Hoy, todavía, a mi edad, hay cosas que me
sorprenden casi siempre gratamente, por ejemplo, que venga alguno de mis chic@s y me abrace o
me plante un de beso porque sí, que Fígaro me dé un lametazo, porque sí. Que le
voy hacer me sorprendo y me hace feliz.
Sin ir más lejos, lo que sucedió el pasado
domingo me sorprendió y también mi hizo
feliz. Resulta que la expresión “Qué viene el lobo” se hizo realidad, pero con
un final bastante distinto, las ovejas hirieron al lobo, vamos en argot taurino
(lo siento por los anti taurinos), EL LOBO quedo herido de muerte.
Y es que las ovejas llevaban demasiado tiempo
amedrantadas, demasiado tiempo tristes,
su lana cada día que pasaba era menos abundante, más grisácea, de menos
calidad, apenas daban balidos y todo
era debido al yugo a que EL LOBO y su
manada, las tenía sometidas.
“Qué viene el lobo”, “Qué viene el lobo”,
gritaba en el cuento Pedro, “Qué viene el lobo” “Qué viene el lobo” gritaba el
joven pastor que cuidaba de las ovejas.
Pero el pasado domingo, Pedro el joven pastor
del cuento se quedo a cuadros, cuando observo como las ovejas alegres y
acicaladas para la ocasión se disponían a llevar su plan a cabo.
Llevaban tiempo esperando, algunos todavía
recuerdan como EL LOBO hacía ya cuatro
años los engaño con sus promesas, todavía recuerdan como EL LOBO les convenció para
que les dejará hacerse cargo de ellas. En aquella ocasión votaron y decidieron
darle su confianza, decidieron por mayoría absoluta poner en sus manos sus
vidas.
EL LOBO, enseguida se hizo fuerte, y envío un mensaje
urgente a su manada. No tardéis en
llegar. Todo ha salido según lo previsto.
La manada, llego de inmediato, cada uno de
ellos sabía bien lo que hacer. EL LOBO les había aleccionado hacía ya tiempo y poniéndose
manos a la obra empezaron a trabajar.
No dejaron de acosar a el rebaño, no los
importaba que las ovejas cada vez estuvieran más y más delgadas, no les
importaba que su lana cada vez fuera cada vez más escasa y que su color fuera ya
el original. No les importaba tampoco que los corderos decidieran escapar del
rebaño para salir fuera, sabían que si seguían allí, no tendrían ninguna
oportunidad.
Empezó a escasear los alimentos, los cuidados sanitarios eran cada vez más deficientes y la enseñanza
cada vez estaba más deteriorada. Se asfixiaban
pero no eran capaces de hacerles cara. Hablaban entre ellas. Esto tiene que
acabarse decían. …No podemos aguantar más …Están acabando poco a poco con
nosotras, pero siempre hablaban en bajito, siempre lo hacían en corrillos.
Nunca le plantaron cara.
Hace relativamente poco tiempo, la cosa
cambio, las ovejas más jóvenes y sin ninguna gana de marcharse del rebaño empezaron hablar sin miedo. Tenemos que deshacernos
de ellos. No pueden tratarnos de esta manera. Nos engañan. Nos arrebatan lo
nuestro. Hay que acabar con ellos.
La ilusión, volvió a resurgir entre el
rebaño, EL LOBO junto con su manada, no entendían demasiado bien que es lo que
estaba sucediendo. ¿Qué les pasa decían? Debían estar agradecidos, después de todos
nuestros esfuerzos. Panda de ignorantes llego a decir uno de ellos. Pero el
nerviosismo y el desasosiego llego a instalarse entre ellos, llegaba el fin de
su mandato y la cosa no iba bien.
Trataron de hablar con el rebaño, a fin de
convencerles, les prometían la luna y el sol, pero el rebaño ya no les hacía
caso, habían perdido su confianza sin más.
Llego el día acordado para darle una
respuesta al LOBO y a su manada, debían decirles si volvían a quedarse con
ellos, o por lo contrario debían de coger sus bártulos y marcharse para
siempre.
No hubo tumultos, no hubo voces, no hubo ruido.
Sólo hubo un rebaño unido, un rebaño sin miedo, un rebaño que grito al unisonó ¡¡MARCHAROS!!
Y así fue como el LOBO y su manada, están haciendo
sus maletas, eso sí repletas de todo, pero saben que ya no volverán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario