domingo, 17 de febrero de 2013

ELLA


Presidiendo la mesa de comedor,  ELLA suelta una de sus preguntas  ¿quién vio el pasado sábado en la tele a Julio Anguita?, no espera demasiado a que alguien  conteste, dice sin más, a mi no me gusto. Mira que decir en televisión, que la gente lo que teníamos que hacer es sublevarnos y luchar. No,  dice con la cabeza, mientras mira  el plato de garbanzos, no se a vosotros pero a mí me dio MIEDO.

Nadie abrió la boca, únicamente nos mirábamos los unos a los otros pensando en lo que acababa de decir, y es aquí donde comienza su pequeña historia. Una historia que consta de varias conversaciones entre ELLA y yo, en diferentes tiempos pero siempre el mismo lugar “su hogar”.

Una historia como muchas otras,  pero es su historia. La historia de una mujer que siempre a luchado por lo que ha considerado justo. La historia de una mujer independiente pero a la vez muy celosa de lo suyo. La historia de una mujer que inculco e inculca aún, valores que hoy en día  y  que desgraciadamente  poco a poco se van perdiendo.

ELLA, nace en el Escorial (1936) se ríe cuando recuerda que su tía Balbina la decía “cómo vas a ser buena, si naciste en pleno bombardeo debajo de un tanque y nevando”.

Después de mucho peregrinar, llegan a  Camprodón (Gerona) donde nace  su hermano (el más pequeño de los chicos), pasando al poco tiempo a Francia (de donde, según ELLA, no tuvieron que salir), pero volvieron. Volvieron persiguiendo una quimera. Volvieron a su casa en busca de su marido, de su padre, de sus  cosas, volvieron en busca de la vida que habían dejado atrás.

Pero no encontraron ni marido, ni padre, ni sus cosas, apenas les quedaba algo de vida. Una mujer, su tía Sargenta hermana del padre, les engañó y ésta no sería  la última vez que lo hiciera.

Se apropio de todo, y el semblante se le va cambiando,  de tierras de cultivo (pocas), de vajillas, de sábanas, hasta de las enaguas de encaje que mi madre se bordo, a cambio dice,  nos regalo  un titulo. Un titulo que llevaríamos  siempre sobre nuestras  cabezas “LOS ROJOS”.

ELLA, cuenta que cuando vuelve su padre de la guerra medio muerto y gracias a no se sabe muy bien a quién (en mi humilde opinión, supongo que gracias a su mujer y a su propia  fuerza de voluntad para sacar a esos hijos adelante) se recupera y junto con sus hijos mayores salen en busca de trabajo a los pueblos de alrededor, pero siempre faltaba comida, y muchas, muchas noches se iban a dormir con un puñado de uvas en el tripa. Se ríe cuando recuerda como su madre junto con su tía Balbina,  chanchucheaban con los pocos víveres de las cartillas de racionamiento, éramos muchos y mi madre cambiaba el aceite y otras cosas que decía ser innecesarias  por artículos de primera necesidad.

Una noche, me cuenta, desapareció un saco de azúcar del almacén del pueblo. Inmediatamente se presento la Guardia Civil en mi casa,  llevándose a mi padre al cuartelillo (han sido ellos, LOS ROJOS). Cuando de amanecida se descubrió que el saco se había roto dejando un reguerillo hasta la casa de un vecino, que por cierto dice,  era de Falange.

 Recuerda también  como con 7 añitos,  ya le llevaba a una de las señoritas del pueblo un cántaro de agua diario y con un poco más de edad se subía a un pequeño taburete y le lavaba los platos, ríe de nuevo cuando, dice nunca vi un real, ya se pasaba madre a por ellos.

Me la quedo mirando y pienso madre mía que chiquitina!!! ELLA, casi instantáneamente contesta, no teníamos donde caernos muertos  la  posguerra fue  muy dura y toda ayuda era poca.  

ELLA odia el pueblo, no soporta tanta miseria, no aguanta tanto sufrimiento, no aguanta no llegar a nada y con diecisiete años decide venirse a Madrid.  A mis padres confiesa, no les gusto, pero ellos, continua diciendo,  con una mentalidad bastante avanzada para esos tiempos, me  dieron permiso  para que volase yo solita (aunque, y ahora se ríe,  mi hermana mayor estaba ya en Madrid). Ellos sabían de sobra que el pueblo no la tiraba, sabían que lo odiaba, sabían también que nunca volvería.

Y así fue, se marcho para no volver (desde que conozco a ELLA, no ha hecho la menor intención de volver allí, es cierto que volvió en algunas ocasiones, pero estaba decidida a volver a nacer pero ésta vez en Madrid).

En otro momento de nuestras conversaciones, le pregunto  ¿Madrid? Saca pecho y dice: me monté en la rubia (autocar del pueblo) y me vine yo solita, con mucha emoción, deseaba llegar. Llegue con una caja de cartón atada con una cuerda donde llevaba una batita y el vestido de los domingos (heredado de mi hermana) ¿Qué sentiste? Me imagino que emoción, pero ya no me acuerdo, y mirándola, pongo la cara de,  no te creo. ¿Y miedo?, la pregunto,  me mira como si le hubiera preguntado alguna tontería (conozco esa mirada) pero yo seguía con curiosidad y la insisto ¿miedo? ¿tenías miedo?, ELLA se levanta y sale hacia la cocina, sigue preparando el cocido de los sábados. Y mientras abre la olla, dice. Me vine a Madrid a trabajar en lo único que sabíamos hacer  “servir a las señoritas”. ¿Miedo a qué?. Yo venía de pasar hambre, de pasar por todo tipo de calamidades. Miedo, en el pueblo, cuando la benemérita con esos capotes y tricornios, te paraban a cualquier hora, en cualquier lugar, ehh tu roja!!! ¿donde vas?. ¿Miedo?  y empieza amasar con rabia una base para una tarta de melocotón, tu sabes lo que es,  ir a la escuela, porque a mi me gustaba ir, y el maestro toooodas la mañanas, la misma cantinela “las nacionales delante, las rojas atrás”, miedo, no hija, sentí libre, algo asustada claro,  pero libre, aún en los tiempos en los que estábamos.

