmediatamente se presento la Guardia Civil en mi casa, llevándose a mi padre al cuartelillo (han sido
ellos, LOS ROJOS). Cuando de amanecida se descubrió que el saco se había roto
dejando un reguerillo hasta la casa de un vecino, que por cierto dice, era de Falange.
Recuerda también como con 7 añitos, ya le llevaba a una de las señoritas del
pueblo un cántaro de agua diario y con un poco más de edad se subía a un
pequeño taburete y le lavaba los platos, ríe de nuevo cuando, dice nunca vi un
real, ya se pasaba madre a por ellos.
Me la quedo mirando y pienso madre mía que chiquitina!!! ELLA,
casi instantáneamente contesta, no teníamos donde caernos muertos la posguerra fue muy dura y toda ayuda era poca.
ELLA odia el pueblo, no soporta tanta miseria, no aguanta
tanto sufrimiento, no aguanta no llegar a nada y con diecisiete años decide
venirse a Madrid. A mis padres confiesa,
no les gusto, pero ellos, continua diciendo, con una mentalidad bastante avanzada para esos
tiempos, me dieron permiso para que volase yo solita (aunque, y ahora se
ríe, mi hermana mayor estaba ya en
Madrid). Ellos sabían de sobra que el pueblo no la tiraba, sabían que lo
odiaba, sabían también que nunca volvería.
Y así fue, se marcho para no volver (desde que conozco a
ELLA, no ha hecho la menor intención de volver allí, es cierto que volvió en
algunas ocasiones, pero estaba decidida a volver a nacer pero ésta vez en
Madrid).
En otro momento de nuestras conversaciones, le pregunto ¿Madrid? Saca pecho y dice: me monté en la
rubia (autocar del pueblo) y me vine yo solita, con mucha emoción, deseaba
llegar. Llegue con una caja de cartón atada con una cuerda donde llevaba una
batita y el vestido de los domingos (heredado de mi hermana) ¿Qué sentiste? Me
imagino que emoción, pero ya no me acuerdo, y mirándola, pongo la cara de, no te creo. ¿Y miedo?, la pregunto, me mira como si le hubiera preguntado alguna
tontería (conozco esa mirada) pero yo seguía con curiosidad y la insisto ¿miedo?
¿tenías miedo?, ELLA se levanta y sale hacia la cocina, sigue preparando el
cocido de los sábados. Y mientras abre la olla, dice. Me vine a Madrid a
trabajar en lo único que sabíamos hacer “servir
a las señoritas”. ¿Miedo a qué?. Yo venía de pasar hambre, de pasar por todo
tipo de calamidades. Miedo, en el pueblo, cuando la benemérita con esos capotes
y tricornios, te paraban a cualquier hora, en cualquier lugar, ehh tu roja!!!
¿donde vas?. ¿Miedo? y empieza amasar
con rabia una base para una tarta de melocotón, tu sabes lo que es, ir a la escuela, porque a mi me gustaba ir, y
el maestro toooodas la mañanas, la misma cantinela “las nacionales delante, las rojas atrás”, miedo, no hija, sentí libre,
algo asustada claro, pero libre, aún en
los tiempos en los que estábamos.
Otro día, y en el sofá
del comedor, sin venir a cuento, empieza hablarme de la Isa (la señorita
Isabel). A mi me llama mucho la atención porque habla de ella con mucha
familiaridad, la señorita Isabel tenía o tiene, 5 años más que ELLA , viuda de
militar y con dos hijos a su cargo uno de ellos Gumito (Gumersindo) nació mal y
en aquella época se los escondía. ELLA siempre, siempre habla de Gumito con un
cariño especial, me cuenta que le conocía hasta por su manera de andar, muchas
noches la señorita Isabel se le pasaba a su habitación porque no era capaz de
hacerle callar y de nuevo se le vuelve a iluminar la cara y dice, oye era
meterle conmigo en la cama y dormir hasta el día siguiente. No quería ponerme
demasiado pesada o si (creo que si) y la pregunté ¿por qué te fuiste de esa
casa? y dice sujetándose las gafas, porque quise mandar más que ella y al final
me tuve que marchar. Pero la realidad fue otra, la realidad fue que ellas, se
hicieron amigas con alguna distancia pero inseparables, se contaban todo, la señorita Isabel aunque siempre vestía de
luto, se probaba alguno de los vestidos de ELLA, pensaron y finalmente alquilaron alguna habitación a las norteamericanas que
venían a estudiar, y muchas cosas más, pero apareció Vicente, el novio de ELLA
y parece ser que la señorita Isabel se enamorisco de él. Ahí se acaba la
relación entre ellas. Cogió su maleta y se marcho, no hubo discusiones, no hubo
nada, se marcho sin más.
