En estos días NO HAY tema más importante que
el de los dos infelices titiriteros , no los voy a defender ni mucho menos,
creo que no era una función adecuada para nadie. O quizá para alguien
interesado en machacar al recién aterrizado gobierno del Ayuntamiento de
Madrid, era lo más apropiado, vete tú a saber. Qué mal pensada soy.
Tampoco me mencionaré la famosa cabalgata de
Reyes, sólo que fue un poco atípica, nos cuesta cambiar de costumbres (pobres
camellos y ocas este año, se han quedado en casa).
Nos cuesta cambiar de costumbres, nos cuesta
cambiar el chip pero estoy convencida que poco a poco lo iremos haciendo, no
nos queda otra, si queremos hacer realidad ese cambio, si queremos que nuestra
ciudad sea nuestra ciudad y no de grupos
empresariales “chinos” o de Entidades
Bancarias.
Hablan y hablan de la señora Carmena, hablan
y hablan del equipo de la señora Alcaldesa, algunos, hasta se permiten el lujo en
alguna emisora de radio de cuyo nombre no quiero acordarme, en recordarle un
día si otro también que las abuelitas sólo tienen que preocuparse de sus
pastillitas y quedarse en casa cuidando a sus nietecitos.
En fin dicen, hay refrán muy sabio que dice:
“que el que ríe el último, ríe mejor…”
Hablan y hablan, pues yo también voy hablar
pero voy a cambiar de tercio (ay, ay, perdón…) me gustaría hablar de nuestra
flamante Presidenta de la Comunidad de Madrid y contaros una historia que está sucediendo en estos
momentos.
Mila y yo nos conocimos paseando a los
perros, es lo que tiene tener mascota, hablas con mucha gente. Fuimos coincidiendo y
bueno ahora somos buenas amigas. En uno de nuestros famosos paseos, me conto
que su situación era casi insostenible, su madre enferma de alzhéimer no tuvo más remido que ingresar en una Residencia Privada en la población de Pozuelo, ella, Mila, operada de cáncer y
otras cosas más que la impiden trabajar, espera pasar el tribunal médico y
los meses caen como el agua y el pago de la residencia es ya insostenible. El colchoncillo se ha
agotado, me dice. Lo más gracioso, vuelve a comentar, es que cumple los requisitos para ser
ingresada en una Residencia de la Comunidad de Madrid y ha día de hoy no tengo
noticias. La valoraron en Febrero de 2015 con un 3er grado por lo visto es lo
máximo y con un 93,3% de dependencia.
La vida de Milagros desde Abril de 2015 es un constante peregrinar a los Organismos Oficiales de nuestra
Comunidad de Madrid, trayéndose a casa siempre la misma respuesta “aquí no podemos ayudarte, mañana, vete a ver…… tal vez, ellos pueden decirte algo”.
Milagros, una vez más, llega a su casa con la
misma sensación. La sensación de que la han oído pero que ninguno la ha
escuchado, impotente de no conseguir
ver a su madre cerca de su domicilio.
Hablan y hablan de la gestión tan nefasta del
equipo de la señora Carmena, hablan y hablan de la incompetencia del equipo de
la señora Carmena, hablan y hablan ….
A mí para que negarlo también me gusta
hablar, me da igual de qué, me gusta, que le voy hacer (como dicen eres una máquina de hacer palabras) pues
de nuevo hablo y quiero decirle desde este modesto blog, Sra. Cifuentes, eche
una mano a esta madre y a esta hija, no tienen a nadie más y me da en la nariz
que no les queda demasiado tiempo para estar juntas. Tiene su plaza en alguna
Residencia cerca del domicilio de su hija, pero su equipo no voy a meterme si
es o no competente, no son capaces, de ayudar a Milagros a encontrar una
solución, de encontrar una alternativa, no son capaces Sra. Cifuentes.
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