Otro día,  y en el sofá del comedor, sin venir a cuento, empieza hablarme de la Isa (la señorita Isabel). A mi me llama mucho la atención porque habla de ella con mucha familiaridad, la señorita Isabel tenía o tiene, 5 años más que ELLA , viuda de militar y con dos hijos a su cargo uno de ellos Gumito (Gumersindo) nació mal y en aquella época se los escondía. ELLA siempre, siempre habla de Gumito con un cariño especial, me cuenta que le conocía hasta por su manera de andar, muchas noches la señorita Isabel se le pasaba a su habitación porque no era capaz de hacerle callar y de nuevo se le vuelve a iluminar la cara y dice, oye era meterle conmigo en la cama y dormir hasta el día siguiente. No quería ponerme demasiado pesada o si (creo que si) y la pregunté ¿por qué te fuiste de esa casa? y dice sujetándose las gafas, porque quise mandar más que ella y al final me tuve que marchar. Pero la realidad fue otra, la realidad fue que ellas, se hicieron amigas con alguna distancia pero inseparables, se contaban todo,  la señorita Isabel aunque siempre vestía de luto, se probaba alguno de los vestidos de ELLA, pensaron  y finalmente alquilaron  alguna habitación a las norteamericanas que venían a estudiar, y muchas cosas más, pero apareció Vicente, el novio de ELLA y parece ser que la señorita Isabel se enamorisco de él. Ahí se acaba la relación entre ellas. Cogió su maleta y se marcho, no hubo discusiones, no hubo nada,  se marcho sin más.

Después de más de cinco años de noviazgo en 1962 se casa con su novio, se casa con Vicente, fue una boda triste hacía tres meses que la madre de su futuro marido había  fallecido, así que fueron a la iglesia,  un pequeño desayuno para los más íntimos y a casa. A una casita baja en el barrio de Tetuán con su recién estrenado marido y sus dos cuñados.

ELLA, cambio el trabajo de atender a señoritas, por el de atender a su marido y a sus dos cuñados, al poco tiempo queda embarazada y les conceden a través de la empresa de Vicente un piso en el Gran San Blas en el extrarradio de Madrid. Me mira, y  dice, todavía me acuerdo cuando fuimos a ver el piso,  yo con mi barriga en la moto y con una cuarta de nieve (…otra vez la nieve)

Es un piso de apenas 60 metros, pero para ellos era su autentico hogar, allí nacerían sus cinco hijos (cuatro chicas y el chico). Fueron unos años duros, aunque ELLA no llega a reconocerlo, en cuatro años se junto con cuatro hijas, fueron años de mocos, pañales, enfermedades, fueron muchos años de educar (ELLA siempre ha dicho que la educación es una parte que le corresponde a los padres), fueron años de mucha paciencia, fueron años de muchos sacrificios. Pero la vida le deparaba un nuevo reto.

Después de tener encauzadas sus vidas y poder respirar un poco, de hacer algunos planes a futuro (su viaje a Canarias), llega por sorpresa una maldita enfermedad, que tarda en marcharse más de cinco años. Esa maldita enfermedad que va minando poco a poco a Vicente y colateralmente a ELLA.

Sus hijas demasiado jóvenes, ayudan en lo que pueden, pero el grueso de toda  la enfermedad la asume ELLA, vuelve a luchar, vuelve a armarse de paciencia (el carácter de él cambia radicalmente), tiene que estar a su lado comenta, no, no se va a morir. Pero un 25 de Mayo fallece y ELLA con sus apenas 50 kg.  es capaz de  sacar fuerzas de flaqueza y de enfrentarse de nuevo ella sola a la vida, junto con sus cinco hijos.

Algunos familiares  de Vicente, se ofrecen para ayudarla, pero ELLA, es testaruda y tira sola. Hace de padre y  madre, se hace cargo de todo, no la hacen falta cuñados, que la acompañen al banco o algún sitio arreglar papeles (refunfuña) ya me las apañaba yo, con mis dos  hijas  mayores.

Pasados unos años, ELLA, confiesa que se siente orgullosa de su labor, a criado y educado a cinco hijos y ríe cuando dice “y creo que no lo he hecho nada mal”, les insistí en que estudiaran, unos lo hicieron y otros decidieron ponerse a trabajar  y no me quejo. Están bien, y es un ¡¡bien!! de satisfacción,  de una madre orgullosa, de una labor bien realizada… 

ELLA se hace mayor, se toma la vida de otra manera, pero siempre atenta… prepara comidas y por supuesto el cocido de los sábados. Sale a pasear y adora a sus seis nietos. Cada día demanda más atención y mimos, pero sabes que si necesitas hablar, si necesitas ayuda, si necesitas consejos, no hace falta que llames a su puerta, siempre ésta abierta, porque su “hogar” es nuestro “hogar”.


… ELLA es mi madre.


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