Después de más de cinco años de noviazgo en 1962 se casa con
su novio, se casa con Vicente, fue una boda triste hacía tres meses que la
madre de su futuro marido había
fallecido, así que fueron a la iglesia, un pequeño desayuno para los más íntimos y a
casa. A una casita baja en el barrio de Tetuán con su recién estrenado marido y
sus dos cuñados.
ELLA, cambio el trabajo de atender a señoritas, por el de
atender a su marido y a sus dos cuñados, al poco tiempo queda embarazada y les
conceden a través de la empresa de Vicente un piso en el Gran San Blas en el
extrarradio de Madrid. Me mira, y dice,
todavía me acuerdo cuando fuimos a ver el piso, yo con mi barriga en la moto y con una cuarta
de nieve (…otra vez la nieve)
Es un piso de apenas 60 metros, pero para ellos era su
autentico hogar, allí nacerían sus cinco hijos (cuatro chicas y el chico). Fueron
unos años duros, aunque ELLA no llega a reconocerlo, en cuatro años se junto
con cuatro hijas, fueron años de mocos, pañales, enfermedades, fueron muchos
años de educar (ELLA siempre ha dicho que la educación es una parte que le
corresponde a los padres), fueron años de mucha paciencia, fueron años de
muchos sacrificios. Pero la vida le deparaba un nuevo reto.
Después de tener encauzadas sus vidas y poder respirar un
poco, de hacer algunos planes a futuro (su viaje a Canarias), llega por
sorpresa una maldita enfermedad, que tarda en marcharse más de cinco años. Esa maldita enfermedad que va minando poco a poco a Vicente y colateralmente a
ELLA.
Sus hijas demasiado jóvenes, ayudan en lo que pueden, pero el
grueso de toda la enfermedad la asume ELLA, vuelve a luchar, vuelve a
armarse de paciencia (el carácter de él cambia radicalmente), tiene que estar a
su lado comenta, no, no se va a morir. Pero un 25 de Mayo fallece y ELLA con sus
apenas 50 kg. es capaz de sacar fuerzas de flaqueza y de enfrentarse de
nuevo ella sola a la vida, junto con sus cinco hijos.
Algunos familiares de
Vicente, se ofrecen para ayudarla, pero ELLA, es testaruda y tira sola. Hace de
padre y madre, se hace cargo de todo, no
la hacen falta cuñados, que la acompañen al banco o algún sitio arreglar
papeles (refunfuña) ya me las apañaba yo, con mis dos hijas
mayores.
Pasados unos años, ELLA, confiesa que se siente orgullosa de
su labor, a criado y educado a cinco hijos y ríe cuando dice “y creo que no lo
he hecho nada mal”, les insistí en que estudiaran, unos lo hicieron y otros
decidieron ponerse a trabajar y no me
quejo. Están bien, y es un ¡¡bien!!
de satisfacción, de una madre orgullosa,
de una labor bien realizada…
ELLA se hace mayor, se toma la vida de otra manera, pero
siempre atenta… prepara comidas y por supuesto el cocido de los sábados. Sale a
pasear y adora a sus seis nietos. Cada día demanda más atención y mimos, pero
sabes que si necesitas hablar, si necesitas ayuda, si necesitas consejos, no
hace falta que llames a su puerta, siempre ésta abierta, porque su “hogar” es
nuestro “hogar”.
… ELLA es mi madre.
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